LIAM

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Poco a poco, las lágrimas de Hasna cesaron y sus sollozos se hicieron menos frecuentes. Sin embargo, su cuerpo seguía temblando ligeramente. No quería romper el hechizo de calma que habíamos creado, así que me limité a sostenerla, sin hacer más preguntas. Sabía que, en esos momentos, las palabras podían ser innecesarias. A su vez, sentía cómo su respiración se volvía más tranquila y su cuerpo menos tenso. Es extraño como el simple hecho de estar allí sosteniéndola, me hacía sentir que estaba haciendo algo importante.

- ¿Quieres que te prepare algo, Has, quizás un poco de té o algo para que te sientas un poco más cómoda?-. Pregunté suavemente, rompiendo el silencio mientras me mantenía abrazado a ella.

Ella levantó la cabeza y me miró con unos ojos que ahora reflejaban gratitud más que dolor. Sin embargo, me dijo que no era necesario, que tal vez en un rato, pero que por el momento estaba bien así. Por ende, decidí respetar su decisión y así nos quedamos en silencio por un rato más. La sensación de su calidez contra mí era reconfortante, y me preguntaba cómo había llegado a conocer a alguien que parecía ser tan importante para mí en tan poco tiempo, literalmente en menos de un día.

Finalmente, me aparté ligeramente para mirarla a los ojos.

- ¿Te gustaría que te contara algo? - Pregunté con una sonrisa leve. - A veces, hablar de otras cosas puede ayudar a despejar un poco la mente.

Ella asintió lentamente, como si estuviera dispuesta a escuchar cualquier cosa que pudiera ofrecerle un poco de distracción.

- Bueno, siempre he tenido una pequeña obsesión con los libros antiguos. ¿Viste alguna vez esos mercados de antigüedades donde puedes encontrar tomos antiguos y desgastados. - Comencé, intentando que mi voz fuera ligera y casual.

Hasna levantó una ceja, sonriendo con curiosidad. - ¿En serio? Nunca he ido a uno, pero suena muy interesante. ¿Tienes algún libro en particular que te guste?-.

- En realidad, tengo una colección de libros antiguos en mi habitación. Mi favorito es un ejemplar de "El hombre en busca de sentido" que encontré en una librería de segunda mano. Está tan gastado que parece tener su propia historia.

- Eso suena fascinante. Nunca he leído "El hombre en busca de sentido", pero acabas de hacer que me de curiosidad -. Dijo Hasna mostrando un interés genuino.

Y así, por un largo rato nos quedamos hablando de libros, de cómo los había encontrado y qué los hacía especiales para mí. A medida que la conversación avanzaba, vi cómo el peso de la noche comenzaba a desvanecerse de su rostro. A veces, hablar de cosas cotidianas, de intereses compartidos, podía ofrecer una pausa necesaria en medio de tanto caos emocional.

- Gracias por estar aquí, Liam. Nunca nadie había logrado distraerme en medio de una crisis de ansiedad, lo valoro como no te das una idea.

- Gracias, Liam. En serio, no sé qué habría hecho sin tu apoyo. A veces, solo tener a alguien cerca y saber que están ahí para ti hace una gran diferencia. Me has ayudado más de lo que imaginas-. Sonrió de manera cálida.

Mientras escuchaba a Hasna, sentí una sensación peculiar en el estómago, mezclado con una especie de tranquilidad. Hace unas horas no había esperado que nuestra conversación se volviera tan íntima, pero me alegraba de estar aquí para ella en este momento. Verla sonreír, aunque sea tímidamente, y escuchar cómo apreciaba mi presencia me hizo sentir que había hecho lo correcto.

La conexión que empezábamos a formar era inesperada, pero también reconfortante. Mientras miraba cómo se relajaba, supe que quería seguir estando a su lado, ofreciéndole el apoyo que necesitaba. Y en medio de todo esto, no pude evitar sentir que internamente algo especial estaba comenzando a surgir. 

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