¿Y esa cosa naranja?

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No sabía dónde estaba, no sabía cómo había llegado a ese lugar, pero lo que sí sabía era que todo allí era naranja. Absolutamente todo. Estaba en un parque, de todas las tonalidades de naranja que uno podría imaginarse, todas para un atardecer hermoso.

Deambule por ese parque, solitario y carente de gente, pero lleno en vegetación. Las flores, los árboles, arbustos; todos y cada uno de ellos en tonos naranja, pero lo que más me cautivaba eran las rosas, qué eran lo más hermoso que podía imaginar. Me quedé admirado el rosal por un largo tiempo, hasta que sentí unas manos sobre mis ojos; envolviendo mi entorno en la obscuridad. Entonces escuche susurrar en mi oído "adivina quién soy", luego desperté, dándome cuenta que ese bello lugar era solo un sueño.

Gemí fastidiada, saque sus manos de mis ojos y volví a esconder la cabeza entre mis brazos. Después de haberme sacado de ese hermoso y pacifico sueño, no quería escuchar a mi amigo Marco.

-Despierta perezosa -dijo él divertido por mi reacción mientras sacudía mi hombro- te quedaste dormida, otra vez. Te espere afuera de la universidad para acompañarte a casa, otra vez. Te espere por una hora, otra vez. Me dejaste plantado, otra vez. Entonces, fui a tu salón y me doy cuenta que te quedaste dormida, otra vez.

Me reí de su falsa frustración, sabía que lo hacía a propósito para levantarme el ánimo, pero aún así, era divertido ver cómo fingía estar molesto.

-Eres un gruñón -dije en medio de un bostezo, mientras refregaba mis ojos- estaba soñando con algo bonito.

-¿Estabas soñando conmigo? -dijo fingiendo asombro- Ay, perdón. Entonces me arrepiento, sigue soñando con los ángeles -rodé los ojos. Mi amigo era el típico bromista egocéntrico que hacía cualquier broma para alabarse a sí mismo.

-Tonto -dije divertida mientras quitaba mi pelo negro de la cara y me levantada, y me puse a recoger mis cosas e irme hacia la salida.

-Vamos Sabrina, no te enojes ¿Qué estabas soñando? -dijo él poniéndose a mi costado mientras yo caminaba- por favor -puso su carita de cachorro mojado.

-Solo fue un sueño -dije quitandole importancia-. Así que no pongas esa cara.

-Pero tú lo soñaste, y quiero saberlo -ese chico no tiene remedio- porfa -empezó a insistir- vamos, quiero saberlo.

-¡YA! Esta bien, lo haré. -dije exasperada, y se quedó en silencio para dejarme hablar- sólo desperté en un lugar de color naranja, nada más. -pero se veía que no estaba satisfecho con mi respuesta.

-¿Y? ¿Qué más?

-Nada más.

-¡Sabrina!

-Ya, está bien. -suspiré fastidiada. No puedo ocultarle nada- Caminé por un parque. No había gente; pero si había juegos, así como un parque normal y un hermoso jardín. A pesar que todo era naranja, era hermoso y más el rosal -miré de reojo a Marco, me escuchaba atentamente y su mirada estaba a la expectativa de cualquier cosa que iba a decir- y luego desperté.

-Ay, no puede ser -dijo frustrado-. Vamos, tiene que haber algo más.

-No hay nada más porque luego me despertaste -puso los ojos en blanco y gruño frustrado.

- ¿Porque te gusta el color naranja? -preguntó, me encogí de hombros.

-Me trae recuerdos -levante la mirada al cielo-. Cuando veía con mi familia el sol ocultarse detrás del océano -desgraciadamente, ya no estaban conmigo para volver a hacerlo.

Él no dijo nada, y solo seguimos caminando en silencio. Mis padres habían muerto, hace 5 años, en un accidente aéreo; era un simple viaje de negocios y dijeron que volverían en la mañana. Pero al día siguiente, llegó la noticia que ya no volverían nunca más. Ese día llore hasta el cansancio.

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