Cinco años después de Amanecer, las cosas parecen ir relativamente bien tanto para la familia Cullen como la manada de los Quileute.
Sin la amenaza constante de Aro y el resto del clan Vulturi, se podía respirar la paz y la calma en el ambiente.
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NOAH APOYÓ LA CABEZA CONTRA el respaldo del asiento, observando distraídamente cómo la lluvia golpeaba el parabrisas del Volvo. El sonido del agua era constante, suave, pero en el interior del vehículo, el ambiente estaba cargado de una energía distinta. No era tensa, exactamente, pero sí algo densa, como si estuviera hecha de preguntas sin responder y pensamientos que aún no habían sido dichos en voz alta.
Seth, en el asiento del conductor, tamborileaba los dedos sobre el volante con un ritmo casi ausente. Sus ojos, cálidos y atentos, se desviaban hacia ella de vez en cuando, como si estuviera midiendo su reacción ante todo lo que había dicho hasta ahora.
Noah se giró ligeramente hacia él.
— Entonces... ¿eres capaz de transformarte en lobo siempre que quieras? — preguntó de pronto, con aparente curiosidad.
Seth desvió la mirada de la lluvia y asintió con la cabeza.
— Básicamente, sí — respondió.
Noah entrecerró los ojos con un aire pensativo, y luego una pequeña sonrisa se formó en la comisura de sus labios.
— ¿Incluso sin luna llena? — inquirió con un deje de humor en su voz.
Seth soltó un suspiro exagerado y rodó los ojos.
— La versión de Hollywood no es muy rigurosa — comentó con diversión —. Aunque, según tengo entendido, existen otros lobos diferentes a nosotros que sí son más fieles a esa idea.
El tono casual con el que lo dijo hizo que Noah se enderezara en el asiento, su expresión perdiendo toda traza de broma.
— ¿En serio? — preguntó con cierta inquietud.
Seth notó el cambio en su semblante y se apresuró a agregar:
— Sí, pero creo que están casi extintos. Así que no te preocupes.
Ella asintió lentamente, aunque en el fondo no se sintió del todo aliviada. La idea de que existieran otros lobos, distintos a los Quileute, abría una nueva caja de incógnitas en su mente. ¿Qué tanto de lo que creía sobre el mundo era realmente cierto? ¿Cuántas otras criaturas podían estar ahí fuera sin que ella lo supiera?