CAPÍTULO 1 | Under Pressure

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La entrevistadora, Katerine, miró al doctor James con una mezcla de curiosidad y expectación. Su voz resonó en la sala, cargada de profesionalismo y un toque de anticipación.

—Entonces, con la aparición de la inteligencia artificial hace 20 años, la vida humana cambió drásticamente —comenzó Katerine, dejando que cada palabra se asentara en el aire—. Pasamos de realizar tareas a supervisarlas, de ser guionistas a guiadores, y de artistas a críticos. ¿Cuál será el próximo paso en la evolución de la cotidianidad humana, doctor James?

El doctor James, un hombre de ciencia cuya mente parecía siempre un paso por delante de los demás, respondió sin titubear, con la seguridad de quien ha dedicado su vida a descubrir los secretos del universo.

—La inmortalidad —afirmó con convicción, dejando que la palabra reverberara en la mente de Katerine—. Desde que Industrias Apolo se involucró en el departamento de salud, gracias a nuestros avances, el cáncer... ¿Cosa del pasado hace 10 años? ¿Gripe? Una pastilla y estás como nuevo.

James hizo una pausa, evaluando la reacción de Katerine, antes de continuar con su explicación, sabiendo que estaba a punto de revelar algo que cambiaría la percepción de todo lo que ella conocía.

—El cáncer es precisamente nuestro punto de partida —prosiguió James—. Verás, cuando nos dimos cuenta de que el sida, cáncer, herpes, coronavirus, priones y todas esas horribles enfermedades que nos han acosado desde el inicio de la humanidad eran en gran medida incurables por la forma en que actúan individualmente, entrenamos a una inteligencia artificial que replicó lo aprendido a sus demás réplicas nanoscópicas.

Katerine, ávida de conocimiento, interrumpió suavemente, su interés evidente en sus ojos.

—¿Nanobots?

James sonrió, impresionado por su preparación.

—Vaya, alguien investigó...

Katerine sonrió brevemente, sintiéndose agradecida por el cumplido.

—Gracias, doctor.

El doctor James asintió y retomó su explicación.

—Los nanobots, o el nanovirus, pueden aprender cómo actúa el cáncer y eliminar las células cancerosas autorreplicantes, tal como lo haría un glóbulo blanco, pero a una escala mucho mayor.

Katerine se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos fijos en el doctor James, y su voz impregnada de una mezcla de incredulidad y asombro.

—Entonces, ya somos inmortales —declaró, como si necesitara escuchar la confirmación en voz alta para creerlo realmente.

El doctor James asintió con la serenidad de alguien que ha aceptado una verdad inmutable.

—Así es. Ya somos inmortales.

Pasaron 17 años desde aquella conversación, y la vida en la Tierra había cambiado de manera drástica. Los Ángeles, California, una ciudad que alguna vez fue bulliciosa y llena de vida, ahora era el escenario de una nueva realidad.

Jimmy ajustó su cámara improvisada, asegurándose de capturar cada detalle en su bitácora. La fecha era 24 de diciembre de 2054, un día que solía estar lleno de festividades, pero que ahora marcaba una lucha por la supervivencia.

—La energía, aunque menor, sigue siendo abundante —murmuró Jimmy para la grabación, sus palabras cargadas de un cansancio acumulado—. Los Ángeles todavía tiene torres solares e hídricas, y parece un buen lugar para asentarnos. Llevo conmigo 3 paquetes de pasta, dos manzanas y un pollo congelado en la mochila. Si hoy encuentro jugo o leche, estaríamos frente a la primera Navidad real de mi hermana.

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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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