Cap 26: La oscuridad se cierra

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El tiempo se había convertido en un enemigo implacable para Malachi. Cada día sin noticias sobre el paradero de Tn era un tormento constante. No podía dormir, apenas comía, y la angustia lo estaba consumiendo. La preocupación por Tn y el miedo a lo que pudiera estarle sucediendo se mezclaban con la rabia hacia Dylan. Malachi sabía que él era responsable, pero sin pruebas claras, la policía seguía avanzando a paso lento.

Mientras tanto, Clara no dejaba de aparecer, casi siempre bajo el pretexto de "apoyarlo" en esos momentos difíciles. Pero Malachi sabía que su presencia era tóxica. Clara solo estaba aprovechando la situación, intentando sembrar dudas en su mente, insinuando que tal vez Tn no regresaría y que debería seguir adelante. Pero él no quería seguir adelante sin ella. Sabía que, en algún lugar, Tn estaba esperando que él la encontrara, y no podía abandonarla.

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Tn, mientras tanto, había perdido completamente la noción del tiempo. Había pasado semanas encerrada en aquella pequeña habitación. Dylan seguía tratándola con una mezcla de frialdad y obsesión. Aunque no la había lastimado físicamente, su control sobre ella era absoluto. No había escapatoria, no había forma de pedir ayuda.

Cada día, Dylan entraba a la habitación, hablaba con ella sobre cómo "podrían ser felices juntos" si ella tan solo "aceptara la realidad". Era como estar atrapada en una pesadilla interminable. Tn intentaba mantenerse firme, pero cada vez le resultaba más difícil. Sabía que tenía que mantener la esperanza de que Malachi la encontraría, pero después de tanto tiempo, la duda empezaba a infiltrarse en su mente.

Una tarde, Dylan entró en la habitación con una expresión diferente en su rostro. Había algo en su mirada que hacía que Tn sintiera un nudo en el estómago. Se acercó a ella más rápido de lo habitual y, antes de que pudiera reaccionar, la sujetó por los hombros, apretando con fuerza.

—Tn, ya es suficiente. He esperado y esperado, pero no puedo más, —dijo con voz temblorosa, sus ojos llenos de una mezcla de frustración y deseo descontrolado—. No puedo seguir pretendiendo que esto es suficiente para mí.

El corazón de Tn comenzó a latir con fuerza mientras intentaba apartarse, pero Dylan la sujetaba con demasiada fuerza. El miedo la paralizó.

—Dylan, no hagas esto, por favor, —susurró ella, su voz temblando—. Sabes que esto no está bien.

Pero las palabras no parecieron llegarle. Dylan la miraba como si estuviera en otro mundo, completamente fuera de control.

—He sido paciente, —dijo él, su voz ahora casi desesperada—. He esperado que vieras que somos perfectos el uno para el otro, pero tú sigues pensando en Malachi. ¿Qué tiene él que yo no tenga? ¿Por qué no puedes verlo?

Dylan la empujó contra la pared, inmovilizándola. Tn intentó luchar, pero las fuerzas le fallaban. El pánico la invadió completamente cuando vio la intención en los ojos de Dylan. Sabía lo que estaba por suceder, y no había forma de detenerlo.

Justo cuando Dylan comenzaba a acercarse más, hubo un golpe fuerte en la puerta. Dylan se detuvo de golpe, como si el ruido lo hubiera despertado de su trance. Se quedó inmóvil por un segundo, y luego, con una mirada de furia, salió de la habitación, cerrando la puerta de un golpe. Tn cayó al suelo, temblando, con lágrimas rodando por sus mejillas. El peligro había pasado por ahora, pero sabía que Dylan estaba perdiendo el control rápidamente. No sabía cuánto tiempo más podría resistir.

