𝑬𝒍 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒆𝒏𝒛𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒓𝒆𝒚 𝒚 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒐𝒎𝒆𝒈𝒂

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El aire en la sala del consejo se había vuelto denso, cargado de un silencio pesado y húmedo. El rey Viserys, con la mirada perdida en el vacío, parecía una sombra fantasmal de su antiguo yo. La muerte de Aemma, su amada reina, lo había sumido en un abismo de dolor y desesperación.

Rhaenyra, su hija, se aferraba a él con una fuerza desesperada, sus ojos enrojecidos por el llanto. La imagen de su madre, agonizando durante el parto, la perseguía sin descanso. La niña, solo una adolescente, había perdido a su madre, pero también a su hermano recién nacido, víctimas del mismo cruel destino.

En medio del dolor, la tradición de los Targaryen se impuso. Un fuego purificador para acompañar a Aemma en su viaje a Valyria. El fuego de un dragón. Los preparativos para la pira funeraria comenzaron con una solemnidad silenciosa. Un grupo de hombres robustos, con la mirada sombría, se encargó de preparar la pira. Con manos temblorosas, levantaron una estructura de madera, adornada con ramas secas y hierbas aromáticas. En el centro, un lecho de carbón era dispuesto para recibir el cuerpo de la reina.

Rhaenyra, con la ayuda de las damas de la corte, se encargó de los últimos preparativos para su madre. Con delicadeza, le vistieron con un sencillo vestido blanco, símbolo de pureza. Una corona de plata, símbolo de su realeza, fue colocada sobre su cabello.

Mientras tanto, los sirvientes se afanaban en preparar la gran sala, donde se realizaría el ritual. Antorchas de cera, con un aroma a pino y mirra, iluminaban el ambiente con un brillo tenue y fantasmal. La tristeza se apoderó de la sala mientras los sirvientes colocaban los escudos de la familia Targaryen, símbolos de poder y gloria.

La atmósfera se tensó cuando Syrax, el dragón de Rhaenyra, fue conducido a la sala. La criatura, una furia de escamas plateadas y fuego, se agitaba con inquietud. Rhaenyra, con un nudo en la garganta, se acercó a su dragón. Con un susurro apenas audible, le susurró una última despedida a su madre, y luego, con un gesto de dolor y decisión, le ordenó encender la pira.

El fuego, una furia roja y dorada, se elevó hacia el cielo. Las llamas, alimentadas por la madera seca y la furia de Syrax, se extendieron hacia el cielo, creando un espectáculo aterrador y hermoso.

En medio de las llamas, el cuerpo de Aemma, envuelto en un manto de fuego, se elevó hacia el cielo. El rey Viserys, con el rostro bañado en lágrimas, se arrodilló frente a la pira. Con un grito desgarrador, se arrojó a las llamas, uniéndose a su amada reina en su último viaje. El fuego, símbolo de la vida y la muerte, se convirtió en el escenario final de la tragedia de Aemma Arryn. Un fuego que la llevó a su destino final, pero que también encendió una llama de dolor en el corazón de su hija.

El rey alfa y el omega, sabían que desde este momento era su nuevo comienzo sin la persona que siempre les brindo ayuda y sabiduría.

Escena:

Nota:Aquí poniendo ya los capítulos que hice, este fue corto por el funeral

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Nota:
Aquí poniendo ya los capítulos que hice, este fue corto por el funeral.

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𝐋𝐚 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐫𝐞𝐢𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐩𝐨𝐧𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora