Lucifer condujo su Corvette por la costa, sin saber muy bien adónde iba. No recordaba haber subido al coche ni cómo había acabado donde estaba. Todo estaba en blanco. Sin embargo, ahora que era más consciente de lo que le rodeaba, las palabras de ella volvieron y se repitieron una y otra vez en su cabeza. Pronto se les unieron otras, una multitud de voces que recordaba de milenios en el Infierno, culpándole a él, el Diablo, de todas sus fechorías. La maldición de tener memoria eidética era que nunca se desvanecían. Otra encantadora característica que el viejo y querido papá había incorporado a sus primeros hijos.
"¡Tú eres la razón por la que engañé a mi marido!"
"¡Tú eres la razón por la que envenené a mi madre!"
"¡Tú eres la razón por la que ahogué a mi hijo!"
"¡Tú eres la razón por la que violé a esos niños!"
"¡Tú eres la razón por la que maté a toda esa gente!"
"¡Tú eres la razón por la que provoqué esos incendios y maté a la gente que había dentro!"
"¡Tú eres la razón por la que destruí esos edificios!"
"¡Tú eres la razón por la que malversé todo de mi empresa y la dejé en bancarrota!"
"¡Tú eres la razón de todo esto!"
"¡Tú eres la razón...!"
"¡Tú eres la razón...!"
"¡Me obligaron a hacerlo!"
Distintas voces, distintos crímenes, el mismo tema. Él era el culpable de todas las fechorías de la humanidad. Había pensado que el detective era diferente. Siempre quería oír las dos versiones de la historia antes de decidir si un sospechoso podía ser culpable del crimen o no. Al parecer, eso no se aplicaba a él, pues no merecía tanto esfuerzo. Sabía que sonaba autocompasivo, pero así era como se sentía.
Entonces Uriel se unió a las voces. Le culpaban por no volver al Infierno, por romper el trato con Padre de llevar a la Diosa de vuelta al Infierno y por no escuchar cuando le dijeron que Lucifer había encontrado una forma de evitarlo. También se le culpó de tener que amenazar a Madre y a Cloe para que Lucifer accediera, lo que condujo directamente a su propia muerte a manos de Lucifer. Este acto provocó un sentimiento de culpa tan profundo que el Diablo quedó atrapado en su propio bucle infernal cuando buscaba desesperadamente el antídoto para el veneno que estaba matando al detective. Siguió reviviendo el asesinato de su hermano una y otra vez hasta que apareció su madre y pudo romper el ciclo, sólo para quedar ella misma casi atrapada. Aunque sabía que no había tenido elección, la culpa seguía ahí. Las lágrimas empezaron a correr por su rostro al oír la voz de su hermano, mezclada con todas las demás, incluida la de Chloe.
Condujo hasta que el sol estuvo bajo en el cielo y entonces dio media vuelta, dirigiéndose de nuevo a Lux. Llegó allí sin darse cuenta del resto del trayecto, aparcó en su sitio habitual y entró por la entrada privada. El club aún estaba vacío, pues no abrirían hasta dentro de una hora o así, pero ya había gente haciendo cola a lo largo de la manzana. Los únicos que estaban allí eran los empleados que se preparaban para el ajetreo.
El camarero jefe de Lux, Patrick, levantó la vista cuando oyó pasos y sonrió, saludando a la persona que había entrado. "¡Eh, jefe!" ¡Esta noche hay un público estupendo! ¡Va a ser una buena noche! Cuando Lucifer no lo saludó, sino que se limitó a subir lentamente los escalones hasta el ascensor que lo llevaría al ático, se sorprendió. Lucifer Morningstar era el mejor jefe que había tenido nunca. Claro que podía ser egocéntrico y hedonista, pero se preocupaba de verdad por su personal y siempre tenía una palabra para cualquiera, desde el conserje hasta el gerente del club. Todos eran iguales para él.
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Lucifer - Consecuencias
RandomChloe y Lucifer tienen una discusión que tiene consecuencias inesperadas. nherbie