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Mientras tanto, Malachi había estado siguiendo una pista que finalmente lo acercaba a la verdad. El investigador privado había descubierto que Dylan había alquilado una cabaña en las afueras de la ciudad, en una zona remota, justo antes de la desaparición de Tn. Todo encajaba, pero todavía no tenían pruebas suficientes para intervenir. Malachi, desesperado, decidió tomar las riendas del asunto y conducir hasta la cabaña él mismo, con la esperanza de encontrar algo que lo llevara directamente a Tn.

El viaje hacia la cabaña fue largo y solitario. El paisaje alrededor se volvía cada vez más agreste a medida que Malachi se alejaba de la ciudad. La carretera serpenteaba a través de colinas y bosques densos, y la noche comenzaba a caer, envolviendo todo en una oscuridad ominosa. A pesar de la creciente sensación de desesperación, Malachi mantenía su mirada fija en el camino, sabiendo que estaba más cerca que nunca de encontrar a Tn.

Pero entonces, en una curva particularmente cerrada, un camión apareció de la nada en el otro carril, invadiendo su lado de la carretera. Malachi no tuvo tiempo de reaccionar. Giró el volante con fuerza, intentando evitar la colisión, pero el coche derrapó en el asfalto mojado por la lluvia. Todo sucedió en un instante. El coche salió de la carretera y rodó colina abajo, dando varias vueltas antes de detenerse bruscamente contra un árbol.

Malachi quedó atrapado entre los hierros retorcidos del coche. El dolor era insoportable, pero lo único que podía pensar era en Tn. Tenía que encontrarla. No podía dejar que esto lo detuviera. A través del dolor y la confusión, intentó alcanzar su teléfono, que había caído en algún lugar del asiento del copiloto, pero su visión comenzó a nublarse, y antes de que pudiera hacer nada más, todo se volvió oscuro.

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Cuando Malachi no llegó a casa esa noche, Freya y Mk comenzaron a preocuparse. Sabían que había estado buscando a Tn por su cuenta, pero algo no se sentía bien. Freya intentó llamarlo repetidamente, pero no hubo respuesta. Después de varias horas sin noticias, decidió contactar a la policía y al investigador privado para reportar la desaparición de Malachi.

La búsqueda comenzó al amanecer, y finalmente, después de varias horas, encontraron el coche de Malachi destrozado al pie de la colina. Lo sacaron de los restos del vehículo, inconsciente y gravemente herido. Lo llevaron de inmediato al hospital, donde fue ingresado en estado crítico.

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Cuando Malachi despertó, lo primero que sintió fue el dolor. Su cuerpo estaba cubierto de vendajes y su brazo derecho enyesado. Pero lo único que le importaba era Tn.

—Tn... —murmuró débilmente, mirando alrededor de la habitación.

Freya, que estaba sentada a su lado, tomó su mano con suavidad.

—Malachi, tranquilo, —dijo con voz suave, pero sus ojos estaban llenos de preocupación—. No hemos encontrado a Tn aún, pero te encontraremos a ti. Estás en el hospital, tuviste un accidente. Tienes que descansar.

—No... —intentó levantarse, pero el dolor lo detuvo de inmediato—. Tengo que encontrarla. Dylan... ella está en peligro.

—Lo sabemos, —dijo Mk, que estaba en la puerta—. La policía está siguiendo la pista de Dylan, pero no pueden moverse sin pruebas concretas. Tienes que concentrarte en recuperarte. No serás de ayuda si te empeoras.

Malachi cerró los ojos, frustrado. Estaba tan cerca de encontrarla, y ahora estaba atrapado en una cama de hospital. Pero en su mente, no podía dejar de pensar en Tn, atrapada en algún lugar, sola y asustada. Sabía que Dylan estaba al borde de hacer algo terrible, y temía que no llegarían a tiempo para detenerlo.

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𝔼ℕ𝕋ℝ𝔼 𝔼𝕃 𝔸𝕄𝕆ℝ 𝕐 𝔼𝕃 𝕆𝔻𝕀𝕆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora