¿Se han muerto mis sueños?

0 0 0
                                    

Una amiga me puntualizó este hecho.

¿Me he rendido a la vida?

Ni siquiera sé cómo contestar a esto.

Tengo años de no urgar en mi interior porque tengo miedo de encontrar algo.

También es cierto que, el dolor no me va. Y, aunque parece una afirmación tonta, debo explicar, que cuando se suelta el caudal de dolor en mi vida se vuelve tan tormentoso.

Tengo miedo de abrir una compuerta y no poder volver a cerrarla, la he mantenido por varios años cerrada.

Es verdad, no puedo llorar.










Recuerdo las últimas veces que lloré, había un dolor literal en mi pecho que me impedía seguir; en seguida tenía que detener mi llanto porque ese algo en mi pecho parecía querer explotar.

No miento, con mi puño cerrado tenía que golpear mi pecho para ayudarme a calmar el dolor y cesar el llanto.

Alguien insiste en que debo ver a un psicólogo. Me resisto fuertemente porque hay cosas de las que me parece muy difícil hablar.

Por eso me decidí a escribir este libro. Tal vez si suelto de poco a poco mi verdad, no duela tanto. Tal vez sea liberador. No espero que lo que escriba tenga mucho sentido, tal vez sea demasiado abstracto para el gusto de cualquiera.











Muchas veces me pregunté a qué se debía la soledad de mi vida.

Déjenme explicarlo.

Yo, difícilmente puedo relacionarme con alguien de manera romántica.

Soy heterosexual... fuertemente heterosexual.






Quiero explicar lo que los hombres significan para mí.

Es algo inalcanzable. Algo a lo que nunca podré aspirar.

Esta es la razón por la que dejé de verlos. No me malentiendan, aún siento atracción por ellos, solo ya no sueño con acercarme a alguien y me doy cuenta que ya no soy atractiva para nadie del sexo opuesto.

Desarrollé una relación demasiado estúpida con una celebridad, sin embargo es lo único que tengo. Pero, pongo de excusa el hecho de que es la única relación que tengo en mi vida. Obvio, real entre comillas porque no tengo una relación con nadie. Soy yo enamorada de un idol. En mi interior me convenzo a mí misma diciendo que, de esa manera no sufriré ninguna decepción amorosa.

Es enfermo y parece ser patético. Pero lo que sí debo decir es que, tengo muchos años sin sentirme patética.

La cura para dejar de ser patético, a mí parecer, es hacer las cosas con seguridad y sin importar que alguien te juzgue. Ser transparente sin miedo al rechazo.

Por más patética que parezca ser a los ojos de alguien más (tan solo trato de ser objetiva con respecto a este asunto), ya ha dejado de importarme lo que puedan ver y lo que puedan percibir acerca de mí. No le debo nada a nadie y ellos tampoco me deben nada.

Sé y entiendo que cada quien está batallando en su diaria lucha por sobrevivir.

Por eso ya no me intereso en murmurar acerca de lo que hace alguien más y mucho menos quisiera juzgar su manera de vivir. Antes bien, me siento cálida al comprender todas nuestras carencias afectivas, emocionales, psicológicas... Me he considerado a mí misma la más tonta de las tontas... Al menos así seré consciente de que es normal fallar.

Fallar está bien, es lo que me tengo que recordar cada día.

Sin embargo me cuesta tanto trabajo cuando alguien se atreve a tratarme como una tonta que no sabe distinguir nada, aún debo controlar esa parte de mi vida.

Tal vez crecí con personas a las que se les hace muy fácil descalificar el esfuerzo y la vivencia de uno. Por eso cuando escucho a personas con algún tono tipo "¿no entiendes?", me siento enojada. Sí, sé que no soy la más inteligente, sé que tengo muchas carencias, pero no puedo aceptar que alguien más me las apunte con un tono tipo "yo sé más que tú", aunque sea cierto. Y, es porque ya tengo suficiente conmigo misma repitiendo a cada rato  lo tonta que soy y que he Sido.

No puedo creer como eso se convierte en un patrón tan difícil de romper.

O sea, puedo escuchar a mujeres empoderadas y seguras de sí mismas, sabiendo que son capaces de conquistar a cualquier hombre... Para mí eso es una utopía.

No las odio, no las admiro.

No quiero ser como ellas.

No está en mi ser el querer humillar al sexo opuesto y creerme superior.

Muchas veces me he preguntado, por qué, si yo, se supone que soy una persona amable y bondadosa (sí, lo sé, parece vanidad, sin embargo me he esmerado por poder aceptar aquellas pequeñas cualidades que sé que tengo), no soy el motivo de ser volteada a ver como una mujer de valor.

Me he resignado, en serio. O sea, no es que no me cuestiones esas cosas, solo que justamente no quiero pelear con la vida.

A estas alturas ya no espero nada. 

Continuará...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 07 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una historia difícil de contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora