CAPÍTULO I ✯

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<< La paternidad puede llegar en el momento menos inesperado, pero será un rayito de sol para tus días más nublados. >>


— Max debes de escucharme ¡Fue un error! Un simple error... — Sollozó.

El mencionado volteó a ver a la mujer, su rostro estaba empapado en lágrimas y su maquillaje que alguna vez fue perfecto, ahora recorría por sus mejillas sonrojadas, dándole un aspecto destruido. Sintió lástima por la mujer, pero al recorrer su cuerpo sólo cubierto por una sábana blanca y ver mordidas como también chupetones recientes en las partes descubiertas, sintió burbujear el enojó en su pecho otra vez.

La mujer mordió su labio y miró nerviosa al Alfa enfrente de él, — Él me envolvió con sus feromonas...

— ¿Qué? ¿Me dirás que ese imbécil te forzó, Kelly? — gruño — No me mientas, tú y yo sabemos que está no ha sido la primera vez que me engañas — Max miró como la mujer se sorprendió y parecía que iba a volver a llorar.

— ¡Eso es mentira!

— Siempre siento el olor de ese imbécil mezclado con el tuyo, débil, pero ahí está y las noches que dices que tienes reuniones de trabajo, solo son excusas baratas para irte acostarte con él.

Kelly dejo su tristeza a un lado, y ahora ella tenía una mirada furiosa — Sí, es cierto ¡Pero todo es tú culpa! — gritó ante la mirada sorprendida del Alfa — Tú nunca estás en casa por "trabajo" ¿Qué tal si tú me engañas también?

— No me vuelvas a comparar contigo, porque siempre te he respetado, y tú en cambio te atreviste a meter a ese Alfa en mi territorio, eso es una gran ofensa para mí y mi Alfa, no creas que te perdonaré — Max agarró del brazo a la Omega y empezó arrastrarla hasta la salida ignorando los quejidos de ella, estando ahí con un brusco movimiento la saco de su casa.

— ¡No, Max! ¡Perdóname! — Chilló, y desesperada cayó de rodillas ante la atenta mirada del Alfa.

— Olvídate del compromiso que teníamos, y romperé cualquier trato con la familia Piquet.

La mujer lo miró horrorizada — ¡No te atrevas! — Y ante la mirada sería y el porte firme del Alfa, se levantó hecha furia — Jos no dejará que eso suceda — Dijo con una sonrisa socarrona formándose en su labios, cuando vió flaquear la mirada del otro.

El Alfa volvió a su porte firme — Ya decidí que este compromiso está roto, y ni tú, o mi padre me harán cambiar de opinión. Y lárgate de aquí si no quieres que llame a la policía — Dijo dedicándole una última mirada, para luego cerrarle la puerta en la cara.

Cerró los ojos y sobo sus sienes cuando escuchó los gritos agudos de la mujer detrás de su puerta, ignoró los berrinches de la mujer y se dirigió a su despacho, necesitaba un tragó fuerte que lo hiciera olvidar toda esta situación.

De uno de los estantes escogió una botella de vodka, entré la variedad de bebidas alcohólicas que habían ahí. Miró entre el vaso y la botella, ignorando la ética tomó un gran tragó directo de la botella, sintió el ardor tan característico empezaba a recorrer por su garganta y el calor envolver su cuerpo.

Se dejó caer en su silla con botella en mano, soltó un suspiro, por fin se había quitado a la Omega de encima, y aunque no la amaba aún si antes estaban en un compromiso, compromiso arreglado a manos de su padre Jos, empezaba a tomarle un poco de cariño.

Su mirada viajó a la foto enmarcada en su escritorio, ahí se encontraba su padre Jos Verstappen con una mirada amenazante, y su madre Sophie y él en su brazos con apenas una pequeña sonrisa en sus rostros, tenía unos siete años en esa foto, tenía esa mirada de un cachorro inocente que no sabía lo que le esperaba en el futuro solo por llevar el apellido Verstappen, furioso volvió a tomar un gran tragó.

Se lamentó por no haber puesto un alto cuando se enteró de la infidelidad de Kelly hace mucho tiempo, por no romper su compromiso hace diecisiete años atrás, todo por tener miedo de su padre.

Se odiaba.

Y con esos remordimientos dando vueltas por su mente, siguió bebiendo hasta caer inconsciente.

Los golpes fuertes en su puerta y la insistencia en tocar el timbre hasta romperlo lo hicieron despertar, desorientado miró a su alrededor notando que estaba acostado en el piso, se levantó tambaleante soltando quejidos en el proceso cuando sus huesos tronaron, se agarró del escritorio que estaba desubicado cuando un fuerte dolor de cabeza lo atravesó, notó que la foto que antes estaba ahí, ahora estaba en el suelo con el vidrio roto igual que su botella de vodka, su oficina era un desastre, él, su vida era un completo desastre.

Al escuchar otra vez los toques en su puerta soltó un gruñido, si era Kelly no tendría compasión con ella. Se apresuró a llegar a su puerta y la abrió bruscamente.

— Kelly, no estoy de humor para tus mierdas... — Se calló cuando vió que no era Kelly, si no dos pequeños cachorros.

El mayor miró desorientado a los dos niños, el mayor de los cachorros no parecía tener más de quince años y vestía con unas ropas descoloridas por lo viejas que eran estás, y la ropa del cachorro más pequeño estaban igual o peor, las prendas estaban sucias y rotas por todos lados que la viera, su lobo se removió incómodo y un sentimiento inexplicable, para él, empezó a crecer en su pecho.

— ¿Qué...?

— Bien pequeño, aquí termina nuestra viaje — Le habló al cachorro más pequeño para luego empujarlo al Alfa, luego quitó la mochila de sus hombros y sacó del bolsillo de su pantalón una carta arrugada y se las entrego.

Max agarró las cosas sin poder creerlo todavía, ¿Estaba soñando?

— Bien, mi trabajo está hecho — sacudió sus manos, y dió medía vuelta para irse.

Max salió de su estupor, y gritó — ¡¿Esto es una puta broma?! — Dijo exaltado.

El niño paró, y luego levantó sus hombros restándole importancia a la situación — No lo sé, ¡Solo me pagaron cinco dólares por entregar el "paquete"! — Dijo para luego desaparecer, ignorando los gritos del Alfa.

Max pasó su mano por su cara tratando de calmarse, el cachorro que estaba con él no tenía la culpa de está pesada broma, soltó un fuerte suspiro para luego ver al niño que miraba sus zapatos sucios como lo más interesante, su cuerpo tenía un pequeño temblor por el frío, el Alfa sintió un nudo formarse en su garganta.

Se agachó a la altura del niño y vió detenidamente su cabello castaño que estaba desordenado igual a un nido de pájaros, se rió ante el pensamiento, su piel era blanca y su carita tenía pequeñas manchas, pecas, sintió la ternura recorrerlo, levantó su mano para acariciar la cabeza del cachorro por fin obteniendo la atención de esté, sus pequeños ojos cafes lo miraron con atención y confusión.

Max le mostró una débil sonrisa — Dime cachorro, ¿Como te llamas? — Dijo en un tono bajo, para no asustar al más pequeño.

El niño lo miró dudoso, pero luego con una pequeña sonrisa habló.

— Paticio —

Dan

Good Father | Chestappen ✯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora