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Sana se quedó en casa al día siguiente e ignoró el mensaje de buenos días que Tzuyu le había enviado, pues ahora no podía dejar de pensar en las palabras de su padre ¿Qué pasaría si tenía razón? ella no podría resistir que Tzuyu la usara para pasa...

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Sana se quedó en casa al día siguiente e ignoró el mensaje de buenos días que Tzuyu le había enviado, pues ahora no podía dejar de pensar en las palabras de su padre ¿Qué pasaría si tenía razón? ella no podría resistir que Tzuyu la usara para pasar el rato.

Ella sabía que Tzuyu no era ese tipo de chica, pero su padre tenía un punto, él era un alfa y entendía como pensaban, además no podía negar su realidad, a ojos de la sociedad ella era menos que Tzuyu por ser una omega.

Sana suspiró con cansancio, no quería seguir pensando en eso, así que se levantó de la cama y fue a prepararse el desayuno pues intuía que su padre se había marchado hace unas horas, entonces no habría nadie que la molestara o le gritara por todo.

Mientras desayunaba, el timbre de su casa sonó, ella se levantó y abrió, su rostro de cambio a uno de total sorpresa cuando vió a Tzuyu con una caja pequeña en su mano izquierda y unas flores en la derecha.

Sana tragó en seco sin saber qué decir, así que solo se quedó ahí parada. La taiwanesa por otro lado, movió sus pies con nerviosismo, tomó una honda respiración y se animó a hablar. ──Hola Sana, pasaba por aquí y bueno... quería darte algo── habló rápido, agradeciendo porque su lengua no se trabó y pudo entenderse lo que dijo.

La japonesa sonrió pues estaba feliz de ver a la alfa frente a ella, sobre todo haciendo esos lindos gestos que solo ponían más inquieta a su omega. ──Oh, claro ¿quieres pasar?── su voz tensa provocó una sonrisa en el rostro de la taiwanesa, quien asintió en respuesta a esto. Sana se hizo a un lado para que la más alta entrara y fue entonces que recordó que aún tenía su pijama puesta, ésta consistía en un pantalón de algodón junto a una blusa de tirantes.

La vergüenza invadió su cuerpo, pues seguramente se veía fea, ya que no tenía maquillaje. ──Siento mucho que me veas así. ──su voz apenada desconcertó a Tzuyu, quien tomó asiento en un sofá.

──¿A qué te refieres?── su ceño fruncido se veía adorable y solo provocó que la omega de Sana se alborotara un poco más.

──Tiene poco que desperté, seguramente me veo fea.── se abrazó a si misma mientras se encogía un poco frente a la menor.

El semblante de Tzuyu cambió por completo a uno de disgusto. ──No vuelvas a decir eso.── su voz seria asustó a Sana, pues la hizo creer que había hecho enojar a Tzuyu.

──Pero es la verdad Tzuyu, solo mira lo que uso, parece sacado de la basura.──miró al suelo, temerosa porque Tzuyu le de la razón y se vaya, porque ¿Qué alfa querría a una omega fea como ella?

En cambio, Tzuyu dejó los regalos a un lado y se levantó, tomó el mentón de Sana y acarició su mejilla con el pulgar.──Para mí siempre te vas a ver bonita.── besó su frente y después ambas mejillas. La omega de Sana enloqueció con esa acción.

El pecho de la mayor se llenó del calor ahora conocido que siempre aparecía cuando estaba con Tzuyu y como resultado, sus mejillas se colorearon de un tono rosado. Tzuyu por su parte, también pudo sentir a su alfa feliz, lo que la llevó a liberar más feromonas que envolvieron la habitación y a Sana.

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