𝙇 𝙤_𝙦 𝙪 𝙚_𝙛 𝙪 𝙞 𝙢 𝙤 𝙨

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Malta

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Malta. 1810

El sol descendía sobre la campiña, sus últimos rayos iluminando con tonos dorados el paisaje ondulante. El viento soplaba suavemente, cargado con el aroma de la hierba fresca y el murmullo de la vida silvestre. En lo alto de una colina, dos jóvenes pastores reposaban sobre la hierba fresca con sus cuerpos entrelazados en un gesto de íntima familiaridad, acompañados por el suave balido de las ovejas que pastaban cerca.


Jungkook se dedicaba a peinar los cabellos oscuros de Taehyung, que yacía recostado en su regazo y le miraba embelesado. Ambos tenían el corazón ligero, pues hacía sólo un mes que se habían comprometido, sellando un amor que había nacido muchos años atrás, cuando aún eran niños correteando por los campos.


Taehyung sonría al verlo. Sus facciones, habitualmente marcadas por la dureza de su carácter, suavizadas por el cariño que sentía por Jungkook. El viento mecía levemente los mechones sueltos de su cabello, y él alzó la vista para contemplar el rostro de su prometido. Eran jóvenes aún, pero su compromiso, forjado en años de amistad y devoción, había sido el resultado natural que ambos habían estado aguardando.

—Es curioso pensar cómo la vida ha sido tan generosa con nosotros en este humilde lugar —siguió diciendo Jungkook, dejando que la brisa suave acompañara sus palabras—. No tenemos riqueza ni grandes posesiones, pero tengo la certeza de que soy el más afortunado del mundo al tenerte.

—Pienso del mismo modo. Sería un sacrilegio que mi vida no fuera tuya.


Taehyung, se deleitaba con las sonrisas que lograba hacer brotar del hermoso joven, porque aunque ambos provenían de familias humildes y sus camisas de lino gastadas y pantalones de lana tosca lo demostraban, en su Jungkook brillaba una elegancia natural que lo hacía resaltar. Ese porte refinado era algo que había encandilado a Tae desde el primer momento. En su opinión, alguien tan precioso como su prometido, merecía tener cosas igual de hermosas. Fue por eso que en cuanto comenzó a obtener ganancias extra en su trabajo de curtidor, todo su dinero se iba en broches, lazos, chalecos y cualquier otro regalo que pudiera resaltar la belleza de su dulce Jungkook.

—¿Alguna vez has pensado en cómo sería si fuéramos ricos? —preguntó Taehyung observando el cielo mientras sus dedos jugaban con una flor silvestre que dejó luego en el cabello del doncel.

—Si. Pienso que viviríamos en una casa de mármol en la ciudad, con balcones que miren al mar. Tendríamos muchas ropas costosas, joyas y una cama muy suave. Quizá incluso tendríamos sirvientes que se ocupen de nuestras tareas. Cenaríamos un un bonito comedor, sin la preocupación de si el alimento alcanzará. Y tendríamos muchos niños, a todos los mandaríamos a escuelas para que sean muy finos y educados.


La sonrisa risueña y los ojos brillantes de Jungkook mientras relataba lo que veía en su imaginación, dejaron a Taehyung sin aliento mientras se dejaba contagiar de la alegría. Aunque ambos sabían que esos sueños eran solo eso, sueños, no podían evitar imaginar un futuro donde su precariedad los liberara para conocer horizontes diferentes a los que les ofrecía el futuro en Malta.

𝘾𝙪𝙧𝙡 𝙐𝙥 𝘼𝙣𝙙 𝘿𝙞𝙚. Taekook ꒰vol.2꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora