24. Una visita inesperada

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Un mes después

Era un día normal como cualquier otro, excepto por el hecho de que te sentías muy mal. No habías tomado nada, pero una sensación de malestar te invadía. Decidiste quedarte en casa y avisaste a tu jefe de las pasantías, Bakugo Katsuki, que no podrías ir a trabajar.

La tarde pasó lentamente, y tu malestar no mejoraba. Te sentías débil, mareada y con náuseas constantes. Cada movimiento parecía requerir un esfuerzo monumental. La noche llegó, y con ella, una sensación de desesperación. No podías dormir, el dolor y la incomodidad eran demasiado intensos.

De repente, el timbre de la puerta sonó, rompiendo el silencio de la noche. Te levantaste con dificultad y te acercaste a abrir. Al abrir la puerta, te encontraste con Katsuki, tu jefe y amado, parado allí afuera con una expresión preocupada en su rostro.

-Katsuki: ¿Qué demonios te pasa? -dijo con su tono habitual, aunque podías notar la preocupación en su voz.

Lo dejaste pasar y lo llevaste a la sala. A pesar de tu malestar, le serviste algo de beber. Katsuki se sentó en el sofá y te observó detenidamente.

-Katsuki: Te ves horrible. ¿Por qué no me dijiste que estabas tan mal? -preguntó, frunciendo el ceño.

-T/n: No quería preocuparte. Pensé que se me pasaría. -respondiste con una voz débil.

Katsuki se levantó y se acercó a ti, colocando una mano en tu frente para comprobar tu temperatura.

-Katsuki: Estás ardiendo. ¿Has tomado algo para la fiebre? -preguntó, su tono más suave de lo habitual.

Negaste con la cabeza, sintiéndote demasiado débil para hablar. Katsuki suspiró y se dirigió a la cocina, buscando algo en los armarios. Regresó con un vaso de agua y una pastilla.

-Katsuki: Toma esto. Te ayudará a bajar la fiebre. -dijo mientras te entregaba el vaso y la pastilla.

Bebiste el agua y tomaste la pastilla, agradecida por su ayuda. Katsuki se sentó a tu lado y te observó con atención.

-Katsuki: No deberías estar sola cuando te sientes así. Voy a quedarme aquí esta noche para asegurarme de que estés bien. -dijo con firmeza.

Intentaste protestar, pero te sentías demasiado débil para discutir. Katsuki te ayudó a recostarte en el sofá y te cubrió con una manta. Se quedó a tu lado, vigilándote con atención.

-Katsuki: Descansa. Yo me encargaré de todo. -dijo mientras te acariciaba el cabello suavemente.

Te sentiste reconfortada por su presencia y, a pesar del malestar, comenzaste a relajarte. La fiebre y el dolor seguían allí, pero saber que Katsuki estaba a tu lado te daba una sensación de seguridad.

La noche pasó lentamente, con Katsuki cuidándote y asegurándose de que estuvieras cómoda. A pesar de su habitual rudeza, podías ver cuánto le importabas. Su presencia y su cuidado te ayudaron a sobrellevar el malestar, y finalmente, lograste conciliar el sueño.

A la mañana siguiente, te despertaste sintiéndote un poco mejor, pero aún débil. Katsuki estaba en la cocina, preparando algo de desayuno. El aroma del café y las tostadas llenaba el aire.

-Katsuki: Buenos días, dormilona. ¿Cómo te sientes? -preguntó mientras te servía una taza de café.

-T/n: Mejor, pero todavía me siento un poco mareada. -respondiste mientras te sentabas a la mesa.

Katsuki te observó con atención, y de repente, una idea pareció cruzar por su mente.

-Katsuki: ¿Cuándo fue la última vez que tuviste tu periodo? -preguntó, su tono serio.

Te quedaste en silencio, tratando de recordar. Te diste cuenta de que había pasado más tiempo del habitual desde tu último periodo. Una sensación de pánico y emoción te invadió al mismo tiempo.

-T/n: No lo sé… Hace un tiempo. -respondiste, sintiendo que tu corazón latía con fuerza.

Katsuki se levantó y se dirigió a la puerta.

-Katsuki: Vamos. Vamos a hacer una prueba de embarazo. -dijo con determinación.

Te levantaste y lo seguiste, sintiendo una mezcla de nerviosismo y esperanza. Llegaron a la farmacia más cercana y compraron una prueba de embarazo. De regreso a casa, te encerraste en el baño para hacer la prueba.

Los minutos que esperaste parecieron eternos. Finalmente, miraste el resultado y tus ojos se llenaron de lágrimas. Saliste del baño y te encontraste con Katsuki, que te esperaba ansioso.

-T/n: Katsuki… Estoy embarazada. -dijiste con una voz temblorosa.

Katsuki te miró fijamente, y luego una sonrisa apareció en su rostro. Te abrazó con fuerza, y sentiste que todo tu malestar y preocupación desaparecían en ese momento.

-Katsuki: Vamos a ser padres. -dijo con una mezcla de emoción y orgullo.

Sin embargo, a pesar de la alegría en su voz, no podías evitar sentirte abrumada por la situación. Te apartaste ligeramente y miraste a Katsuki con preocupación.

-T/n: Katsuki, no estoy segura de estar lista para esto. -dijiste con un nudo en la garganta- Es un gran cambio y no sé si puedo manejarlo.

Katsuki te miró con seriedad, pero su expresión se suavizó al ver la angustia en tus ojos.

-Katsuki: Escucha, sé que es un gran cambio y que puede ser aterrador. Pero no tienes que hacerlo sola. Estoy aquí contigo, y lo enfrentaremos juntos. -dijo mientras te tomaba de las manos.

-T/n: Pero, ¿y si no soy una buena madre? ¿Y si no puedo con todo esto? -preguntaste, sintiendo las lágrimas correr por tus mejillas.

-Katsuki: No digas tonterías. Eres fuerte y capaz. Y si alguna vez te sientes abrumada, estaré aquí para apoyarte. -dijo con firmeza- No tienes que tomar una decisión ahora mismo. Tómate el tiempo que necesites para pensar en ello. Sea lo que sea que decidas yo aceptaré después de todo es tu cuerpo y tu decisión, si quieres abortar no te preocupes por los gastos yo lo cubro.

Te abrazaste a Katsuki, sintiendo un poco de alivio por sus palabras. Sabías que el camino por delante no sería fácil, pero tener a Katsuki a tu lado te daba la fuerza para enfrentar lo que viniera.

Sugar Daddy [Bakugo y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora