O2.

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₊˚ʚ ᗢ₊˚✧ ゚.

Cerró la puerta del baño con seguro una vez estuvo adentro.

Con las piernas temblorosas y el corazón en la boca, pudo liberar el aire que no sabía que había estado reteniendo todo este tiempo.

Apenado, se paró frente al espejo de cuerpo completo y subió los bordes de su camiseta. Las lindas bragas de un tono crema tenían una gran mancha de humedad por gran parte de su entrepierna, haciendo que la tela pareciera casi transparente y estuviera lo suficientemente pegada como para que el contorno se notara.

—No puedo regresar así... —pensó en voz alta.
Luego de considerar sus opciones –si, llamar a su mamá para que le trajera un par extra–, optó por simplemente quitarse las bragas y guardarlas en la bolsa para guardar la ropa sucia que había en su mochila.

No estaba acostumbrado a tener su coño desnudo, siendo honestos, algo como esto no le había pasado desde su celo pasado.
Pero no tendría de otra. Tenía que soportarlo hasta mañana, lo que significaba que estaría así de expuesto durante toda la noche...

Frunció el ceño disgustado cuando sintió varios hilos de fluido gotear en sus muslos hasta ser absorbidos por la tela de las medias largas que usaba.

—¡Mierda! —bramó hastiado.

₊˚ʚ ᗢ₊˚✧ ゚.

Después de casi gastarse medio rollo de papel higiénico para secarse, sintió el suficiente coraje como para regresar a la habitación.

—Oh —Husk se detuvo de cambiar los canales para mirarlo—, ¿Por qué tardaste tanto? Pensé que el baño te había tragado.

Alastor volvió a tomar asiento en la cama, su semblante ensombrecido por una seriedad a la que poco estaba acostumbrado.

—Nada, solo..., tuve un pequeño inconveniente.

—Hm, bueno —estiró los músculos de su espalda y bostezó—. ¿Quieres seguir viendo algo o...?

—Preferiría irme a dormir, si no es mucha molestia. —interrumpió mientras agarraba la manta y se cubría con ella.
Husk sabía que algo le pasaba a su amigo –más allá de conocerlo, era porque su típico aroma a fresas silvestres estaba agrio–, mas no dijo nada. Si este no quería contarle por cuenta propia ¿Quién era él para obligarlo a hablar?

—Claro, está bien. Yo, buenas noches.

—Buenas noches... —desanimado contestó antes de acostarse.

Apagó la televisión, dejando la habitación en completa oscuridad. Se acomodó en su lado auto-designado de la cama y solo pudo mirar el techo con total cansancio.

Alastor se había quedado con toda la manta y ahora parecía un burrito envuelto en ella; dándole la espalda.

Rió por lo bajo al compararlo.
Ese idiota podía llegar a ser adorable cuando se lo proponía.
Aunque también podía llegar a ser muy lindo y sex- ¡No! ¡No es el momento de pensar eso! ¡Contrólate, Husk!

Se mordió el interno de su mejilla, buscando apaciguar mínimamente esos pensamientos lujuriosos que desde hace semanas no lo dejan en paz.

Porque si, desde hace semanas, tal vez un mes o dos, tiene esa clase de pensamientos de su amigo. Quería creer que todo era gracias a las hormonas por este cambio tan repentino, aunque muy en el fondo sabía que se sentía bastante atraído al moreno desde que entró a la adolescencia.
¡No lo culpen! Para él era casi inevitable en no fijarse en los rasgos tan finos de su rostro, en esos labios tan esponjosos o la figura bastante formada de su cuerpo.

En sus noches más solitarias, solía recordar cada uno de esos detalles una y otra vez hasta que su mano estuviera lo suficientemente cansada como para no poder seguir masturbándose.

Imaginarse a sí mismo algún día estando entre esas bonitas piernas o besando esos tiernos labios era el único consuelo que tenía, además de ver al Omega todos los días en clases o en sus salidas de amigos.

Antes esa palabra no lo afectaba tanto, pero ahora, no hacía más que hacerlo sentir miserable.

Porque él no era nada más que un buen amigo para Alastor.

Le dió la espalda igualmente, buscando que de esa manera ya no le molestara el hecho de tenerlo en la misma cama y no poder abrazarlo.

₊˚ʚ ᗢ₊˚✧ ゚.

En algún punto de la madrugada solo pasó.

Despertó con una dura erección, realmente caliente y adolorido. Lo único que por su mente pasaba era la gran necesidad de copular. Era algo tan primitivo pero tan necesario, y mucho más si su celo se había adelantado a la fecha prevista.

Sin embargo, pese a tener a un Omega lo suficientemente listo para cargar con su descendencia en la misma habitación, se negó a moverse de su sitio en la cama y, en cambio, bajó la elástica de su bóxer para liberar lo suficientemente su necesitada polla y, la empuñó en un vaivén desesperado.

Jadeaba sonoramente mientras lo hacía, tratando de morderse los labios y así hacer menos ruido.

Cada vez que percibía el dulce aroma del pelirrojo, aplicaba más insistencia a los movimientos de su mano.
No tardó mucho para que pronto su glande estuviera empapado en pre semen.

Con el mínimo de cordura que le quedaba, rogaba porque Alastor no despertara o la situación se tornaría realmente incómoda.

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𝗠𝗢𝗩𝗜𝗘 𝗡𝗜𝗚𝗛𝗧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora