𝙉 𝙤 𝙨 𝙤 𝙩 𝙧 𝙤 𝙨

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Malta

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Malta. 1816

Los pisos de mármol blanco de la mansión Ko, normalmente impecables, vibraban bajo los pasos apresurados de los criados que iban de un lado a otro. Susurros nerviosos llenando cada rincón mientras los miembros de la familia y los amigos más cercanos se reunían en el salón principal. El lujo de la casa no mitigaba la tragedia y la mansión, famosa por su esplendor, estaba impregnada de una atmósfera de desesperación. En el rostro de los presentes, se reflejaba la conmoción que habían causado los últimos eventos. Las palabras que se repetían, pasando de boca en boca, una y otra vez eran las mismas.

—¡Han secuestrado al esposo del señor!


El joven y hermoso Jungkook, esposo del gran noble Ko, había sido arrancado de su hogar y llevado a la fuerza por la temida banda de piratas que asolaban sus costas desde hacía meses y que ya se había hecho de cierta reputación en los mares. Los rumores se habían extendido como el fuego, y ya todos en la isla sabían lo que había ocurrido. La casa de los Jeon, tan conocida por su lujo y opulencia, estaba ahora envuelta en la tragedia.

—Dios nos ampare... —murmuró una anciana dama, cubriéndose la boca con una mano temblorosa—. ¿Cómo es posible que hayan llegado tan lejos? ¿Cómo pudieron llevarse al joven amo?

—Dicen que interceptaron su carruaje. No fue algo al azar, lo estaban cazando—respondió uno de los criados, su rostro pálido—. No hubo oportunidad de defenderse. Oh, ¿cómo se lo diremos al señor?


El señor Ko, que aún no había llegado, no había sido informado, y el silencio pesado que envolvía la mansión solo aumentaba la tensión. Nadie sabía cómo el severo y poderoso noble Ko reaccionaría ante semejante noticia. Pero todos temían el impacto.


Lejos de aquel lujo y caos, en una playa oculta, un barco pirata se mecía bajo la luz de la luna. El Requiem, un coloso de madera negra desgastada por años de saqueos y tempestades, con velas raídas que ondeaban como fantasmas al viento. La brisa salada acariciaba la cubierta, donde antorchas parpadeaban y sombras grotescas se proyectaban en el suelo.


Allí, en el centro de todo, estaba Jeon Jungkook, atado a una silla de madera desgastada por el uso. A diferencia del barco, él permanecía impecable. Su chaqueta de terciopelo oscuro y ajustada a su figura esbelta, bordada con hilos de plata, contrastaba con la suciedad y la brutalidad que lo rodeaba. Su piel clara brillaba bajo la luz de la luna, su rostro temple y hermoso desafiaba a los piratas que lo rodeaban. Tenía el porte de un hombre acostumbrado al poder, y a pesar de la crudeza de la situación y que su corazón latía con fuerza, su rostro no mostraba el más mínimo signo de miedo. Su cabello negro caía en ligeros rizos sobre su frente, enmarcando sus ojos oscuros, profundos y calculadores, perfectos compañeros de una arrogancia palpable en cada palabra que pronunciaba.

𝘾𝙪𝙧𝙡 𝙐𝙥 𝘼𝙣𝙙 𝘿𝙞𝙚. Taekook ꒰vol.2꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora