Capítulo 5: La calma antes de la tormenta

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Victoria dejó a Isabella en el inframundo y volvió al mundo de los mortales. Cada vez que estaba cerca de los príncipes, algo en su interior se removía, como si las memorias dolorosas quisieran salir a la superficie, pero no lograba entender del todo por qué. Había tomado sus decisiones con plena conciencia, o al menos eso es lo que se repetía a sí misma.

Ya de vuelta en el bullicio de la ciudad, Victoria se abrió paso entre la multitud, con la mente vagando entre esos pensamientos que no la dejaban en paz.

Por otro lado, Damien estaba cumpliendo su deber en un parque lleno de niños. Vigilaba, siempre alerta, mientras los pequeños jugaban despreocupados. Todo parecía tranquilo hasta que una oleada de demonios menores irrumpió de repente, sembrando el pánico entre los presentes. Las constantes luchas entre seres celestiales lo estaban desgastando, aunque no podía bajar la guardia.

Con una velocidad impresionante y una precisión letal, Damien acabó con los demonios uno tras otro. Para él, que a pesar de su rango no carecía de poder, aquello no fue más que una molestia pasajera. Pero justo cuando pensaba que todo había terminado, un escalofrío recorrió su cuerpo. Sintió una presencia conocida, una que no podía ignorar.

Damien frunció el ceño y miró alrededor. La sintió antes de verla: Victoria, envuelta en su elegante forma humana, caminando despreocupada por el parque destruido, como si fuera la dueña del lugar. Su cabello  azabache y ondulado caía sobre sus hombros, y una sonrisa juguetona adornaba sus labios.  Su sonrisa era una mezcla de desafío y coqueteo. 

— Ah, hola Damien. Un poco de diversión nunca lastimó a nadie —. Dijo coqueteando levemente a Damien, y no porque tuviera otras intenciones con el, si no que así era su personalidad.

Damien frunció el ceño, su expresión endurecida por la frustración y la preocupación. 

— No es momento para juegos, Victoria. Ya bastante difícil ha sido el día como para añadir tus travesuras.

Ella se detuvo, y su expresión se volvió inescrutable por un momento. Luego, con un suspiro exagerado, detuvo el movimiento del columpio con un gesto de su mano.

— Está bien, ángel —. Concedió, aunque el retintín en su voz aún era evidente.

— Pero deberías saber que nunca puedo resistirme a provocarte un poco. 

Damien observó cómo el columpio se detenía por completo, escuchando el silencio vuelto a caer sobre el lugar. Volvió a mirar a Victoria, sabiendo que aunque ella se retirara, la calma sería solo temporal. Victoria siempre tenía un motivo, y el saberlo le mantenía alerta.

— Es mejor que te vayas antes de que las cosas se compliquen aún más — finalizó Damien, su tono firme y decidido.

Victoria le lanzó una última mirada cargada de palabras no dichas y, con un gesto de despedida tan teatral como su entrada, se alejó entre las sombras, dejando a Damien solo con sus pensamientos y el eco de lo que pudo haber sido otro de sus caóticos encuentros.

Días después Victoria volvió a encontrarse con Damien, pero esta vez no estaba solo.

— Vaya, miren a quien tenemos aquí. Hola, Damien —. Dijo Victoria en un tono neutral.

— Victoria, no esperaba encontrarte aquí, ¿cómo has estado? —. Contestó en un tono amable, así era Damien, amable y dulce con todos, sin importar qué.

— Supongo que bien, gracias—. Dijo en un tono neutral, de repente su expresión cambió a una burlona al ver quién estaba al lado de Damien —. Ah, perdona, no te había visto, ¿tu eras la que me detuvo cuando casi mato a Damien, eh?

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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