El día había comenzado sin sobresaltos, y Antonio se encontraba en su casa, viéndose en el espejo. Llevaba puesto su disfraz de detective retro. No era nada demasiado elaborado, pero tenía su encanto: un abrigo largo de tela gris, un sombrero fedora y una corbata delgada sobre una camisa de botones.
—Bueno... —murmuró mientras ajustaba la corbata en el espejo—. No es como si fuera a destacar entre todos esos trajes espectaculares, pero... —Se encogió de hombros—. Al menos no pareceré un vagabundo.
Justo cuando estaba por salir, escuchó una risita familiar. Calamity, la demonio de piel rosa oscuro, se había materializado sin previo aviso en su sofá, cruzando las piernas y observándolo con una mezcla de burla y diversión. Llevaba su habitual atuendo de cuero oscuro, con los cuernos negros resplandeciendo bajo la tenue luz del apartamento.
—¿Vas a una fiesta de disfraces o a una audición para una película noir de bajo presupuesto? —bromeó, jugando con uno de sus colgantes.
Antonio suspiró. —Voy a la convención con Emiliana. No arruines esto, ¿de acuerdo?
—¿Arruinarlo? —Calamity fingió estar ofendida—. Toñito, por favor. ¿Alguna vez te he arruinado algo? —Y antes de que Antonio pudiera replicar, continuó—. Oh, cierto, el cumpleaños de Paula, la vez que te humillé frente a toda la clase de diseño, y... bueno, varias otras veces. Pero esta vez prometo que seré buena. —Su sonrisa diabólica no inspiraba confianza.
Antonio decidió ignorarla y salió de su casa. Sabía que no podría deshacerse de Calamity tan fácilmente, pero si ella decidía comportarse, podría evitar que la convención se convirtiera en un desastre. Mientras caminaba hacia el centro de convenciones, Calamity lo siguió flotando a su lado, tarareando una melodía inquietante.
El bullicio del evento lo envolvió en cuanto cruzó las puertas principales. Fanáticos de todo tipo de series, películas y cómics caminaban disfrazados por los pasillos, comprando figuras de acción, tomándose fotos y asistiendo a conferencias. Antonio se sintió ligeramente abrumado al ver la dedicación en los disfraces. Él, con su sencillo traje de detective, parecía un extra en comparación.
A lo lejos divisó a Emiliana. Destacaba entre la multitud con su impresionante disfraz de elfa: llevaba una armadura dorada con detalles verdes y una capa que ondeaba grácilmente mientras caminaba. Su cabello rizado, que usualmente estaba despeinado, ahora estaba recogido en un elegante moño trenzado, y unas orejas puntiagudas sobresalían a los lados de su cabeza. A su lado estaban sus amigos, igualmente bien vestidos: Cony como una princesa medieval, Max en el papel de un mago enigmático, Leo como un robot futurista, y Tomás como un pirata aventurero.
—¡Antonio! —gritó Emiliana al verlo, agitando una mano—. ¡Qué bueno que viniste! ¡Estás genial!
—Gracias —dijo Antonio, tratando de no parecer nervioso mientras se acercaba. Calamity, invisible para todos excepto él y Emiliana, flotaba a su lado, observando la escena con ojos entrecerrados.
—Vaya, ella sí que se esfuerza, ¿eh? —susurró la demonio al oído de Antonio—. ¿Qué clase de oportunidad crees que tienes con alguien tan... impresionante?
—Cállate, Calamity —murmuró entre dientes, tratando de concentrarse en Emiliana.
—¿Qué dijiste? —preguntó Emiliana, confusa.
—¡Oh, nada, nada! —Antonio rápidamente cambió de tema—. Me gusta mucho tu disfraz, es increíble. Te ves como una verdadera elfa de un cuento épico.
Emiliana sonrió, evidentemente satisfecha. —¡Gracias! La verdad es que nos esforzamos bastante en los detalles. ¡Y me alegra que hayas venido! Quiero presentarte a algunas personas.
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Las nuevas desventuras de Antonio
HumorAntonio, un joven universitario con una vida aparentemente normal, convive con Calamity, un demonio con forma de chica que no es más que una alucinación persistente y sarcástica de su propia mente. En esta nueva serie de desventuras, Antonio intenta...