ALICE
En esta ciudad, la noche era distinta. No era como las noches en nueva york que nunca descansaba, o al menos eso dicen.
En esta ciudad pequeña, en las afueras de Soria, (aunque casi se le podía llamar pueblo), las calles eran silenciosas y casi solitarias, pero la sensación era acogedora, te sentías protegida de un modo extraño, como si ningún peligro acechase a estas altas horas de la madrugada.
Mentira. Sólo era mi creencia.
Todo era cuestión de ponerme los cascos escuchando "Hardwel", subir el mentón y creerme que podía con todo.
Seguramente mis tacones resonaban por las calles vacías, haciendo un eco atronador, que si lo escuchase me intimidaría a mi misma. Venía de acompañar a mi mejor amiga Rachel hasta su casa, que quedaba antes que la mía. Regresábamos de la discoteca más famosa de aquí "Hardcore". Sí, el nombre no tenía mucho sentido, o tal vez si...Sólo faltaban un par de manzanas para llegar a mi casa. Y todavía me faltaba por pasar el sitio que más yuyu me daba.
Era una especie de callejuela, atravesando el barrio más pobre, donde todos los yonkis se premiaban a si mismos con sus pócimas mágicas que les hacían volar muy lejos. O pasaba por allí o bordeaba todo el barrio que me demoraba mucho más. Controlé mi respiración y seguí adelante.
Sentía con cada paso como crujían las hojas secas por el otoño bajo mis pies. Un poco más y la callejuela acababa.
Trastabillé en un peldaño y se me cayó el móvil con los cascos. Me agaché para recogerlos maldiciéndome por ser tan torpe.
-Tss, tss.- llamó una voz masculina a unos metros detrás de mi. Me di por aludida, ya que era la única en esa calle, los latidos mi corazón empezaron a zumbar en mis oídos y golpear duramente mi cabeza.- ¿ A dónde vas, gatita?
Mierda. Mierda. Sigue para adelante como si nada.
Aceleré el paso nerviosa maldiciendo. Me dispuse a correr pero ya era demasiado tarde, una mano sudorosa tiró de mi brazo estampándome contra su cuerpo. Era de constitución ancha y ruda, con facciones definidamente duras y los ojos como dos pocos negros sin salida, tan oscuros que intimidaban. Parecía mayor, sus rasgos lo envejecían más. Apestaba tanto a alcohol que el olor me embriagó por un momento, pero tenía suficiente estabilidad como para estar del todo ebrio. Me revolví en su agarre intentando soltarme.
-Ven aquí. Lo pasaremos bien. - su voz sonó cruelmente juguetona. Su aliento apestoso resbaló por mi cara, solté un quejido débil.- Te va a gustar, nena.
Esto no puede estar pasando, no por favor, no, no.
-No...- gimotee demasiado asustada, mi voz sonó como un suspiro lastimero.
Lloriquee revolviéndome con más fuerza, los segundos pasaban, vi lo que iba a pasar y cuando me di cuenta que no podría hacer nada por impedirlo, dejé de luchar. Mis lagrimas surcaban rápido por mis mejillas, al mismo tiempo que las manos del hombre recorrían brutamente mi cuerpo.
Sentí como se rasgaba agresivamente la tela de mi camiseta cara, al mismo tiempo que oía su gruñido de excitación, me dispuse a gritar por el dolor y la desesperación pero su mano sucia ya estaba apretando fuertemente, oí como solataba su cinturón y bajaba su bragueta, subió mi falda, mi sensación era de querer estar muerta, pero aun así saque fuerzas y me revolví intentando arañarle.
Me decidí a intentar morder su mano pero un destello rojo a unos metros me paró, dejándome atónita y maravillada por su hermosura al mismo tiempo. Unos segundos después algo impactó en el cuerpo del hombre, tan fuerte que me impulsó fuera de su agarre, en un movimiento rápido mi cuerpo impactó en el suelo y mi cabeza se encontró alegremente con la pared en un ruido sordo.
Antes de perder la consciencia, con la vista borrosa pude ver ese cabello rojo intenso ondeando alrededor de su cuerpo escultural, que estaba envolviendo al hombre en una forma de abrazo, reduciéndolo.
Podría ser una alucinación, pero reconocía perfectamente a la dueña de ese pelo tan hermosamente envidiable, llevaba tiempo adorando ese cuerpo y esa cara de ángel. No podía tratarse de otra persona.
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-Alice, hija, despierta. - la voz airosa de mi madre resonó en la habitación, me revolví desorientada en lo que parecía ser mi cama. -¡Llegas tarde al instituto! ¡Vamos!- levantó las persianas de la ventana, dejándome ciega por a luz aun sin abrir los ojos.- Acabo de llegar del viaje del trabajo y te encuentro así. ¡Qué ilusión! - dijo con ironía.
-No puede ser lunes... ayer era sábado...-dije con voz ronca y la garganta raposa, me dí la vuelta, sentía mi cuerpo como si hubiera estado en una guerra. La pesadilla me había dejado paralizada y me entraban escalofríos sólo de pensar...
Me levanté perezosa y al dar un paso solté un grito ahogado al ver mi camiseta rasgada...Bum Bum. Bum Bum.
En ese silencio podría haber escuchado mi respiración, pero ni siquiera lo hacía ya.
No puede ser... No...
Los recuerdos que pensaba que era una pesadilla vinieron a mi mente en forma de flashes, luminosas y aterradoras.
Mierda... No puede ser... No no no... Por favor...
Me miré en el espejo de cuerpo entero que tenía en una de las puertas del armario, tenía algún arañazo por la clavícula, la camiseta estaba totalmente destrozada y sucia, la falda estaba en el mismo estado. Y mi cara emborronada por el poco maquillaje que había usado y las lágrimas.
Me sentía rara, sucia, no quería pertenecer a esta piel que me envolvía, las lágrimas hacían pocos al caer de mis pómulos mientras me arrancaba con frenesí las ropas, no podía soportarlo. Corrí a la ducha y frote con fuerza la suciedad de mi piel.
Esto no me puede estar pasando...
Quedé unos segundos shoqueada, repasando los últimos momentos de los que recordaba.
No podía haber sido la pelirroja que vi, y ¿Qué había echo? ¿Qué le hizo al señor? ¿Y si había sido mi imaginación y simplemente el hombre me golpeó?
Espera...espera...
Eso pasó el sábado. Había ido con Rachel a la discoteca a la noche...
¿Y el domingo? No recordaba nada... Solo haber vuelto a casa dando tumbos mientras alguien me sujetaba... Y después dormir...
Sí, llegué a la conclusión de que había estado todo el tiempo dormida a causa del cansancio.Que inocencia la mía pensar que eso era todo. Que allí acababa todo lo sucedido.
Alice en la galería.
