Si estabas esperando un post sobre los políticos más corruptos, te has equivocado de lugar. Pero te aconsejaría que siguieras leyendo. Creo que leer esto podrá ayudar a más de una persona a entender algunas cosas y a salvarse de gente que tiene muy cerca, sin un pelotón de antidisturbios entre uno y otro. Esas personas que, de repente, parece que te odian y tú no sabes por qué.
¿Se puede saber qué te pasa conmigo?
La verdad es que se puede tropezar muchas veces en esta piedra. He pensado mil veces en escribir algo sobre esto y siempre acabo mordiéndome la lengua y no diciendo nada. Tal vez por no rebajarme a restarles más atención de la que merecen. Pero creo que viene bien entender lo que pasa. Tal vez así la próxima vez lo vea venir y alguno de vosotros también.
Seguro que os ha pasado alguna vez. Os encontráis con una persona a la que creíais muy cercana o cuando menos agradable y maja. Y empieza a haceros salvajes recriminaciones, se le pone cara de poseso (esto si tiene valor suficiente para decírtelo sin tener un teclado y una pantalla, tal vez miles de kilómetros, de por medio) cuando te cuenta cuán horrible es lo que le haces. No mereces que te vuelvan a mirar a la cara, ni a hablar. Ya puedes ir flagelándote y pidiendo perdón.
Aquí tengo un top 5 de «las cosas más horribles que he hecho», para ilustrar el tipo de situaciones a las que me refiero:
1. Subir a mi casa con tres amigos a tomar una última cerveza sobre las doce o la una de un día festivo, cuando no había nadie en casa.
2. Enviar un correo para hacer cuentas de unos gastos que había adelantado a un grupo de personas, pasando el número de cuenta al que había que hacerme la transferencia y quién creía que quedaba aún pendiente.
3. Pedir una corrección de una errata en un cartel.
4. Sugerir a un amigo que iba a salir la víspera que acudiera de resaca a comer a mi casa a plato puesto al día siguiente.
5. Colgar el teléfono demasiado deprisa tras despedirme.
Yo, la Emperatriz del Mal.
Ejem...
Vale, lo he reducido un poco al absurdo, lo he hecho a propósito, pero intuyo que os imagináis por dónde van los tiros.
¿Qué pasa cuando no eres capaz de decir lo que te pasa realmente con alguien, o simplemente con el mundo, porque no es políticamente correcto? Que te vas inventando excusas cada vez más surrealistas. Tranquilo, no va contigo...
No es por ti... es por él. El triángulo dramático
Sí, así es. Normalmente estas recriminaciones, este tipo de miserias, vienen de una distorsión de las responsabilidades. Porque hay que ser muy miserable para hacerle esto a la gente que te aprecia. Esto me lo explicó un terapeuta hace tiempo. Se conoce como triángulo dramático y parte de algo llamado análisis transaccional. Os cuento en pocas palabras en qué consiste, y me centraré en la figura del agresor, que es la que más nos interesa para esto.
Uno debe ser responsable de su vida, y también de sus emociones una vez que llega a la edad adulta. Si algo te disgusta, te duele o te enfada, es interesante preguntarte, en primer lugar, por qué este hecho y no otro. Hay gente que se enfada cuando le cogen sus cosas sin avisar (mea culpa) y otras personas que se enfadan cuando les dan una sorpresa, porque no les gustan las sorpresas. Cada reacción habla de una emoción y, normalmente, éstas suelen estas vinculadas a frustraciones y a inseguridades.
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Los Miserables del siglo XXI. El mobbing donde menos lo esperabas
Документальная прозаEste artículo habla de esas personas que, de repente, parece que te odian y tú no sabes por qué. Este tipo de personas pueden llegar a acosarte y convertirte en víctima del mobbing. Pero este artículo no va de lo malos que son. Va de intentar entend...