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Emily

     Siempre pensé que una de las peores cosas que me había pasado hasta ahora en vida, fue el día en que mi vestido de graduación quedó arruinado bajo la lluvia. Justo antes de la ceremonia.

    ¿Que chica de secundaria quisiera haber pasado 134 días, 17 horas, 45 minutos y 23 segundos de su tiempo buscando el vestido de sus sueños, para que al final, sea una tela mojada? La respuesta es: ninguna.

     Sí, conté cada segundo. ¿Qué puedo decir? El tiempo es importante para mí. O tal vez sea un poco trastornada.

     Pero, hey. Graduarse con el pasado de moda vestido de mi madre no fue tan malo. No fue tan malo parecer una anciana de 56 años en la década de en la que las mujeres tenían que usar faldas largas y con estilos florales, dizque porque no podían enseñar sus piernas y tenían que verse bien para sus esposos.

     Pero yo no tenía esposo, ni tampoco estábamos en esa década.

    Al menos recibí mi diploma, al menos mi amiga Nicole se veía linda.

Si. Ciertamente el peor día de mi vida. Hasta hoy.

     —¿Me está diciendo que tengo que pagar $200 dólares por romper algo que ni siquiera rompí?

     —¿Entonces quien fue? ¿Chapulín el fantasma?

     —Es Casper.

     —Señora, ¿Me va a pagar o tengo que llamar a la Policía?

¿Señora?

     —En las cámaras se ve como claramente usted se apoya sobre la vitrina y la vitrina procede a romperse.—Dice la verdaderamente única señora aquí, señalando la pantalla que muestra la escena en cuestión. ¿Qué  le pasa? ¿Se cree muy especial por tener esos rizos perfectos? Pues no.

     —Señora, no hay necesidad de que me hable con ese tono, puedo claramente ver lo que sucede. Pero, como ya le dije, se veía por las grietas en las esquinas que la vitrina ya estaba débil desde antes y a punto de romperse, yo solo me apoye para quitar una piedra que tenía dentro de mi zapato. Así qué es su culpa por no repararla.

     —Voy a llamar a la Policía.

     Suspiré. Ciertamente, no iba a discutir más con esta señora. ¿Quiere $200 dólares? Pues que vaya y se los pida a su hija, su madre, su abuela, su tía. Lo que sea. De mí no los va a obtener.

     No entiendo que clase de maldición le habrán hecho a mi madre cuando estaba embarazada de mi. Y lo digo porque mi madre dice que cuando yo nací, la energía de todo el hospital se fue repentinamente.

    ¿Qué? ¿Acoso no es supernormal que a penas una mujer dé a luz se vaya la energía en todo el maldito hospital? Por suerte nadie murió ese día. Quién sabe, tal vez había un abuelito conectado que sí dejaba de recibir oxígeno por 0,000001 segundos, estiraría la pata.

    Y como esa, siempre han me han pasado cosas bastante... peculiares, a lo largo de mi vida. ¿Ley de Murphy? Nah. Lo mío es mucho peor.

    Podría quedarme horas recordando las mil y una desgracias que he vivido. Pero ciertamente, estoy más preocupada por el señor oficial que ahora me está dando un sermón por no querer pagar la maldita vitrina.

Adiós $200 dólares, hola billetera vacía.

     Que día de mierda. Primero, al bus que me lleva a la universidad se le pinchó una rueda, considerando que la maldita universidad queda casi que en un maldito cerro, a los otros estudiantes y a mí nos tocó ir camino arriba para poder tomar muestras clases. Segundo, llegue a la universidad y claramente sudaba como gordo en un maratón. ¿Por qué no traje mi desodorante o mi perfume? Juro que los empaqué está mañana.

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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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