𝕻𝖗𝖊𝖙𝖙𝖞 𝕾𝖕𝖗𝖎𝖓𝖌 𝕱𝖑𝖔𝖜𝖊𝖗~

Café con olor a miel~

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En la bulliciosa ciudad de Los Ángeles, el ruido constante de los autos y el murmullo de la gente creaban un fondo vibrante y caótico. La mañana en la ciudad estaba nublada, y una ligera llovizna comenzaba a caer, dando a las calles un brillo grisáceo. Entre los edificios altos y las luces de neón, un pequeño café con una fachada de ladrillos rojos y un letrero de neón que parpadeaba suavemente ofrecía un refugio acogedor del ritmo frenético de la ciudad.

Dentro del café, el ambiente era cálido y cómodo. El aroma del café recién hecho se mezclaba con el de los pasteles recién horneados. Los clientes se acomodaban en las mesas, charlando en voz baja o trabajando en sus computadoras portátiles, mientras la música suave de fondo añadía un toque relajante al entorno.

Spreen se movía con rapidez entre las mesas, sirviendo a los clientes con una destreza que solo el tiempo y la práctica podían brindar. A sus 23 años, la vida no había sido fácil. Tras el doloroso divorcio con su exesposo Fit, quien lo había engañado y traicionado, Spreen se encontraba ahora trabajando arduamente para mantener a su hijo Ramón, de cinco años. Aunque la relación con Fit había comenzado como un cuento de hadas, se había convertido en una pesadilla de traiciones y dolor, dejándolo con cicatrices tanto emocionales como físicas.

Como un omega "imperfecto", Spreen llevaba consigo el peso del rechazo social. En un mundo que juzgaba a los omegas con marcas de vinculación rota como "regalados" y "defectuosos", él había aprendido a vivir con la mirada crítica de la gente. Sin embargo, su amor por Ramón lo mantenía en pie, y aunque la vida no era fácil, él estaba decidido a darle a su hijo lo mejor que podía.

A pesar de su orgullo y actitud desafiante, Spreen era reservado y serio, ocultando sus heridas profundas tras una fachada de cortesía profesional. Cada día en el café era una lucha para mantener una sonrisa mientras lidiaba con el rechazo y los prejuicios que la sociedad le imponía.

Era una mañana gris y lluviosa cuando Shadoune, un importante negociador francés conocido por su seriedad y carisma, entró en el café. Su presencia imponente no pasaba desapercibida, y sus rasgos definidos y su halo rojo, que aún permanecía sutilmente visible a través de su capa azul con detalles en rojo y negro, capturaron la atención de algunos clientes.

Shadoune había llegado a Los Ángeles para realizar una serie de negocios importantes, pero no esperaba que su camino se cruzara con el de Spreen. Al entrar, sus ojos se encontraron con el de Spreen, quien estaba detrás del mostrador. A pesar de su actitud reservada, Shadoune sintió una extraña atracción hacia él, algo que no podía ignorar.

-Buenos días -dijo Shadoune con un tono de voz grave pero amable-Me gustaría un café negro y un croissant, por favor-

Spreen, con su habitual profesionalismo, se acercó al mostrador. A pesar de la lluvia que había comenzado a caer con más intensidad, su cabello ondulado y su actitud desafiante eran evidentes.

-Claro, enseguida le traigo eso -respondió Spreen, tratando de mantener una actitud cortés a pesar del cansancio.

Mientras preparaba el pedido, Shadoune observaba a Spreen con curiosidad. Notó la forma en que el joven omega se movía, cómo su postura y su actitud parecían reflejar una lucha constante con el mundo que lo rodeaba. Había algo en él que atraía a Shadoune, y no solo la apariencia.

Cuando Spreen le entregó el café y el croissant, Shadoune decidió hacer un intento de conversación.

-¿Cómo es trabajar aquí en un día como hoy? -preguntó, intentando romper el hielo.

Spreen, manteniéndose en su reserva habitual, miró a Shadoune con una mezcla de sorpresa y desconfianza.

-Es lo mismo de siempre. Días buenos y días malos. Uno se acostumbra -respondió con frialdad, mientras secaba un vaso en la barra.