"Kang, ¿qué está pasando?" La voz de la señora Bae resonó en el aula, cargada de preocupación y de un leve temblor. "No has estado prestando atención en clase, has estado faltando, y me han comentado que no es solo en mis clases en las que duermes. ¿Qué sucede?""Nada. No pasa nada, señora Bae," respondió la jóven, mientras enfatizaba la penúltima palabra como si intentara convencer no solo a su maestra, sino también a sí misma.
Era evidente que nada estaba bien. Para Kang Seulgi, la vida siempre había sido difícil, pero en ese momento se sentía peor que nunca. Desde la llegada de la señorita Bae, próximamente señora, su mundo se había vuelto más gris.
"Seulgi..." La voz de la maestra era un delicado hilo de súplica, una melodía que buscaba atravesar el muro de hielo que la joven había construido a su alrededor.
"No debería preocuparse por mí, maestra. No ha pasado nada," dijo, cerrando la conversación con un tono de voz que se retornó en un grito ahogado en su interior, antes de huir del salón como si las palabras dichas la persiguieran.
La imagen de la joven que alguna vez había sido conocida por Joohyun ahora se desvanecía en sus recuerdos, una ilusión lejana que parecía burlarse de ella. Ella misma se había encargado de pedirle a la joven que se quitase la careta, pero ahora se encontraba sorprendida y perdida ante el reflejo de la persona que tenía frente a ella.
Joohyun nunca debió acercarse a ella. Una relación común 'maestro-estudiante' la habría salvado de aquella sensación de asfixia en la que se encontraba ahora. La indiferencia de una desconocida sería un alivio en comparación con el dolor que le creaba sentir una mirada de rencor en un rostro al cual... ¿quieres?.
Porque, al final, Joohyun no la amaba, ¿verdad? ¿Cómo podría? Si la mismísima Seulgi dudaba de poder ser amada.
Joohyun se revolcaba entre sus sábanas una vez más, presa del insomnio que no le permitía descansar. La angustia le oprimía el pecho, justo en la boca del estómago y la sensación de náuseas la empujaba a levantarse de la cama casi corriendo en busca de algo o quizás de alguien que calmará su tormento.
"Me voy," resonó una voz en la cocina, y fue ahí que se dio cuenta de la notable ausencia de su prometido en la cama.
"¿Qué? ¿De qué hablas? ¿A dónde piensas ir?" Una voz masculina resonaba con incredulidad y preocupación.
"Una compañera ha encontrado un buen lugar donde vivir. Seremos roomies y así no gastaremos tanto dinero entre ambas," respondió Seulgi, tratando de sonar segura.
"¿Y qué pasará con tus estudios, Seulgi? ¡¿Qué está pasando contigo?! No puedes simplemente irte así y..."
"Ya soy mayor de edad, Garam. No te preocupes, acabaré la preparatoria y entraré a la universidad. Solo que será lejos de aquí. Ya está todo decidido... Deberías preocuparte más por tu nueva familia," dijo, intentando marcharse, pero él la detuvo, tomando su brazo con fuerza.
"¿De qué mierda hablas? Eres mi hermana, ¡también eres mi familia!" Su voz se quebró, la frustración y el dolor se mezclaban dentro de él haciéndolo explotar. "¡¿Por qué haces esto?! ¡¿Qué he hecho mal contigo, Seulgi?!"
"Nada, hermano. Solo que ya no soy tu responsabilidad. Nunca ha sido así," aclaró, abrazándolo con ternura, consciente de la mirada expectante que le brindaba su cuñada desde el fondo del pasillo, como si cada palabra que dijese pudiese romper el frágil equilibrio de la situación.
Al día siguiente, como lo había prometido, Seulgi tomó sus cosas y abandonó la casa. La culpa y la preocupación crecían entre Joohyun y su prometido. Él se atormentaba por no haber hecho lo suficiente, mientras ella se torturaba por haberlo hecho todo. En lo más profundo de su ser, Joohyun sabía quién era el verdadero culpable, y el peso de esa verdad la aplastaba por completo.
El lunes por la mañana, el corazón de Joohyun palpitaba con ansiedad. Había prometido a su prometido que hablaría con Seulgi, que encontraría la manera de acercarse a ella, de tenderle una mano. Pero al llegar a clase, la joven nunca apareció. La incertidumbre se convirtió en desesperación cuando interrogó al resto de los maestros, solo para descubrir que Seulgi no solo había faltado a sus clases. La preocupación se transformaba en un nudo en su estómago.
Su teléfono sonó, interrumpiendo el silencio opresivo. Hubiese preferido nunca responder a esa llamada repentina que hizo erizar su piel. Con la garganta seca y el corazón en un puño, se apresuró hacia el hospital, un lugar al que no había planeado visitar tan pronto.
"Demasiado tarde," fue la sentencia del doctor, su voz fría como el acero golpeando fuerte a los únicos tres presentes, descolocándolos.
"¡¿Por qué no hiciste nada?!" gritó, lleno de furia y desespero, el hermano mayor de la joven que se había ido en un acto de desesperación.
"¿Qué podía hacer?" murmuró la mejor amiga de Seulgi, su voz vacía como un eco en la nada. "Ella no me lo dijo. Solo era una ducha... Yo-"
"¡¿Entonces cómo explicas esa estupidez de que no pueda verla?! ¡No me dejan ver a mi propia hermana, Kim!" El grito desgarrador de Garam resonaba en el pasillo del hospital llamando la atención de las personas alrededor.
Joohyun, aturdida y en estado de shock, solo podía escuchar los gritos de su prometido hacia quien fue una de las mejores personas que Kang Seulgi había conocido. La realidad se desvanecía a su alrededor. Ella se había ido, tan egoístamente, dejando un vacío que ardía en su pecho, y sabía que todo era su culpa.
Sin poder evitarlo Joohyun se desvaneció en el suelo, las lágrimas que antes brotaban sin control ahora comenzaban a evaporarse en su rostro desmayado. Mientras que el mundo a su alrededor se desvanecía en un oscuro silencio.