- 2

16 1 0
                                    

El Cuidador, la perfección del orden

La música se detuvo y Peace Hill quedó sumido en un silencio total. Ni siquiera eran audibles nuestras respiraciones, no había cantos de pájaros, ni ruido del viento, e incluso la caída del agua de la fuente era insonora. La falta de sonido, acompañada de los movimientos de las cosas alrededor, hacían que la simulación se sintiera extremadamente irreal, casi como un sueño. Tenía sentido que fuera así, después de todo, era una simulación de sueño, pero la desesperación creía dentro de nosotros debido a la sensación que nos generaba.

De un segundo a otro, un gran estruendo nos sorprendió. El volumen de las radios volvió, pero ahora eran demasiado alto. Asimismo, todos los sonidos que escuchamos antes, como el ruido de la fuente, pasaron de inaudibles a escandalosos. La intensidad no paraba de aumentar, haciendo doler los oídos de todos. Fuí el primero en cubrirme con las manos, tratando de proteger mis tímpanos ya adoloridos. Los demás replicaron mi acción. El volumen seguía subiendo y subiendo, parecía que el ruido continuaría aumentando hasta reventarnos a todos uno a uno. Comenzaba a ser agonizante, causando estragos de pánico y dolor físico en mi interior. No creía que podría soportar por mucho más tiempo. Ya ni siquiera distinguía que objeto hacía cada ruido. Era tan desagradable, que varios de nosotros ya habíamos caído al suelo, aún cubriendo nuestros oídos con desespero, al menos, hasta que una voz nos interrumpió.

- Buenas tardes a todos ustedes, caballeros. - La voz se acercó a nosotros a la vez que el sonido de sus pasos disipaba todos los demás.

El escándalo anterior había terminado y todo volvió a la normalidad, mientras que aquél hombre alto y delgado, con una apariencia refinada y elegante, de cabello ligeramente largo y ondulado, con unos ojos claros envolventes, una nariz perfecta, labios perfectamente estructurados y una apariencia física que parecía haber sido bendecida por todos los dioses; se acercó a nosotros. Portaba un traje azul oscuro que contrastaba con los colores claros y vibrantes que poseía todo el vecindario. Su mirada era penetrante y afilada, soltando aires dominantes. Su manera de andar, su tono de voz, su apariencia; todo en él le hacía magnífico y exquisito. No había dicho mucho, pero algo estaba claro: el era el jefe.

- Perdonen el escándalo de antes, perdí un poco el control. - Mantuvo su rostro bajo después de esas palabras. - También me disculpo por el inconveniente de su aparición. Debían llegar directamente a esta zona, no en donde estuvieron hace unos minutos.

- ¿Y tú quién carajos eres? - Minho cuestionó sin titubear ni un segundo. Un dejo de irritación se coló en sus palabras.

- Soy Hwang Hyunjin, El Cuidador. - Finalmente nos miró mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, mas no reflejaba alegría, sino algo más profundo que eso, quizá... poder.

Todos le miramos. Era perfecto de pies a cabeza, casi irreal. No había ningún fallo en su estructura facial o corporal, y aunque no encajaba con todos los estándares de belleza en el mundo, podía decir que a cualquiera le parecería fascinante, atractivo y encantador. La sonrisa que se formó en su rostro era como un imán que reflejaba una expresión gloriosa. Era imposible que un ser humano fuera tan divino, nadie podía ser como éste: tan espléndido y sin fallos.

- ¿El Cuidador? - La voz de Seo Changbin se escuchó desde atrás mío. Se le notaba ligeramente nervioso.

- El otro rió entre dientes - Así es, Seo Changbin. - Lo miró directamente a los ojos, pronunciando su nombre, aún si no nos habíamos presentado ante él con anterioridad. Esto produjo una reacción aún más nerviosa por parte de Changbin, haciendo que murmurara algo incomprensible para todos ahí. - ¿Quién se está haciendo cargo de tu hijo mientras estás aquí?, ¿Tu madre?

DREAMLANDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora