Capítulo 7: Deseos oscuros

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Capítulo 7: Deseos oscuros

Maximilian Hofmann

La forma en la que sus labios gruesos se curvaban en una sonrisa discreta y bajaba la mirada de sus ojos esmeraldas que tenían un toqué brilloso y esa expresión de sus finas cejas cuando se alzaban de una manera sensual e inconsciente, no se me quitaban de la cabeza. Jana me había hecho revivir los deseos a los que había renunciado en mi vida pasada, me había hecho desenterrar mis preferencias prohibidas de una manera que apenas podía controlar.

Había renunciado a lo que era hace mucho tiempo, había prometido ser otra persona, intentar sentar cabeza pero, aquí estaba, imaginándome miles de escenarios donde cumplía mis fantasía con ella mientras vestía sexy lencería para mi, pero ese era el error, la fantasía era con alguien que no era mi pareja y con el mundo que había dejado atrás. Pensar en tenerla inmóvil al borde del desespero mientras yo la embestía y pedía por más empezaba a nublarme la cabeza y empecé a imaginarla mientras le daba sin piedad probando sus límites.

—Ma... Maxi —escuché su jadeo trayéndome a la realidad mientras la agarraba con fuerza de las muñecas y del cuello—, está muy fuerte...

La solté mirando los ojos claros de Juliana pareciendo entre excitada y a la vez algo asustada al ver que me había vuelto brusco de repente. Me controlé, necesitaba siempre estar bajo control.

—Estaba pensando en otra cosa —susurré y salí de ella para tomarla de su cintura desnuda, la voltee queriendo agarrarla del cuello, pero frené mis demonios y me forcé a detenerme.

«Calma. No tan rudo».

No quería verle la cara ya era algo que comprobé esta noche tras muchas noches sospechandolo, ya no me excitaba ni me provocaba Juliana, antes quise intentarlo, con ella era muy fácil estar, se entregó sin restricciones a mi, pero ahora sentía que no me entretenía, no era más que una cara bonita, ella no me conocía completamente, ni tampoco conocía el monstruo que yo había encerrado y dejado en la jaula.

Cerré los ojos y volví a entrar en ella intentando enfocarme en el placer del sexo simple e insípido, los gemidos de Juliana me decían que estaba bien, que ella lo disfrutaba como siempre, pero yo no lo sentia suficiente ahora, ¿por qué ahora se sentía así? No era esto lo que deseaba. Maldición. Sentí a Juliana estremecerse cuando se vino y me forcé a venirme en el condón en un jadeo seco.

Mi respiración agitada, pensé que estando con Juliana podía sacarme de la cabeza la idea que había empezado a asomarse latente desde el fondo de mis deseos, pero ahora sólo me sentía frustrado. Era lo que temía, que quisiera esto por lo que había trabajado tanto en dejar, mi droga personal y con alguien con el que evidentemente no estaba bien, no debía tener estos pensamientos con Jana.

Por eso llamé a Juliana cuando acabé mi jornada laboral, le dije que iría a su casa, tenía demasiadas ganas acumuladas que quería sacarlas pero ahora después de estar con ella sólo estaba frustrado. Juliana aceptó en esperarme en lencería diciendo que cancelaría sus planes.

Siempre ella estaba disponible para mí, siempre a mi merced. Pero me di cuenta de que ya esto no lo quería.

—¿Estás bien?

—Tenemos que terminarlo. —solté tajante mientras me sentaba en la cama, ella alzó la vista hacia mí fruncíendo el ceño.

—¿Terminar? Pero si acabamos de...

—Voy a irme por unos meses —la interrumpí— no sé cuando vuelva.

—Pero, pero... Démonos un tiempo Maxi, yo no quiero que me dejes, por favor...

«Joder, ahora llora porque eres un idiota sin tacto»

—Un tiempo... —dije intentando no ser tan idiota, pero no podía evitar ser así; radical en mis decisiones.

Perdición (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora