La florería The garden of the heart era el único lugar que iluminaba la fria y oscura ciudad, un lugar que se sentía como un abrazo reconfortante, lleno de calidez y paz, un lugar construido por una mujer soñadora y decidida a salir adelante. Para Cecilia, su florería era su manera de expresar su verdura personalidad sin ser juzgada.
Una noche, mientras Cecilia dejaba todo listo para el día de mañana, escuchó de nuevo la hermosa melodía que siempre aparecía en las noches, pero esta vez era diferente, como si el intérprete transmitiera a través de la música sus penas.
La castaña frunció el ceño al mirar el reloj de pared y se sorprendió al ver la hora, tomó su bolso para cerrar la puerta con llave, se abrazó así misma al sentir el clima frío, comenzó a caminar lentamente debido al dolor al dolor de sus pies, de vez en cuando pensaba en darse unas vacaciones.
De nuevo esa melodía resonó en la calle, Cecilia se detuvo en medio de la calle al escucharla y una necesidad de descubrir el origen de la música llegó, ya era tarde y podría preocupar a su abuela pero su curiosidad por saber era el dueño de la música se hacía más fuerte, se dio la vuelta y caminó hacia el teatro, sus piernas temblaban y su corazón latía con fuerza cada vez que se acercaba al teatro, en el camino pensó en las excusas que le daría a su abuela por llegar tarde, frotó sus manos una contra la otra tratando de encontrar calor en sus fríos dedos, respiro profundo y abrió la puerta con cuidado para no llamar tanto la atención.
El teatro estaba sumido en una oscuridad profunda, por un momento sintió miedo y dudas al estar ahí pero su curiosidad crecía cada vez más, caminó lentamente hasta una butaca y se sentó con sigilo para no ser descubierta, las luces encendieron apuntando a una persona de pie en el escenario, Cecilia entrecerró los ojos esforzándose para ver con claridad pero era casi imposible, se iba retirar de su asiento hasta que la música sonó por todo el lugar, la castaña sintió como la melodía la abrazaba desapareciendo todo rastro de estrés y cansancio de su cuerpo, volvió a su asiento recargando su cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos disfrutando del momento. Los recuerdos se reproducían al ritmo de la música y su mente se relajo cada vez más.
Después de un rato la música cesó, abrió lentamente los ojos frotando sus dedos al párpado, se levantó del lugar con cuidado de no ser descubierta pero su teléfono sonó llamado la atención de todos, maldijo por lo bajo sacando el aparato de su bolso y colgando la llamada, giró su cabeza sintiendo una mirada sobre ella, se movió un poco para mirar con más claridad y se sorprendió al ver a una chica de pie mirándola fijamente, sus mejillas se sonrojaron de la vergüenza por la situación en la que estaba y sin más opción camino lentamente hacia el escenario sin dejar de admirar a la chica, por alguna razón no podía despegar su vista de ella, como si estuviera hipnotizada por la belleza y la curiosidad que reflejaba la chica.
— Lo siento no era mi intención asustarte ni algo parecido... - explicó quedando a una distancia considerable del escenario, jugó con el botón de su chaqueta tratando de ocultar los nervios que sentía en estos momentos.
— ¿Quién te dejo entrar? — preguntó la violinista dejando su instrumento en el estuche, caminando a pasos lentos y sentándose en la orilla del escenario
— Estaba abierto y solo quise disfrutar de la música, — levantó la cabeza lentamente, encontrándose con la mirada penetrante de la chica.
— Supongo que es mi culpa…
— ¡No! — la interrumpió, tosió nerviosamente dándose cuenta de su error, y caminó hacia delante, acercándose más a la chica — yo no debí de entrar sin permiso… perdón
La violinista esbozó una sonrisa al notar los nervios de Cecilia con cada palabra que pronunciaba. En ese momento, al ver a alguien sentado en las butacas, un miedo recorrió su cuerpo y sintió el impulso de huir. Sin embargo, al darse cuenta de quién era, por alguna razón se tranquilizó y no se sintió molesta. Al contrario, sintió curiosidad, ya que no era común que alguien apareciera de repente solo para escucharla tocar.
— No te preocupes, solo que no es común que alguien… — De nuevo fue interrumpida, pero esta vez por el sonido de un teléfono. Cecilia cerró los ojos al darse cuenta de que su abuela la estaba llamando, se disculpó y sacó el aparato de su bolso para colgar la llamada. En ese momento, no quería ninguna distracción. — Supongo que te tienes que ir — dijo la violinista, mientras Cecilia asentía con la cabeza, cabizbaja.
— Lamento hacerte sentir incómoda — agregó la violinista, negando con la cabeza y sin dejar de sonreír — bueno, fue un gusto conocerte, de verdad — se despidió dirigiéndose a la salida pero no sin antes soltar una pregunta — ¿Cuál es tu nombre?
La violinista quedó perpleja al escuchar la pregunta, no estaba acostumbrada a que le pregunten algo sobre ella o que mostrarán interés en su vida, sin embargo había algo más profundo que la hacía dudar, dudaba si revelar su nombre con su apellido, ya que la reacción de la gente solía ser negativa.
— Vanya, — una sonrisa tímida apareció en su rostro sin despegar su mirada de la chica — ese es mi nombre y ¿cuál es el tuyo?
— Me llamo Cecilia Evans y soy la dueña de la florería que está cruzando la calle, por si quieres ir — hablo dándole una última sonrisa antes de salir del teatro.
Ambas no sabían, pero esa pequeña interacción abrió la puerta a una historia de amor que, con el tiempo, descubrirían que son almas gemelas. Sin embargo, el camino hacia la felicidad no sería fácil. Personas del pasado de ambas regresarían, revelando secretos que nadie hubiera imaginado.
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𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐁𝐋𝐀𝐌𝐄 𝐌𝐄 | 𝐕𝐈𝐊𝐓𝐎𝐑 𝐇𝐀𝐑𝐆𝐑𝐄𝐄𝐕𝐄𝐒
Fanfiction𝙲𝚎𝚌𝚒𝚕𝚒𝚊 𝚝𝚎𝚗í𝚊 𝚞𝚗𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊 𝚊𝚙𝚊𝚛𝚎𝚗𝚝𝚎𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚗𝚘𝚛𝚖𝚊𝚕 𝚢 𝚝𝚛𝚊𝚗𝚚𝚞𝚒𝚕𝚊 𝚟𝚒𝚟𝚒𝚎𝚗𝚍𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞 𝚊𝚋𝚞𝚎𝚕𝚊, 𝚜𝚒𝚎𝚗𝚍𝚘 𝚍𝚞𝚎ñ𝚊 𝚍𝚎 𝚜𝚞 𝚏𝚕𝚘𝚛𝚎𝚛í𝚊 𝚓𝚞𝚗𝚝𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞 𝚛𝚎𝚜𝚝𝚊𝚞𝚛𝚊𝚗𝚝𝚎, 𝚝𝚎𝚗�...