Me asomo a la ventana, las manos temblorosas como hojas en un vendaval, aunque no por el frío; es verano aquí en Argentina. Mi pecho sube y baja con rapidez, como si mi corazón estuviera tratando de escapar de mi cuerpo. El miedo me estrangula y temo que mi corazón pueda fallar en cualquier momento.
Me toco el cuello con el dedo índice y el anular, recordando la lección de enfermería sobre como comprobar las pulsaciones. La bradicardia, por debajo de las sesenta pulsaciones, y la taquicardia, por encima de las cien. Miro mi reloj y cuento cada latido, tratando de calmarme
Cien pulsaciones por minutos, normal para un adulto en ejercicio intenso o situación de ansiedad...cómo la mía.Me asomo nuevamente a la ventana, pero la oscuridad es total. La noche rodea la casa como un manto negro y solo una vela ilumina el interior. El aliento se hiela en mi garganta al comprobar la hora una vez más ¿la décima? ¿La vigésima?... en lo que va de la mañana.

¿Que les pareció? Mis queridos lectores.
¿Cómo se sentirían si una mañana se levantaran y no hay nada mas que oscuridad a su alrededor?
Los leo