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  Germán Usinger, más conocido como Unicornio, tenía una hermosa cafetería donde preparaba todo tipo de café a buen precio y con un exquisito sazón en sus postres

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Germán Usinger, más conocido como Unicornio, tenía una hermosa cafetería donde preparaba todo tipo de café a buen precio y con un exquisito sazón en sus postres.

En cambio, Aldo era un chico pesado que estudiaba a unas calles de la universidad, muy cerca de la cafetería de Uni. Aldo era un tonto, egocéntrico y, si tuviera que llamarlo por un adjetivo, sería: esquivo.

Nadie podía contra él, ya que cargaba el 90% del tiempo una máscara de hielo; siempre tenía algo que decir y sus insultos solían ser muy creativos.

Germán era un chico dulce, nunca estaba metido en problemas ni en malas circunstancias, así que no sabía qué decir ante un enfrentamiento.

Eran muy diferentes, así que Mariana no veía cómo su mejor amigo Roier quería hacer que se llevaran bien.

-Sí, de verdad será bueno. Él es amigo de Spreen y Carre, así ninguno se quedará solo -le dijo, muy convencido, Roier al alto, pero: ¿cómo encajar un imán a una madera?

Suspiró asintiendo a las palabras del más joven, puesto que su lindo novio de ojos verdes ya venía en camino junto a Spreen.

-Hola, hola -saludó, se puso de puntas y aún así no alcanzó los labios del alto. Mariana se agachó y atrapó los labios de su novio bajito-. ¿Qué tal matemáticas?

-Una mierda -Spreen, a su lado, negó con una sonrisa socarrona antes de acercarse y besar los labios del más joven.

-¿Y tú, Ro?

-Bien, idiomas siempre me va bien -dijo con arrogancia, e Iván le sonrió antes de darle un tierno beso.

Mariana miró cómo Aldo ya venía hacia ellos.

-¡Aldo!

Este lo miró con aburrimiento y se acercó.

-¿Qué pedo? ¿Ya saben a dónde iremos?

-Obvio, iremos a Honey Afternoons -dijo con una sonrisa Roier.

-¿Tardes de miel? ¿Qué es? ¿Un teibol? -preguntó con disgusto.

-No, tonto, es una cafetería -dijo Ro, tomando su brazo para guiarlo a la salida. Los demás chicos le siguieron de cerca.

Subieron al coche de Mariana, el cual condujo tan solo unas calles abajo. Aldo estaba usando su celular y no se dio cuenta de cuándo llegaron.

Todos bajaron, así que, al ver cómo el auto quedaba en silencio, alzó la vista. Todos ya estaban afuera. Fue rápido en salir del auto y caminar detrás de sus amigos. Todos entraron y se sentaron en una mesa algo alejada del mostrador.

-Esperen aquí, ya vengo -dijo Roier y todos asintieron, comenzando una plática ligera.

-¿Ya supiste algo de Rocío? -preguntó Mariana a Aldo, y este negó.

-No, y no me interesa -dijo con la voz cortante como siempre. A nadie le gustaba hablar de la única persona que te conoció a fondo y luego te abandonó.

-Buenas tardes, ¿qué les gustaría beber? -preguntó un chico de rasgos bonitos.

-Una latte.

-Café sin azúcar.

-Capuchino.

-Matcha.

-Bien, les traeré enseguida -dijo el chico, y a Aldo le dio cierta sospecha la tranquilidad del chico.

Pasaron alrededor de 7 u 8 minutos cuando los cafés ya estaban en su sitio, cada uno con su dueño. Aldo dio un trago a su matcha, este estaba exquisito para su paladar.

Roier llegó poco después con un chico de cabello rizado. Este tenía un ligero sonrojo.

-Mira, Aldo. Él es Germán.

Germán le sonrió a Aldo. Sus mejillas se tiñeron de rosa al reconocer al chico que, en un pasado muy lejano, fue su novio.

-Hola.

Aldo desvió la mirada indiferente, pues no le interesaba ver al chico que lo engañó en secundaria.

-Él es amigo de Spreen y Carre, además es dueño del establecimiento -mencionó por último el más joven.

Aldo lo miró por encima del hombro.

-¿Usted sabe quién prepara estos cafés? -preguntó malicioso.

-Sí, por supuesto. Yo los preparo -dijo sonriendo orgulloso-. También los postres, los cuales son...

-Pues son un asco -le interrumpió Aldo-. Deberías dedicarte a vender basura, sería casi lo mismo que esto -dijo, dejando con demasiada fuerza el vaso de matcha en la mesa.

Roier se puso colorado de la pena, y Mariana lo miró con enojo.

-Oh, lo siento.

El rostro de Germán tomó un color pálido. Nadie nunca se había quejado de su café. Ni siquiera del vaso de agua que les ofrecía. Siempre decían que era lo mejor que habían tomado, pero bueno, era Aldo y sabía cuán rencoroso era el chico.

-Si lo sintieras, prepararías algo mejor que esto -dijo con las cejas fruncidas, y Germán le miró apenado.

-La casa invita, pida lo que desee -habló Germán, intentando arreglar las cosas.

-Quiero un reembolso -dijo con firmeza, y Germán asintió.

-Cuando se retire, pase a la caja -la pena en la voz del chico no se iba.

-Bien.

La mesa se quedó en silencio. Las dos parejas fulminaban con la mirada al moreno.

Aldo miró la ventanilla con aburrimiento. No le interesaba saber nada de su ex de secundaria ni de sus amigos sentados en la mesa junto a él.

 No le interesaba saber nada de su ex de secundaria ni de sus amigos sentados en la mesa junto a él

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13/09/24

Die Whit A Smile •AldoxUniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora