CAPITULO 1

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El aire frío de Moscú se filtraba a través de mi abrigo mientras caminaba por las calles desiertas, apresurándome para llegar al hotel. Mi día había estado lleno de reuniones tensas, y lo único que deseaba era descansar y dejar atrás el agotamiento. Sin embargo, la tranquilidad de la noche fue interrumpida, de repente sentí un tirón violento en mi brazo, y antes de poder reaccionar, un hombre había arrancado mi bolso de mis manos. Todo ocurrió tan rápido que mi mente tardó unos segundos en procesar lo que estaba pasando, miré a mi alrededor en busca de ayuda, pero la calle estaba desierta o al menos eso creí en un principio. Mientras intentaba reunir el valor para correr tras el ladrón, vi a un hombre de pie a pocos metros, observando la escena con una expresión impasible, vestía un elegante abrigo negro, y su porte distinguido lo hacía destacar incluso a medio día.

Nuestros ojos se encontraron brevemente, y por un momento pensé que él iba a intervenir al ver pasar al ladrón frente a él pero no lo hizo. En su lugar simplemente se quedó allí, mirándome con una mezcla de curiosidad y desconcierto. No podía creerlo ¿Cómo podía alguien simplemente quedarse allí y no hacer nada mientras me robaban? La ira y la frustración se mezclaron dentro de mí, y antes de poder detenerme, le di una patada en la rodilla haciéndolo caer y que mis palabras salieran de mi boca en mi lengua materna.

- ¡¡Eres un idiota!!- grité en coreano, sabiendo que no entendería, pero incapaz de contenerme luego de la situación vivida. Su expresión no cambió, pero algo en sus ojos azules parecía reflejar una leve sorpresa y desentendimiento. -¡Eso es lo que te mereces!- Lo mire desconcertada al ver que no cambiaba su cara de idiota. - ¡Estaba tratando de atrapar a un carterista y tu solo te quedaste mirando! ¡¡Se llevo todo mi dinero!! ¡¡Eres un bastardo inconsciente!!- Por un segundo, pensé que iba a decir algo, pero él simplemente continuó mirándome, como si intentara descifrar un rompecabezas donde las piezas no encajaban. Era frustrante, había algo en su presencia que me desconcertaba, como si no encajara del todo en el escenario caótico de ese momento. Finalmente, rompió el silencio, aunque su tono no denotaba ni disculpa ni explicación, sino más bien una calma casi perturbadora.

-No entendí lo que dijiste, pero parece que no fue nada bueno - Comentó en un inglés impecable, con un acento que no logré identificar del todo pero se notaba que era un local. Apreté los dientes, aún furiosa, pero su indiferencia me dejó sin palabras. ¿Quién era este hombre que ni siquiera se inmutaba ante un asalto? No podía creerlo, y antes de darme cuenta, el ladrón ya había desaparecido, llevándose mis pertenencias con él.

- Olvídalo - respondí secamente en ruso, intentando recuperar mi compostura pero mientras me alejaba por donde el ladrón se había perdido, con la adrenalina aún corriendo por mis venas, aquel extraño con ojos que parecían no conocer el miedo, ni la empatía invadían mis pensamientos con cada paso que daba, al dar vuelta una esquina no pude evitar reír por como sucedieron los hechos solo que ahora no tenia donde ir.

Por otro lado, Mikhail Lomonosov no se permitió detenerse a pensar en la mujer que había dejado atrás en la calle. Caminó con paso firme hasta su coche, estacionado a poca distancia, no era alguien que se involucrara en los problemas ajenos, especialmente cuando esos problemas no afectaban sus intereses. Subió al vehículo y condujo en silencio, la música clásica sonando suavemente en el fondo mientras su mente se sumergía en pensamientos más prácticos.

Al llegar a su hogar, un lugar tan frío y ordenado como él mismo, Mikhail se quitó el abrigo y lo colgó meticulosamente en su lugar. Se sirvió una copa de vino y se sentó en su estudio, donde los documentos sobre la organización de su familia lo esperaban. Tenía asuntos que atender, decisiones que tomar pero por algún motivo, sus pensamientos seguían regresando a la mujer en la calle, a su mirada llena de furia y frustración, y a esas palabras que no había entendido. Era obvio que la misma no era rusa, quizás eso es lo que lo había dejado cautivado a simple vista, una leve sonrisa se asomo en su rostro de tan solo pensarlo.

Sacudió la cabeza, desechando la imagen de su mente. No era relevante, no para lo que tenia que concentrarse ahora mismo, había cosas más importantes en juego y él no era el tipo de hombre que se distraía fácilmente. Sin embargo, mientras revisaba los papeles frente a él, notó que su atención no estaba completamente enfocada en cuanto terreno de Rusia ocupaban actualmente los Sergeyev. Algo en ese encuentro lo había desestabilizado, aunque no quería admitirlo.

