El regreso de los escuadrones a la aldea estuvo envuelto en un silencio pesado, cargado de tensiones no dichas. Las pisadas de los ninjas resonaban en la tierra húmeda, pero el ambiente seguía tan denso que ni el viento se atrevía a soplar. Todos parecían inmersos en sus propios pensamientos, los rostros cubiertos por la fatiga de la misión, excepto uno. Madara Uchiha.
El último en llegar, su figura altiva e imponente destacó de inmediato. Su cabello negro ondeaba bajo el cielo nublado, pero su mirada estaba fija en un punto indeterminado más allá de la aldea. No se detuvo a intercambiar palabras ni miradas con nadie. Simplemente se giró en dirección a la villa Uchiha, sus pasos firmes pero distantes. El solo hecho de que no dirigiera una sola palabra a los demás fue suficiente para inquietar al grupo. Incluso Tobirama, con su mirada siempre calculadora, apenas pudo ocultar el gesto de incomodidad que cruzó su rostro.
Aisuru observó la escena desde una distancia prudente, su corazón latiendo con una mezcla de confusión y malestar. Había algo en la manera en que Madara se comportaba que la desarmaba, una frialdad que antes no había percibido. O quizá siempre estuvo ahí y simplemente ella no quiso verlo. Inhaló profundo, intentando aplacar la sensación de vacío que crecía en su pecho.
Decidió que lo mejor sería retirarse. Se acercó a Tobirama, su rostro intentando sostener una sonrisa, pero sus ojos traicionaban sus emociones. Él notó de inmediato el cansancio en su expresión, aunque había algo más oculto, algo que no terminaba de descifrar.
—Me voy a descansar, Tobirama. Estoy agotada y necesito dormir —su voz suave, casi vacilante, no convenció del todo al Senju.
Tobirama entrecerró los ojos, analizándola como siempre hacía, captando las verdades a medias que dejaba caer. Sabía que Aisuru no estaba solo cansada; el peso emocional de algo más grande se cernía sobre ella, pero era lo suficientemente prudente para no preguntar. Lo que fuera que hubiera ocurrido entre Aisuru y Madara, no era algo en lo que él debía intervenir, al menos por ahora.
—Descansa. Nos vemos luego —respondió él con una ligera inclinación de cabeza, permitiéndole el espacio que necesitaba.
Aisuru asintió, aunque sabía que él no había creído del todo su excusa. Mientras se alejaba, sintió las miradas de otros shinobi sobre ella, y aunque intentaba ignorarlas, la incomodidad era palpable. A cada paso, la sensación de ser observada se hacía más insoportable. Pero más allá del peso de las miradas, estaba la carga de sus propios pensamientos. Madara. Siempre Madara. El beso, su frialdad posterior, todo giraba en su cabeza como una tormenta que no encontraba su fin.
Los días siguientes transcurrieron en una calma engañosa. La aldea se mantenía tranquila en apariencia, los ninjas realizando sus tareas con la precisión habitual. Los líderes de los clanes supervisaban los refuerzos en las defensas, y las rutinas continuaban como si nada hubiera cambiado. Pero bajo esa tranquilidad de la superficie, Aisuru seguía atormentada por los recuerdos recientes. El beso... ese momento fugaz que había sido tan intenso como confuso. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir la presión de sus labios sobre los suyos, la urgencia, el deseo. Pero también la dureza.
No podía dejar de preguntarse qué significaba. Si era un error, o si era una declaración. Y, lo que más la inquietaba, ¿cómo debía ella interpretarlo?
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Mientras tanto, Madara había vuelto a sumergirse en sus deberes como líder del clan Uchiha. Su comportamiento seguía siendo distante y reservado, pero quienes lo conocían bien notaban algo diferente. Una tensión menos marcada en sus hombros, una serenidad que no era habitual en él. El beso con Aisuru había sido un momento que lo había desconcertado tanto como liberado. Durante mucho tiempo, había creído que la batalla era la única vía para calmar la tormenta interna que siempre lo acosaba. Pero aquella interacción con la Uzumaki le había mostrado que existían otros caminos, otras maneras de encontrar respiro. Aunque esa revelación no lo aliviaba del todo; de hecho, lo perturbaba.
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𝗥𝗼𝗷𝗼 𝗘𝘀𝗰𝗮𝗿𝗹𝗮𝘁𝗮 〞 完了。 ( 𝙈𝙖𝙙𝙖𝙧𝙖 ; 𝙏𝙤𝙗𝙞𝙧𝙖𝙢𝙖. )
Fanfic❝ Aisuru ama a Madara, eso es innegable. Pero Tobirama despierta en ella sentimientos tan intensos que la hacen cuestionar todo. Madara es el fuego que la consume, mientras que Tobirama es la serenidad que le da paz. La batalla interna se intensif...