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— Lili, ¿estás lista?

— Si, ya voy

— No te olvides de comer, siempre debes sacar tiempo para ti

— No te preocupes mami, no me estoy yendo por mucho tiempo, serán solo 5 meses

— Ve con cuidado

Tomé la mochila que estaba a punto de explotar, subí al taxi y me dirigí al aeropuerto. Era un buen día para iniciar una nueva aventura. Siendo estudiante de cuarto año me dirigía a una pasantía en una universidad al otro lado del país. 

Siendo sincera no me sentía muy cómoda en la universidad en la que estaba, mis compañeros tenían una forma peculiar de relacionarse. No podía culparlos, todos querían sobresalir, lo que generaba un ambiente competitivo pero deprimente. 

Hace unas semanas había tenido una discusión con Laura, mi amiga más cercana de la facultad, por lo que no llegué a despedirme de ella. Esperaba que las cosas salieran de otra manera, pero el ultimo mensaje que me había mandado fue el determinante "yo también quería ir a otra universidad, pero no pude, ya sabes por mi edad ... espero que te vaya bien", aquel mensaje me generó cierta tristeza, incluso en el ultimo momento ella no dejaba de hacer comparaciones.

Decidí guardar el celular, mirar a la ventana imaginándome como sería mi nueva universidad.

Llegó el primer día de visita a la universidad, estaba muy emocionada, porque era muy importante para mi. Aquella universidad representaba mucho, no solo por ser la mejor del país, sino porque era mi sueño de niña. Un sueño que antes no había podido cumplir.

Al llegar me invitaron a pasar al auditorio, un lugar elegante y cómodo, nos encontrábamos ahí todos los jóvenes que estábamos de pasantía. Después de escuchar la charla de bienvenida nos pidieron reunirnos en la puerta principal para las fotografías. 

Veía a mi alrededor, moviendo la cabeza de un lado a otro, ellos se veían muy serios, el ambiente silencioso era un poco intimidante. 

— Chicos, formen un grupo de Whatsapp, para realizar los trámites—sugirió una de las licenciadas.

Volviendo a mirar a mi alrededor me di cuenta que ninguno empezaría a hablar. Mi lado introvertido salía a flote en este tipo de situaciones. Tomando valor decidí empezar a hablar:

— Holaaaaa, ¿de que facultad son?— y miraba a los ojos uno a uno con la esperanza que se vaya el silencio incómodo.

— Hola, soy de Geología

— Yo de Medicina

— Hola, soy de Física

Y así, fui preguntando uno a uno, al mismo tiempo que anotaba sus números de celular

— Soy de Mecatrónica— levanté los ojos sorprendida, no pude ocultar la emoción. Aquella facultad era una de mis opciones cuando estuve postulando a la universidad, me encantaban los robots. 

— Wow, ¿en que semestre vas?— pregunté emocionada.

— Séptimo

—¿es cierto que es la facultad más difícil?

— Bueno, es lo que dicen— respondió con una ligera sonrisa de lado.

Guardé el número de todos.


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Pasaban los días y las clases cada vez se hacían más complicadas, no había hecho aun amigos así que, los días se volvieron rutinarios. No me disgustaba mi soledad, pero eventualmente quería charlar con alguien. 

El me generaba curiosidad así que decidí preguntarle más detalles de su facultad. No parecía incomodarle mis preguntas.

— ¿En que te especializarás?

— Estoy entre dos opciones, telemática o telecomunicaciones.

— ¿Armaste robots?

— Algunos prototipos...

Aquellas conversaciones fueron esporádicas, probablemente una por mes, cuando tenía ganas de hablar con alguien le escribía y le preguntaba temas académicos. 

Había notado que era reservado y callado, eso me generaba más curiosidad. Su aura misteriosa me llamaba la atención, era de esas personas que no podía descifrar.



Amor, solo quiero que seas túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora