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El sonido de los puños de Javon golpeando el saco de boxeo llenaba el gimnasio, pero su mente no estaba del todo allí

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El sonido de los puños de Javon golpeando el saco de boxeo llenaba el gimnasio, pero su mente no estaba del todo allí. Las palabras que había intercambiado con Darilú antes de la competencia seguían resonando en su cabeza. Habían discutido, y él decidió no ir a verla bailar. Quería darle espacio, y también estaba enfocado en su entrenamiento.




"Hay tiempo para disculparse después"


Se había dicho a sí mismo. Pero cuando el teléfono vibró en la banca, un extraño mal presentimiento le recorrió el cuerpo.



Tomó el teléfono con manos temblorosas. Era un mensaje de Jaden.


Javon, bro, Darilú está camino al hospital. Se desmayó después de la competencia.




El mundo de Javon se detuvo. Sentía que el aire se escapaba de sus pulmones mientras sus ojos leían y releían esas palabras. En un segundo, todo lo que habían peleado parecía insignificante, absurdo. La culpa lo golpeó como un puño en el estómago. Con manos temblorosas, llamó a Jaden.



—¿Qué... qué pasó? ¡Dime que está bien, Jaden!.

Jaden habló rápido, su voz cargada de pánico.—No lo sé, Javon. Estaba bailando y luego, después de terminar, simplemente se desplomó. La ambulancia la llevó al hospital. Estoy en camino. ¡Tienes que venir ahora!



La culpa que lo consumía era insoportable. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? ¿Cómo había pensado que el orgullo o el entrenamiento eran más importantes que estar allí para ella? Se quedó un segundo más en silencio, sintiendo el peso de su error.



—Debí haber estado ahí... Esto es mi culpa.



Colgó antes de que Jaden pudiera responder, y sin pensarlo dos veces, corrió hacia la salida del gimnasio. Cada paso que daba hacia su auto se sentía como una eternidad, y la imagen de Darilú cayendo al suelo, sola, sin él, lo perseguía. Entró al auto, encendió el motor, y pisó el acelerador, rezando para no llegar demasiado tarde, lamentando cada segundo que no estuvo a su lado.







 Entró al auto, encendió el motor, y pisó el acelerador, rezando para no llegar demasiado tarde, lamentando cada segundo que no estuvo a su lado

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El hospital estaba iluminado con luces blancas que parecían frías y distantes. Javon llegó corriendo, su corazón latiendo con fuerza mientras atravesaba las puertas de urgencias. A cada paso, el eco de sus zapatillas resonaba en el suelo pulido, pero lo único que escuchaba era el latido ensordecedor de su corazón. Buscó con la mirada y pronto los vio: Jaden, Jayla, Emma y Noah, todos reunidos en un rincón de la sala de espera, con rostros pálidos y miradas desesperadas.




Jayla estaba abrazando sus rodillas en una silla, tratando de contener las lágrimas, mientras Jaden se paseaba de un lado a otro, con las manos en la cabeza. Emma y Noah,que aún llevaban puesto el vestuario de la competencia, estaban sentados juntos, las manos entrelazadas, pero sus ojos fijos en la puerta por donde esperaban noticias de Darilú.




Cuando Jaden vio a Javon, se detuvo en seco. Sus ojos, llenos de preocupación y rabia contenida, se encontraron con los de su hermano.

—¿Dónde demonios estabas, Javon? ¡Ella te necesitaba!


Javon sintió que cada palabra lo atravesaba como una daga. No tenía excusas, solo arrepentimiento. Se acercó a ellos, con el rostro marcado por la culpa.

—Lo sé... lo sé, Jaden. Lo siento tanto... No debería haberme alejado.


Jayla levantó la cabeza y, con la voz temblorosa, habló por primera vez desde que Javon llegó.

—No sabemos nada... solo que la llevaron de urgencia. Nadie nos dice nada.



Emma, que había estado en silencio, se levantó y caminó hacia Javon, sus ojos llenos de lágrimas.

—¿Cómo pudo pasar esto? Estaba tan emocionada por la competencia... y ahora está aquí...

Noah, siempre el más calmado, intentó mantener su compostura, pero su voz también mostraba su desesperación.


—Solo necesitamos saber que va a estar bien. No puede ser nada grave, ¿verdad?.


Javon asintió débilmente, sin palabras que ofrecer. Miró la puerta por donde habían ingresado a Darilú, sintiéndose impotente y lleno de remordimientos. Todo lo que deseaba en ese momento era poder retroceder el tiempo, estar allí para ella cuando más lo necesitaba. Ahora solo quedaba esperar, con un nudo en el estómago y un corazón pesado.



La tensión en la sala de espera era palpable, el aire estaba cargado de emociones contenidas. Todos estaban sumidos en sus pensamientos, rezando en silencio por alguna buena noticia, mientras el reloj en la pared marcaba los segundos que se sentían interminables.



 Todos estaban sumidos en sus pensamientos, rezando en silencio por alguna buena noticia, mientras el reloj en la pared marcaba los segundos que se sentían interminables

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𝐉𝐮𝐬𝐭 𝐘𝐨𝐮/ʷᵃⁿⁿᵃ ʷᵃˡᵗᵒⁿ. (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora