CAPÍTULO III ✯

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<<  La paternidad no es nada fácil, es algo que el hombre va perfeccionando en el camino. >> 

Pequeñas gotas empezaron a caer en el vidrio del auto llamando la atención de Max, esté miró como el cielo se empezaba a oscurecer y las personas que andaban por las calles empezaron a caminar más rápido y una que otras empezaron a correr cuando la lluvía empezó a caer con más fuerza.

Después de un largó día de muchas emociones regresaban a la casa del mayor, en el camino habían comprado unos cuantos ingredientes para preparar unos platillos fáciles en casa, aunque la mayoría eran comidas ya preparadas solo para calentar en el microondas, porqué Max no creía de sus dotes en la cocina, no quería ir a parar en el hospital por una intoxicación.

Llegando a casa bajaron las cosas del carro, dejando todo en la encimera de la cocina, Max empezó aguardar la mayoría de las cosas en el refrigerador, dejando dos platillos afuera para calentar porque pronto sería la cena.

Luego miró el desastre de la mañana y soltó un suspiro, fue por unos trapos en la cocina y empezó a limpiar parte de la mesa y el suelo.

— Max, ¿Puedo ayudar? — El mayor volteó a ver al cachorro, viendo en su rostro el arrepentimiento y la tristeza  — Se que fue mi error, porqué debí esperarte...

— No te preocupes, pero si no puedes... aunque sea el problema más pequeño, no dudes en pedir ayuda siempre — Max le sonrió para brindarle confianza — Y yo siempre estaré ahí para ayudarte, no tienes porqué hacerlo tú solo.

Max hubiera querido que su padre le hubiera dicho esas mismas palabras, pero para Jos Verstappen esas palabras eran un horror, porqué si no puedes con el más mínimo problema eres un débil, un Verstappen era fuerte y no tenía porqué pedir ayuda a otros, pero Max sin darse cuenta que para Patricio un cachorro de cuatro años esas palabras quedaron grabadas en él con una sensación de calidez y confianza que lo envolvieron.

Tenía a alguien en quien siempre podía confiar.

— ¡Si! — Dijo, para luego correr a los brazos del Alfa, el cual sin dudarlo lo cargo y lo envolvió con su olor.

Sin darse cuenta el lobo y cachorro de los dos individuos empezaron a formar un lazo, uno puro, y uno que nunca nadie podría quebrantar, porqué el Alfa de Max había aceptado como parte de su manana al cachorro.

Como un hijo.

Max sintió un calor envolverlo, pero no era sofocante era cálido y agradable, sonrió sin tomarle mucha importancia, y acepto gustoso el abrazo del cachorro — ¿Qué te parece si vemos la televisión antes de cenar?

Al recibir el pequeño asentimiento del pequeño se dirigió a la sala, estando ahí se sentaron en el sofa grande. Empezaron a buscar un canal de televisión que les llamará la atención, pero la mayoría eran noticias y películas de acción que el pequeño no podía ver.

Hasta que por fin llegaron a uno, Bluey.

Estuvieron ahí unas cuantas horas hasta que por fin llegó la hora de cenar, teniendo que separarse del entretenido programa. Mientras tanto allá fuera la tormenta se volvió cada vez más agresiva dejando caer unos cuantos rayos, haciendo que el cachorro saltara en su lugar cada que un fuerte estruendo se escuchaba.

— Max... — La pequeña vocecita llamó la atención del Alfa, el cual sacó el último plato del microondas para luego dirigirse a la mesa donde ya se encontraba sentando el más pequeño — Tengo miedo — Dijo, viendo al Alfa que sentó a su izquierda, dejando unos de los plato enfrente de él.

Good Father | Chestappen ✯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora