#One Shot#: Susurros del Bosque

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PERSPECTIVA DE NOAH

Era una noche de invierno, fría y sombría, cuando decidí enfrentar lo que había estado tratando de ignorar durante semanas. El pueblo de San Marín yacía en silencio bajo una manta de nieve reciente, sus calles desiertas y oscuras, apenas iluminadas por las farolas parpadeantes. El aire estaba cargado de una tranquilidad inquietante, interrumpida solo por el ocasional aullido distante de un lobo y el crujido de las ramas bajo el peso de la nieve. Mi casa, una construcción de piedra con ventanas pequeñas y techos inclinados, parecía un refugio frágil contra la frialdad que envolvía el mundo exterior.

Soy de estatura media, con una complexión delgada pero firme. Mi piel es pálida, y mi cabello oscuro y rizado cae desordenado sobre mi frente, como si desafiara cualquier intento de ordenarlo. Mis ojos, de un gris profundo, parecen siempre reflejar una mezcla de intensidad y melancolía. A veces me pregunto si lo que veo en ellos es más un reflejo de lo que siento o simplemente una imagen que he proyectado para ocultar lo que realmente soy. Mi rostro suele llevar una ligera sombra de barba, a menudo desaliñada, porque la verdad es que, en mi mundo, afeitarme no es una prioridad. Visto ropa sencilla y abrigada, adecuada para el invierno, aunque mis atuendos siempre tienen un aire de desorden, como si el caos de mis pensamientos se hubiera manifestado en la forma en que me visto.

No podía dormir. Cada vez que intentaba cerrar los ojos, el rostro de Ana emergía en mi mente como una sombra ineludible. Su desaparición había dejado un vacío oscuro y abrumador en mi vida. Ana había sido mi amiga más cercana desde la infancia. Juntos, exploramos cada rincón del bosque que rodea el pueblo, un lugar que siempre consideramos nuestro santuario. Pero desde su desaparición, ese mismo bosque se había convertido en un lugar de pesadillas y leyendas.

—Ana... ¿Dónde te has metido? —pregunté, mientras observaba los enormes pinos desnudos por el invierno.

Las historias que contaban los ancianos sobre el bosque eran grotescas y aterradoras. Hablaban de un susurro que llamaba a los desprevenidos en noches de luna llena, un susurro que arrastraba a las personas hacia un destino desconocido. Siempre consideré esas historias como cuentos para asustar a los niños, pero ahora, en la oscuridad de mi habitación, no podía ignorar la creciente sensación de inquietud.

El reloj marcaba la medianoche cuando me levanté de la cama. La ansiedad era una presión constante en mi pecho, como si una mano invisible estuviera apretando mi corazón. Me vestí rápidamente con ropa de abrigo, preparándome para enfrentar la noche gélida. Cogí la linterna de la mesita de noche y la examiné; el haz de luz temblaba ligeramente, reflejo de mi propio nerviosismo.

El sendero hacia el bosque era un camino estrecho, rodeado de los pinos que una vez en otoño estaban vestidos de hojas rojizas y amarillentas, además de estar cubiertos de nieve. La noche estaba despejada, la luna llena bañaba el paisaje con una luz plateada que creaba largas sombras en el suelo. La luz de la linterna parecía luchar por mantenerse contra la oscuridad envolvente. Cada crujido bajo mis botas, cada sombra que se movía en mi campo de visión, alimentaba mi inquietud.

—Qu... Qué frío... —Titirité, el abrigo que me puse no parecía darme calor, o a lo mejor, era mi propio miedo el que me incitaba a sentir una presencia helada siempre alrededor de mí.

A medida que avanzaba, la sensación de ser observado se intensificaba. El viento frío se colaba bajo mi abrigo, mordiendo mi piel. Me detuve un momento para escuchar, el silencio era casi palpable, interrumpido solo por el leve susurro del viento entre los árboles. El bosque estaba tan tranquilo que casi podía escuchar el latido acelerado de mi propio corazón.

De repente, lo oí. Un susurro, casi imperceptible al principio, pero lo suficientemente claro para hacerme detener en seco. Era un murmullo, suave, como una brisa que acariciaba los árboles, y a pesar de la frialdad, un sudor frío comenzó a deslizarse por mi frente. El susurro parecía pronunciar mi nombre.

Susurros del Bosque | #ONE SHOT#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora