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Debra
Vueltas.
Sentía que daba vueltas sin parar y todo a mi alrededor se veía reflejado por una brillante luz blanca demasiado cegadora y molesta. Interrumpí mi visión con mis manos tratando de ocultarme, pero no funcionó, la luz se hacía cada vez más intensa.
Mi cuerpo.
No sentía absolutamente nada, casi notaba como si estuviese flotando en una suave nube, pero a cada segundo unos fuertes pinchazos se dejaban sentir en cada rincón de mi cuerpo. Era horrible.
—Me…
Oía mi propia voz salir en un pesado susurro, apenas tenía fuerzas para hablar y no entendía el motivo de por qué.
—Me duele… —logré pronunciar sintiendo aquellos pinchazos intensificarse y esa luz incidiendo aún más en mis ojos.
—Debra…
Me quedé quieta al escuchar una voz.
—Debra…
La conocía. Sabía de quién era y sonreí despacio.
—Tranquila… —un cosquilleo se instauró en mi espalda. —Despacio, mi vida.
“Mi vida”
Quise moverme de nuevo, pero esos pinchazos fueron a más y me oí a mí misma soltar un quejido.
—Me duele… —pronuncié de nuevo.
—Lo sé, mi vida.
El cosquilleo en mi espalda cesó para reflejarse a continuación en mi cuello. Me estremecí ante aquella sensación provocando mi movimiento que volviera a retorcerme de la molestia.
—Despacio… —Su voz estaba tan en calma. —Hazlo despacio, ratoncita.
No entendía nada de lo que decía, ni siquiera sabía qué ocurría, ni dónde me encontraba. Por qué no veía nada más que aquella reflectante luz. Entonces fui consciente de la realidad.
Abrí lentamente mis ojos descubriendo que aquella luz cegadora no era más que el brillante sol colándose entre las cortinas, dejándose ver a través de la ventana por donde tantas veces observé aquella línea de árboles que en este momento lucían realmente hermosos envueltos en sus hojas tan verdes.
—Hola...
Su voz sonó justo en mi oído haciendo que mi piel se erizara. Su aliento golpeó mi cuello y me moví por la sensación, pero no fue la mejor opción, pues volví a quejarme una vez más.
—Despacio, mi vida. —Dijo de nuevo.
Ese cosquilleo en mi espalda regresó. Sus caricias, eso era, las mismas que viajaban de arriba hacia abajo con mucha suavidad. Me tocaba con cautela.
Y volví a moverme queriendo ignorar el dolor que al parecer yacía en todo mi cuerpo.
—Tranquila. —Oí su risilla. —No hagas esfuerzos.
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Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © // (En Revisión)
SonstigesTodo acabó de la peor manera para Hades Rydenhat. Descubrir que su pequeña lo había abandonado, que se había marchado sin dejar una sola pista que pudiese ayudarle a encontrarla de nuevo lo mantuvo muerto en vida por segunda vez. Debra Vanners tampo...