1. Las Duchas de Regresión

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—Llévenselo...¡a las DUCHAS DE REGRESIÓN! —pidió el coach.

Mark, el quarterback, no había parado de quejarse en toda la tarde y, ya hasta las narices, el entrenador decidió que debía recibir un castigo especial. Así que mandó llamar a Breeze, la capitana de porristas, y le encomendó la tarea.

—Ok, coach. Yo lo llevo.

Breeze tenía solo 19 pero como era de esperarse, era una de las chicas más bellas de la Arizona River High School ("AR High").

No muy alta, el cuerpo esbelto y atlético (perfecto para sus acrobacias), con atributos modestos pero curvilíneos; de cara era bellísima: piel blanca e inmaculada, grandes ojos azul hielo, su cabello dorado arreglado en dos colitas gemelas en un estilo aniñado.

En su uniforme de porrista (playera sin mangas y minifalda), como el que llevaba aquel día, era la fantasia de cualquier hombre cuerdo.

"Mmm...", ya acostumbrada a lidiar con chicos inmaduros, Breeze echo un vistazo a su nuevo recluta.

Mark era más o menos de su edad, quizás un poco mayor. No muy robusto (para ser un jugador de americano), pero de cuerpo vigoroso; dos palmos más alto que ella; cabello rubio y corto, rostro apuesto y ojos azules. Guapo sin duda, pero demasiado arrogante y corajudo.

—Hey, nena... ¿a dónde vas a llevarme? —en cuanto Mark miró a Breeze, empezó a comérsela con sus libidinosos ojos, y le levantó la ceja en un gesto de coqueteo.

—Mmmm... —Breeze achicó los ojos y su rostro esbozó una sonrisa coqueta de oreja a oreja, y acercándose al quarterback, lo cogió por el brazo, con ambos manos—. Solo... acompáñeme —le pidió, colgándose de él y contoneando las caderas, mientras caminaba fuera de la cancha.

—Uuh... —encantando, Mark se dejó guiar por la porrista y pronto abandonaron el campo de juego.

Un par de minutos más tarde...

—Bueno, hemos llegado —con voz suave, Breeze se dio la vuelta y colocando un dedo sobre el pecho de Mark, le felicitó—. Entremos.

—¿Qué...? —se preguntó el chico, un poco nervioso mirando el lugar al que Breeze lo había traído: la pesada puerta metálica de la ducha de los varones—. ¿L-las duchas...?

—Así es, tigre —le contest Breeze, con complete confianza—. Estoy autorizada para entrar. Ahora vamos. Ya oíste. Órdenes del coach.

—Eh--... o-okey... —Mark tartamudeó, totalmente nervioso.

Pero hizo caso a Breeze: abrió la pesada puerta y abrió.

*SHRRIIIIIK...*

Luego de que el portón se abriera, con un horrendo rechinido, Mark sin ninguna sorpresa observó el interior, ya bastante conocido, de las duchas de los chicos: un laberinto gris, poblado de casilleros donde los jugadores guardaban toallas, prendas y otros efectos personales, y un pasillo siempre inundado de vapor que dirigía hacia los corredores en donde se ubicaban las duchas.

—Vamos... —nuevamente tomándolo del brazo, Breeze lo guio hacia las regaderas, mientras él avanzaba titubeando a cada paso.

"No puede ser... ¿qué quiere que hagamos aquí?", se preguntó Mark, intrigado por la idea y completamente nervioso; pero, desde luego, emocionado también.

¿Una chica y él juntos en las duchas? Esperaba que fuera lo que estaba pensando.

Sin embargo, junto antes de llegar a las duchas, Breeze, con un notorio contoneo de sus caderas, como denotando emoción, dobló al lado contrario, hasta que llegó a... LA PUERTA.

Aguas de Regresión (AR High School)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora