De esta noche, de ti, de mí |j.h.s|

𝟐𝟑:𝟎𝟎

𝓎ℯ𝒿𝒾𝓃

Observo la delicada mano de la mujer oscilar expertamente sobre el brazo del pequeño instrumento, éste emite un sonido dulce y brillante cuando el arco pasa sobre las cuerdas. Las notas graves del piano hacen un contraste perfecto que provoca que la atmósfera se sienta plácida, sin embargo, no puedo evitar tener el inquietante pensamiento de que este lugar es ridículamente elegante, pero me es difícil identificar el qué lo hace de esta manera. Tal vez sea la música en vivo, tal vez sean los candelabros que cuelgan del techo y sus lágrimas de cristal que refractan la luz en todas direcciones, tal vez sean las sofisticadas señoras ataviadas en carísimos vestidos que ríen recatadamente mientras limpian sus comisuras manchando las finas servilletas de labial rojo, tal vez sólo sea yo que no estoy acostumbrada a disponer de más de dos cubiertos a la hora de comer, o tal vez sea la suma de todo lo anterior.

Recorro con la mirada a las demás personas en esta mesa intentando imitar lo que hacen para no parecer tan desorientada como me siento. Trato sin suerte pues todos están demasiado ocupados hablando sobre sus planes y proyectos próximos a despegar con el nuevo año. Me siento de pronto abrumada y un poco celosa, ¿cómo pueden estas personas estar tan seguras de lo que depararán los siguientes 365 días? ¿Cuándo podré yo pararme en el umbral de una nueva etapa sin miedo de lo que está por venir?

Basta. Me reprendo mentalmente, no es el sitio ni el momento para empezar a tener una crisis existencial.

Giro mi cabeza hacia la derecha buscando los ojos de mi padre, creo que la suplica en mi mirada debe ser bastante obvia porque no tarda en sonreírme de manera reconfortante a la vez que toma la segunda cuchara de la hilera que hay junto a su plato, inclina su cabeza hacia adelante y levanta sus cejas levemente animándome a hacer lo mismo que él. Un poco más tranquila, le imito y empiezo a comer la pálida crema de champiñones que tengo frente a mí, el agradable sabor se instala en mi paladar y sin quererlo, suelto un pequeño gemido de genuina satisfacción; nueve pares de ojos se posan sobre mí en ese momento, me apresuro a reverenciar en mi lugar disculpándome, Chaeyoung acaricia el dorso de mi mano suavemente mientras arruga la nariz y estira los extremos de su boca en un gesto que me dice que le ha hecho gracia mi acción. Todos vuelven rápidamente a sus asuntos dándome la libertad de seguir engullendo cómodamente mi cena.

Cuarentaicinco minutos más tarde con el plato fuerte asentándose en lo más profundo de mi estómago y mi mano descansando sobre mi abultado vientre, me dedico a apreciar las luces de la ciudad a través del gran ventanal que está junto a la mesa, me levanto para sentir el frio cristal bajo las yemas de mis dedos, miro hacia abajo; este lujoso penthouse tiene que estar a unos treinta metros del suelo por lo menos, me aparto antes de que el sentimiento de vértigo se instale en mi pecho.

Giro sobre mis pies y me encuentro con un gran reloj descansando en lo alto de una de las columnas de mármol pulido, sus manecillas afiladas apuntan amenazantes los últimos minutos de la noche. Siento un retortijón en mi estómago que me indica que es hora de hacer una visita al baño.

El reflejo frente a mí me devuelve la mirada mientras lavo mis manos, veo mi cabello recogido delicadamente en un moño dejando mi rostro completamente libre, el vestido en un tono nude que deja al descubierto mis clavículas y parte de mis hombros, el maquillaje que hace un gran trabajo cubriendo las marcas de acné y resaltando mi mirada. Aceptable, pienso y de pronto siento cómo la incomodidad se instala en mi garganta, más no tengo tiempo de ahondar en esa sensación porque Chaeyoung aparece detrás de la pared de azulejo que divide los lavabos de los cubículos y se acerca a mí.

–Yejin, ¿qué haces aquí, cariño? Te perderás el brindis.

Con una de sus manos sobre mi hombro me guía fuera del lugar.