Devuelta a casa

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La tensión entre aquellos dos países era inmensa. Argentina y Uruguay solamente se dedicaban a mirarse fijamente mientras tomaban el tan debatido mate.

El cuarto parecía haberse trasladado a la época de los 80s, en una habitación con vista a un mediano jardín y ellos se encontraban en un aparente gran espacio al frente de aquel gran oasis verdoso.

–Tan preciado sabor de este líquido, ¿no creés, Argentina?- el nombrado no podía estar más sonrojado por el enojo que provocaba el "roba mates" según el celestino.

– ¡Pelotudo! Sabés que lo decís a manera de provocarme - no esperó para defenderse ante tal burla, caer tan bajo como quedarse callado no era una opción.

– Seguís con ese pensamiento, pensé que habíamos acordado en compartirla– el contrario sin temor alguno, dijo lo que siempre habían acordado, aunque fuera solo para darle el gusto.

-¿Y dejar qué sigas usurpando mi cultura? Andás en otras..- aquel argumento repetitivo no paraba de resonar al momento de mencionar historia, más mencionado por el argentino. El uruguayo estaba cansado de tanto bucle entorno a su relación, ¿no podían llevar la fiesta en paz?

–Igualmente- el bicolor celeste habló. –¿Para qué nos trajiste a la antigua casa?- dicho esto en un tono algo incómodo.

El uruguayo solamente decidió rebotar de la silla donde se encontraba para dirigirse a un reproductor de VHS.

–¿Qué pensás–el argentino fue groseramente interrumpido por las palabras cortantes del uruguayo.

-Hablás mucho– el azulino trataba de seguir siendo comprensivo, pero necesitaba aclarar de una vez por todas su degeneración actual.

De un momento a otro, el uruguayo ya no mantenía su forma esférica, su cuerpo se volvió uno delgado pero de gran altura. Sus ojos pasaron de ser blancos de relleno a ser amarillos como el sol de su bandera, siendo acompañados por unos lentes color negro.

Argentina, desconcertado, rebotó de su silla para convertirse en humano. Aparentaba ser de unos 20 años, con un cuerpo trabajado, el argento con su mirada grisácea, contemplaba el rostro del azul a rayas.

En un intento de acercarse, fue tomado de sus dos manos y fue ahí entonces, donde escuchó un familiar instrumental.

Piano, bandoneón, violín..

《 ¿Qué quilombo pensás formar? 》

Para su mala suerte, el rostro del uruguayo no contenía ninguna expresión y yacía neutro, era impredecible saber cual sería su próximo movimiento.

Pero en algo que sí estaba seguro, es que sería difícil terminar la futura discusión.

Se olvidó de todo cuando, de repente, sintió moverse al compás de la música y sus emociones. Por última vez, decidió seguirle la corriente.

...

Exhaustos, sudados, los dos países habían bailado tanto que sus pies dolían más que la fuerte presión en su pecho por la falta de aire en sus pulmones.

–Mirá..– habló el uruguayo, aún así le costara, debía decirlo. –Dejá ir ese pensamiento sobre la "usurpación", aquí los dos hemos crecido juntos te guste o no–.

Será por vergüenza o pena, pero el argentino evitó a toda costa mirar al contrario.

–Pero sabés, podemos continuar escribiendo historia, gaucho–. Un abrazo rápido y sencillo, para después irse de su antiguo hogar.

Tal vez no cambie, pero lo que no sabía es que todo depende de como se sienta su

población.

Después de todo, él es solo un pedazo de tierra.

¡El Tango es para los dos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora