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Mew

Mi madre solía contarme muchas historias populares. Tenía una abuela en el campo del sur de Francia y la reunía a ella, a mi tía y a sus primos alrededor de una hoguera y les contaba historias sobre magia, pero también sobre los demonios que salen de las llamas.

A cambio, mamá me contó sobre las historias de su abuela. Incluso solía usar los disfraces y nos los poníamos para recrear a los personajes.

Y por poníamos, me refiero a mamá y a mí.

Papá nos daba esa mirada... un poco de diversión, mucho esnobismo, pero mamá siempre se las arreglaba para arrastrarlo y hacer que nos viera hacer de tontos.

Mamá, papá y yo, y Lars sirviendo bebidas mientras nos juzgaba en silencio.

Solíamos ser una familia feliz.

Solíamos ser una familia... punto final.

La ruptura ocurrió cuando yo tenía ocho años. Era Halloween. Me encantaba Halloween. Significaba comprar con mamá y elegir disfraces después de pensar en eso durante meses.

Se suponía que era un vampiro ese año porque mamá se había enamorado de una película llamada Drácula que no me dejaba ver. Se suponía que fuera la princesa encantada que Drácula estaba a punto de salvar. Recuerdo que papá estaba malhumorado porque quería ser el salvador, no yo.

En ese momento, no entendí lo que quería decir. Todo lo que sabía era que podría disfrazarme y jugar en la casa con mamá.

Como yo era un niño especial de una familia especial, mamá y papá dijeron que no podía actuar como los demás en público, así que siempre teníamos nuestras fiestas de disfraces en casa con solo papá y Lars como público.

Estaba bien para mí. No quería que nadie encontrara a mamá hermosa y decidiera llevársela como en las novelas con hombres semidesnudos que mamá me escondió. Eché un vistazo una vez, pero no entendí mucho, excepto que mamá las leía mucho cuando se quedaba en la cama todo el día.

Ese año, se canceló la celebración de Halloween, o mejor dicho, nuestro Halloween privado.

Papá dijo que llevaría a mamá a una fiesta. Le rogué que no fuera, y si tenían que ir, que por favor me llevara con él.

—No —espetó—. Te quedarás aquí y eso es definitivo, Mew.

—Pero quiero ir contigo. —Tiré de mi capa de Drácula y di un pisotón.

—Mew, mon chou. —Mamá se agachó frente a mí y me dio unas palmaditas en la capa—. Tu tío Mason vendrá y te llevará a una fiesta. Te gustan las fiestas, ¿no?

—Me gustan más las fiestas contigo.

Las lágrimas brillaron en sus ojos.

—Mon ange.

—Vamos, Charlotte. —Papá me fulminó con la mirada—. Deja de ser un mocoso, Mew.

—No seas duro con él, mon amour. —Pasó sus suaves dedos sobre mi cabello— . Sé un buen chico por mamá y te prometo que tendremos todas las fiestas que quieras.

—Charlotte. —Papá la agarró del brazo y se la llevó.

Así de simple.

Recuerdo correr detrás de ellos hacia la puerta antes de que papá me gritara una vez más para quedarme adentro. Mamá entró al auto con lágrimas en los ojos. Todavía llevaba puesto su vestido de princesa y su piel estaba pálida. Pensé que se suponía que no debía usar disfraces afuera.

Luego estaba sentado en el sofá, bebiendo el jugo que Lars preparó para mí y decidiendo que tal vez odiaba Halloween después de todo.

O tal vez odiaba Halloween cuando mamá y papá no estaban aquí.

5 VICIUS PRINCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora