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Bueno, espero no tener que volver a contar la historia. Todos la conocéis, ¿no?

Que a un adolescente friki y con pocos amigos le picó una araña, que ahora expulsa telarañas por las muñecas y es capaz de trepar por las paredes, que se dedica a salvar la ciudad y bla, bla, bla...

Seguro que no es la primera vez que lo escucháis.

Aunque, esta vez, hay algo diferente en todo esto. En este universo, Spider-Man es español. Sí, exacto, no tiene un nombre típico americano y tampoco es un modelo de ojos azules escogido meticulosamente para enamorar a toda la audiencia. De hecho, este chico se llama Martin Urrutia, y nació en Bilbao.

Por lo demás, es bastante parecido al resto de sus variantes: algo torpe, poco popular en su instituto, con un gran corazón y sentido de la justicia...

Ah, espera, se me olvidaba. Este Spider-Man está enamorado de su mejor amigo desde los catorce años. Y ya tiene diecisiete.

Su mejor amiga Chiara, la única que era conocedora de sus dos secretos más preciados, siempre le decía lo mismo:

—No entiendo cómo puedes enfrentarte a villanos y esas cosas pero luego eres incapaz de declararte.

Y él siempre respondía con las mismas palabras:

—Tú ni tienes poderes ni estás enamorada de tu mejor amiga, así que no puedes opinar.

Luego se iban a comer crepes para ahogar las penas.

Juanjo y Martin llevaban siendo amigos desde los seis años. El vasco acababa de mudarse a Madrid, y había tenido que dejar atrás a todos los amigos que había hecho durante infantil. Aún siendo tan pequeño, se sentía triste y solo.

Llegó al colegio el primer día de clases sin esperanzas ni ganas de hablar con nadie, pero durante el recreo un niño sonriente con las mejillas muy sonrojadas se le acercó y le aseguró que con el pelo tan despeinado parecía un erizo.

Desde ese momento, se volvieron inseparables.

Y en el presente, el Martin de diecisiete años preferiría tirarse a las vías del tren antes que perder su amistad con Juanjo. Podía vivir así, no teniéndolo de la manera que le gustaría, pero teniéndolo al fin y al cabo. Era feliz, con él siempre lo era. Pero eso Chiara no lo entendía.

—¡Pídele ir al baile de fin de curso!

Estaban en la cafetería de su instituto. Era la hora del almuerzo, y como Juanjo se había quedado en clase hablando con una profesora, la medio inglesa había aprovechado para volver a sacar el tema. Estaba prácticamente subida a la mesa, acercando su rostro al de Martin lo máximo que su posición se lo permitía. El chico, sentado justo enfrente suyo, no podía hacer otra cosa más que poner los ojos en blanco, harto de tener la misma conversación una y otra vez.

—Kiki, no voy a hacer eso. Ni siquiera voy a ir al baile.

Esta vez fue el turno de su otra mejor amiga, Ruslana, de girarse bruscamente hacia él y mirarle como si hubiera perdido la cabeza.

—¡¿Perdona?! ¡¿Cómo que no vas a ir al baile?!

—Estamos en España, no en Estados Unidos. No entiendo a quién se le ha ocurrido la idea de hacer un baile, pero es estúpida y no pienso ir.

Se sentía un poco como un niño con una rabieta intentando justificarse, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Pero sus dos mejores amigas estaban todavía peor, mirándolo con una cara de desaprobación totalmente exagerada para la situación tan insignificante de la que estaban hablando.

—Amore, ya te digo yo que vas. Si hace falta te arrastro de los pelos —amenazó la pelirroja.

Martin tuvo que morderse la lengua para no soltar ningún comentario del tipo "me gustaría ver cómo lo intentas". La ucraniana no sabía nada acerca de su superpoder, y no porque no confiara en ella, sino porque no quería ponerla en peligro. En su lugar, soltó un bufido y se acomodó mejor en la silla.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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Snap Out Of It • Juantin Short StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora