El sol de sábado a mediodía iluminaba toda mi habitación. Mis convers, completamente sucios por el maratón por mi vida, descansaban bajo la cama. No había salido de la cama aún, no solo por el agotamiento tras lo sucedido en el bosque, sino también porque me sentía perturbada por lo que aquellos brillantes ojos me habían hecho sentir; era algo indescriptible.
Pero no sabía por qué.
Parte de mi desvelo fue investigando sobre licántropos, aunque no encontré nada nuevo. Eran seres que mantenían cierta distancia con nuestra especie debido al estigma, a las energías diferentes y a su naturaleza. Pero no hallé nada sobre conexiones entre hechiceros y hombres lobo, ni por qué se originaban.
Volteé a ver la bandeja de comida, ya vacía, que Delia me había llevado por la mañana. Había logrado dormir unas pocas horas gracias a los supresores que tomé para que mi mente no siguiera torturándome con mil preguntas.
Decidí que ya era suficiente tiempo en cama y me dispuse a seguir mi rutina de aseo y cuidado antes de bajar. Pude escuchar las voces de Delia y Drew en la planta baja.
Respecto a lo sucedido ayer, estaba algo molesta. Ese par, por su orgullo de Magno, nos expuso, sobre todo a mí. Su soberbia los envolvió; querían demostrar que eran mejores que todos los presentes, pero no debieron dejar que sus impulsos los guiaran. Tenemos una misión clara: adaptarnos para ayudar a nuestra especie, no para mirar a los demás por encima del hombro.
Lo que me deja en un dilema con mis nuevas amigas. Saben que no domino bien la manipulación de poderes, y ahora, después del espectáculo que montaron mis supuestos familiares, no sé qué excusa podría inventar.
Al bajar, Delia estaba cortando algunas hojas mientras Drew hablaba por teléfono, ambos tan concentrados que no se dieron cuenta de mi presencia.
-Lo haremos, pero no es justo -dijo Drew, fastidiado, por teléfono.
Me senté en la isla esperando que alguno de los dos me informara de lo que estaba ocurriendo.
-¿Cómo te sientes? -preguntó Delia cuando notó que estaba ahí.
Antes de que pudiera responder, Drew soltó un gruñido exasperante.
-Ellos piensan que quise matar a ese lobo a propósito y que soy el culpable -dijo, rodando los ojos.
-¿Qué harán? -pregunté preocupada.
-Tu profesor me dijo que lo mejor es ir a presentar disculpas y respeto.
Esta es mi oportunidad de ver al licántropo de ojos azules.
-Iré contigo, al final, todo este asunto es mi culpa.
La verdad es que no sentía culpa, estaba desconcertada por la ola de emociones que experimenté hace unas horas.
-Preparé un ungüento, lo modifiqué un poco, puede que sirva para heridas hechas por material de plata.
-¡Es absurdo! No quería matar a ese maldito lobo, es estúpido. Tengo buena puntería, si hubiera querido matarlo, sabría cómo hacerlo -Drew seguía quejándose.
-Estás exagerando -dijo Delia, restando importancia mientras mezclaba en un tazón las especias.
-¿Qué se supone que diré? "Perdón por ahuyentar a su lobo para que Alia muriera".
Delia tenía razón, Drew solo exageraba. Lo conocía tan bien que sabía que no le gustaba dar su brazo a torcer y que pedir disculpas sin sentirlas lo irritaba.
-Solo vamos a ofrecer nuestros respetos y el ungüento, no tenemos que besarles el trasero si eso es lo que crees que harás -dijo Delia.
-¿Qué opinas, Alia? Alia?
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Atrapada En Mi Naturaleza
FantasyEn un mundo donde el poder puede ser tanto una bendición como una maldición, existe un don tan colosal que exige un control constante, sin importar los sacrificios que imponga a quien lo porta. Alía de Magno, una joven hechicera proveniente de una f...