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-¿Está todo bien, joven Jeon?

Jeon Wonwoo sentía como el agua de la ducha aún goteaba por su cuerpo, abandonando su cabello para deslizarse por su cuello y continuar el recorrido por su firme espalda. Esa mañana había dormido a sus anchas y ahora se encontraba sentándose solo en la mesa, mientras su cabello negro se encargaba de humedecer su rostro y parte de su camiseta blanca estampada que había adquirido en Francia en una de sus últimas huidas al extranjero.

Tomó unas cuantas frutas cortadas y se las metió a la boca, virtiéndose luego el agua con infinitos cubos de hielo. Siempre tenia que desayunar ese tipo de estupideces.

-Eso creo -observó como la anciana se disponía a limpiar parte de la sala-. ¿Mis padres ya se largaron, verdad?

-Sus padres salieron ésta misma mañana y su hermana también, aunque dijo que no se demoraría en volver.

-¿Y qué paso con todo el personal?, no veo a nadie, ¿se han tomado el día libre?

-Su madre nos está volviendo a dar el fin de semana libre, joven Jeon. Solo hemos quedado en casa Junhui y yo.

Wonwoo abandonó las jodidas frutas y empezó a verificar todos sus nuevos mensajes. Había cincuenta mensajes más, pero todos eran más de la misma mierda.

-¿Junhui? -cuestionó, moviendo sus dedos en la pantalla del Iphone.

-Sí, el bueno de Junhui tampoco quiso marcharse, porque le es difícil volver a su pueblo y es mejor para él estar...

Habia dicho "bueno" así que no cabía duda de quien estaba hablando.

-¿Qué edad tiene Junhui? -interrumpió con voz calmada, enviando unos diez mensajes a la vez-. ¿Es menor que yo, no?

-Él tiene diecinueve, joven, usted es mayor por dos años.

-Oh, vaya, si lo había notado. ¿Junhui esta aquí, entonces?

Deslizó un cubo de hielo del vaso hasta su boca, atrapándolo entre los dientes.

-Sí, Junhui esta aquí en casa.

-¿Y qué está haciendo ahora?, no lo veo mucho por aquí, ¿solo se encarga de lavar los platos o qué?

Platos. El solo haberlos mencionado le hizo recordar lo sucedido el día anterior. El hielo punzó en su garganta y no pudo evitar toser, ¡al demonio con el puto hielo!

-No, él se encarga de ordenar también... ahora está ordenando la biblioteca del señor.

-Vaya, cuánto trabajo -se levantó del asiento, estirando sus músculos todo lo posible-. Sabe, voy a hacer una reunión en la noche, solo quería avisarle.

Se metió otro cubo de hielo a los labios, sintiéndolo deshacerse en su lengua y luego abandonó el comedor, rumbo a su dormitorio. Podría largarse de la casa, desaparecerse todo el puto día y disfrutar hasta las últimas consecuencias, pero no le daba mucho la gana. Al final, la casa era toda para el nuevamente, así que era mejor esperar a que el resto llegase, que él mismo ir a buscarlos. Además, seguramente los críos que tenía como compañeros de caza-sexo-y-bebida, no tardarían en llegar a alborotarle la tranquilidad, así que tendría que aprovechar perfectamente lo poco que le quedaba de soledad. Estuvo a punto de meterse a su habitación pero prefirió cambiar de rumbo y caminando hacia las escaleras opuestas, bajando cinco escalones de un salto y mordiendose el pulgar cuando aterrizó en el largo pasillo de la parte trasera de su maldita mansión.

Dió unos cuantos pasos hacia adelante, mientras su mirada se paseaba por las paredes blancas y las habitaciones cerradas de ese ancho pasadizo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo por ahí. En realidad, le importaba un carajo todo lo que había por ahí, porque no era ni alcohol ni nada parecido. A parte, el puto polvo se metía por sus fosas nasales y luego le hacía trizas los pulmones.

Inocencia Pasional| WonhuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora