2. This is me trying - Taylor Swift.

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- ¿Alguien puede quitar esa mierda de la radio y poner Taylor Swift? - dice Hannah mientras aporrea mi asiento. - Es que no aguanto un minuto más escuchando a ese, encima canta mal.

No sé cómo me convencieron de que era buena idea hacer este viaje. Llevo conduciendo menos de una hora y ya me quiero dar la vuelta y volver a mi casa. Aunque tampoco podría hacerlo, mi hermana se ha acoplado allí como una garrapata y me ha confiscado las llaves, porque según ella las dos tenemos que despejarnos de tanto estudiar y trabajar. Lo dice la misma mujer que cuando me metí al bachillerato de artes enseguida comenzó a quejarse porque me iba a tirar el curso entero sin estudiar y mirando las musarañas.

- Hannah, tienes unos cascos preciosos colgando de tu cuello - señala Ada. - ¿Te los puedes poner y callarte ya?

Hannah deja de aporrear mi asiento (gracias a dios), se pone los cascos y se cruza de brazos.

- Esto no ha terminado aún, Taylor sonará en este coche alguna vez - abro la boca para añadir algo, pero Hannah se me adelanta. - ¡Y que suene Shake it off no vale! La ponen todos los días en la radio.

Y acto seguido, frunce el ceño y se pierde en sus pensamientos swifties mirando por la ventana.

Pasada una media hora, en el Carplay de mi jeep, veo una llamada entrante. Es Aiden.

Dudo unos instantes si cogerlo, pero por el rabillo del ojo ya veo a Georgia fruncir el ceño y estirarse.

- ¿Hola? ¿Diana?

Distingo perfectamente esa voz y gracias a dios, es Abel.

- Hola, ¿qué pasa?

Miro al coche que tengo delante de mí, para ver si ha pasado algo, pero el coche de Abel parece en perfecto estado.

- Pues verás, sé que solo llevamos una hora y media de viaje, pero parece ser que tengo a dos personas de mi tripulación meándose y otra muriéndose de hambre.

Escucho la voz de Edén de fondo insistiendo en que no se aguanta más.

- Chicas, ¿alguna tiene que ir al baño o tiene mucha hambre? – alzo un poco la voz para que Hannah también me escuche, que sigue con los cascos puestos.

- Eso no se pregunta, siempre tengo hambre.

- Ada querida, siento ser yo quien te lo diga pero estamos otras dos personas en el coche que no tenemos como estómago un pozo sin fondo – comenta Georgia.

Hannah nos mira a todas con indiferencia, mientras agita su gran bolsa de galletas.

- Bueno que, ¿paramos o seguimos un rato más? – pregunta Abel con impaciencia.

Miro el mapa del GPS y veo a unos dos kilómetros una gasolinera.

- Abel, mira en el GPS, a dos kilómetros tenemos una gasolinera con un parking detrás, para ahí.

- Hecho – y cuelga la llamada.

Abel y yo aparcamos los dos coches juntos. Todos se bajan del coche. Menos yo. Pongo como excusa que he encontrado una ruta más corta para llegar a nuestro destino y quiero husmearla un poco.

Realmente, esa ruta me la sé de memoria, es el viaje que llevo haciendo todas las vacaciones de mi vida. Pero necesito un rato a solas.

No tengo nada de ganas de salir afuera con todos y fingir que todo está bien, cuando nada está bien.

Pasan quince minutos, que a mi se me antojan cortos, cuando Georgia entra en el coche.

- Cielo, ¿estás bien?

Niego con la cabeza, claro que no estoy bien, estoy a punto de echarme a llorar.

- Sé que te va a parecer complicado, pero tienes que salir allí, con todos, aunque sean solo cinco minutos y te pases el rato mirando el móvil. Pero están preocupados por ti, Diana – hace una pequeña pausa para inspirar hondo. - Todos lo estamos y esto que estás haciendo de aislarte, cuando nunca lo has hecho con nosotros, no hace más que empeorarlo.

- Todavía no eres psicóloga, ¿sabes? – digo forzando una sonrisa.

- Estás delante de la mejor alumna de la carrera. Todavía no lo seré oficialmente, pero te aseguro que me queda poco – pongo los ojos en blanco, que fantasma es a veces. – Bueno, ¿qué? ¿Salimos?

Asiento con la cabeza y me trago las ganas de decirle que no, porque Georgia es la única que sabe manejarme en mis peores momentos.

Salgo del coche y veo a todos en un merendero a unos cien metros de distancia. O casi todos.

Me tranquilizo un poco en el instante que me doy cuenta, a lo mejor sin él, puedo disimular un poco mejor mi estado de ánimo.

Me acerco y saludo a todos mientras me siento entre Hannah y Edén.

- Estaba comentando con Edén las posibilidades de que me dejases conducir tu preciado jeep – dice Hannah. – Yo opino que me vas a dejar conducirlo, pero no me vas a dejar comer de mientras.

- ¿Por qué te iba a dejar comer en mi coche mientras conduces? De hecho, no recuerdo haberte dado permiso para comer en él – digo entrecerrando los ojos.

- ¡Ves! – dice soltando una risita. – Te lo he dicho.

Niego con la cabeza y entonces le veo.

Hostia. Puta. 

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⏰ Última actualización: Sep 14 ⏰

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