Mikhail suspiró, dejando la copa de vino sobre el escritorio y decidió que lo mejor sería descansar, apagó las luces y se dirigió a su habitación, convencido de que por la mañana, todo volvería a la normalidad. Sin embargo, mientras se deslizaba en la oscuridad de su dormitorio, los ojos de la mujer seguían presentes en su mente, interrogándolo desde las sombras. Dio un par de vueltas buscando relajarse más no lo consiguió del todo, opto por hacer un paseo nocturno, le pidió a Lev uno de sus miembros mas fieles a su servicio dentro de la organización encargado de su cuidado que preparara el auto nuevamente, se coloco su abrigo y se subió al vehículo dando un recorrido por las frías calles de Rusia.

- Bien...- Contesté a Lev quien iba recordándome mi agenda de mañana, mientras veía por la ventana no podía evitar pensar en como estaban las cosas actualmente. "Mi padre dice que la lucha entre las organizaciones se ha intensificado en los últimos años y el clima parece ir con ellos" . Pensé al ver la nieve cubriendo el lugar tan dé repente y como esta se acumulaba en los suelos y donde pudiera tomar lugar. "El hijo de los Sergeyev, Sascha se adelantó, se casó con la hija de otra organización. Ellos tienen mas poder e influencia ahora para usar a su favor...Lomonosov era la organización mas grande de Rusia haciéndonos imparables". Solté un suspiro al recordar las palabras de mi padre "Están intentando entrar en guerra con nosotros." Me pasé las manos por el rostro apoyándome en el asiento y volví mi vista hacia la ventana. "No creo que ese día llegue, por lo menos mi padre esta bien. Si él hubiese muerto me hubiera convertido en un monstruo como Sascha."

- Espera, detén el auto. - Le indiqué a Lev al ver una figura femenina pelinegra y con una chaqueta verde sentada en una parada de autobús. -Esa mujer, es la misma de esta mañana... - Toqué mi rodilla recordando aquel dolor punzante causado por ella. -Tú regresa primero - Dije para luego bajar del auto.

- ¿¡Sí!? Esto...¿Tiene algo más que hacer? -Oí a Lev preguntar pero ya me encontraba bajo la fría nieve caminado hacia ella. - Es un asunto personal, no importa.- Respondí, lo escuché llamarme pero lo ignoré al encontrarme frente a la dama quien levantó la vista al instante. -Nos volvemos a encontrar ¿Por qué estas aquí? -Pregunté con una sutil sonrisa pero pude ver su expresión de molestia como si el rencor siguiera en su ser.

"Este desgraciado..." Pensó Suyeon al oír tan estúpida interrogación antes de responder. -Por que no tengo donde ir.- Dijo obvia mirándolo con impaciencia no podía creer el nivel de estupidez que presenciaba en una persona.

- ¿Por que? - Me atreví a preguntarle algo preocupado pero su expresión de molestia se hacia detonar en sus ojos, intenté contener la risa ya que en cierto modo me causaba ternura pero no quería merecer otro golpe por mis acciones.

- ¡Por que me robaron todo el dinero que tenía! ¡Si tan solo me hubieras ayudado a atrapar a ese ladrón antes! - Le respondió con cierta desesperación, aquel hombre la tenia harta pero no podía dejar de admirar sus facciones aunque la molestia seguía presente. -No...No puedo hacer nada ahora. Él se llevó todo y ni siquiera puedo encontrarlo. - Suspiró con decepción "Ni siquiera recuerdo para que vine a Rusia." Pensó Suyeon.

Me quedé en blanco al escucharla sintiéndome mal por ella pensé en algo rápido optando por la opción mas prudente. - Si es así ¿Quieres venir conmigo? - Pregunté escondiéndo cierto nerviosismo, ahora que podía apreciarla de cerca me había dado cuenta de lo lindos que eran sus ojos a simple vista, un color cálido que brillaba bajo el frio de la nieve.

- Tú...¿No eres un traficante de personas? - Pregunté algo desconfiada pero con sarcasmo mirándolo fastidiada.

- Mhm...Algo similar pero no voy a venderte. - Sonreí con diversión por aquella apreciación y extendí mi mano con cordialidad hacia ella. - Entonces ¿Vienes? - La miré esperándo alguna respuesta de su parte, nuestras miradas se conectaron durante un momento envueltos por el silencio de la noche, el frio no se hacia presente en nuestro ser, había una calidez mutua que llegó tan solo con una acción tan simple como la de mirar al contrario. Tomó mi mano con delicadeza y se puso de pie, no quería que el momento fuera incomodo para ella, así que opte por iniciar conversación. - ¿Cuál es tu nombre?- Pregunté mientras caminábamos apenas unos pasos.

- Suyeon...

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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