Solo me queda una moneda...y voy a usarla

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Hay días más difíciles que otros, días en los que siento que soy el problema.

Días en donde siento que soy la solución o que al menos la encontraré, y días en los que solo quiero renunciar.

Solo...renunciar.

Ya ni siquiera lo recuerdo, por más que intente navegar entre mis recuerdos, la tempestad cada vez es más grande, y a pesar de tanto lucho por mantener la embarcación a flote...

He tenido que hacer maniobras, surfear entre olas que se vuelven cada vez más grandes en el trayecto, la marea no cesa. El cielo siempre se mantiene haciendo ruido, llevando mensajes a mi mente, aquellos que me dicen que no vale de nada seguir intentando, que en cualquier momento la pequeña embarcación va a hundirse...que en cualquier momento seré arropada por una enorme ola que no podré surfear, y, dicha ola, me enviará directo a las profundidades.

Por alguna razón, siempre he sentido atracción y miedo a la vez hacia el océano, muchos dicen que es muy hermoso, pero que también alberga muchos secretos, monstruos que atemorizan a cualquiera, que el hombre jamás podrá diseñar una nave lo suficientemente fuerte como para poder llegar a ellos, para ver que hay en las profundidades del océano, puesto que la presión los mataría antes de poder si quiera intentarlo.

¿A dónde quiero llegar con esta metáfora?

Quiero llegar al punto en el que ya entiendo porque amo y le tengo miedo al océano.

Lo hago porque es donde encuentro un refugio, en donde me siento identificada con la naturaleza, soy como el océano: muchos quieren de mí, pero pocos se arriesgan.

Muchos dicen que soy lo mejor, y para otros soy lo peor.

Soy una mezcla de ambos.

Como el océano, también tengo mi lado oscuro...uno que ni siquiera fue creado por mi...

Y justo ahí, es donde quiero llegar...no lo recuerdo.

"Ningún mar en calma hizo experto a un marinero"

No recuerdo cuando fue el día en el que comencé a perder el control en el timón, no recuerdo cuando fue el día que la marea se convirtió en un monstruo, no recuerdo cuando fue el día que comencé a perderme...a quebrarme.

Pero si recuerdo que mis días antes de ello.

Estaban decorados con hermosos cielos despejados, en donde la suave brisa hacia flotar mi cabello, en donde sonreía y reía, en donde era todo lo contrario a lo que soy hoy.

Cuando era feliz...cuando realmente lo era.

Ahora es diferente, el clima cambio de repente, la tormenta no cesa, y lo único que conservo, es un poquito de esperanza u optimismo (que antes me caracterizaba por tener en abundancia). Ahora en el cofre solo queda una migaja, una que da su mayor esfuerzo por aferrarse a ese cofre y no caer al mar.

No tengo una fecha, pero si una edad: 9 años, todo comenzó a esa edad.

Antes era una niña sonriente, si, en ocasiones debo admitir que era un tanto obstinada o malhumorada, pero siempre me preocupaba por los demás, porque los míos estuvieran bien, siempre creyendo que el mundo era un lugar bueno, que las personas son buenas, siempre buscando el lado positivo, siempre tratando de dar lo mejor de mi...

Nunca para recibir un reconocimiento, nunca para que me dijeran que era la mejor, sino para yo sentir que iba por un buen camino, para sentirme bien conmigo misma...

UNA PARTE DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora