El verano se desvaneció rápidamente, dando paso a un frescor propio del inicio de la nueva temporada. Alejandro había pasado los últimos días intentando prepararse para la conversación que sentía era necesaria. Sin embargo, el nerviosismo no disminuía, y la angustia de enfrentar a Alessandra seguía pesando sobre él. La carta que había escrito la noche anterior, una mezcla de confesión y disculpas, permanecía en su escritorio, aguardando el momento adecuado para ser entregada.
Finalmente, el día llegó. Alejandro se había citado con Alessandra en el café habitual, un lugar que, hasta hace poco, había sido escenario de conversaciones ligeras y sonrisas compartidas. Sin embargo, para él, el café se había transformado en un campo de batalla emocional. La tarde era soleada, pero Alejandro no podía evitar sentirse abrumado por el peso de la situación.
Alessandra llegó puntual, como siempre, con una sonrisa que Alejandro conocía bien. Llevaba una blusa azul que hacía juego con el tono de sus ojos, y su cabello caía en ondas suaves sobre sus hombros. Alejandro se puso de pie al verla entrar, intentando no dejar que el nerviosismo lo dominara.
—¡Hola, Alejandro! —dijo Alessandra, abrazándolo brevemente antes de sentarse. Alejandro forzó una sonrisa mientras tomaba asiento frente a ella.
—Hola, Alessandra —respondió, tratando de mantener la voz firme. No estaba seguro de cómo empezar, así que se limitó a buscar en su mochila la carta que había escrito con tanto esfuerzo. Justo cuando iba a sacarla, Alessandra lo interrumpió con un tono que no podía describir como alegre, pero sí decidido.
—Alejandro, antes de que digas nada, hay algo que necesito decirte —comenzó Alessandra, mirando a Alejandro con una seriedad que él no esperaba.
—Claro, ¿qué pasa? —preguntó, un poco sorprendido.
—He estado pensando mucho en nosotros —dijo Alessandra, su tono tomando un matiz de frialdad que Alejandro nunca había escuchado antes—. Y, sinceramente, me he dado cuenta de algo.
Alejandro sintió una punzada de ansiedad. Intentó prepararse para cualquier cosa, pero lo que Alessandra dijo a continuación fue aún más impactante.
—Tu actitud me ha afectado más de lo que pensé. Siempre has actuado como si fueras superior a los demás, como si estuvieras en una posición más alta. Esa actitud de grandeza, de saberlo todo y de tener todo bajo control, ha sido difícil de soportar para mí.
Alejandro abrió los ojos de par en par. No estaba preparado para escuchar esas palabras. Intentó responder, pero Alessandra continuó sin darle oportunidad.
—Siempre has tenido esta manera de hablar de los demás, como si todo el mundo estuviera en un nivel inferior. No estoy dispuesta a estar con alguien que se cree por encima de los demás. Me he dado cuenta de que esta relación no es saludable para mí.
Las palabras de Alessandra se sentían como una bofetada tras otra. Alejandro intentó articular una respuesta, pero se encontró atrapado en un torbellino de emociones.
—Alessandra, yo... —comenzó, pero ella levantó una mano para detenerlo.
—No, Alejandro, déjame terminar. No estoy diciendo esto solo por ti, sino también por mí. La verdad es que no puedo seguir con alguien que no se preocupa por lo que siento. Además, he estado sintiendo que has estado escondiendo cosas importantes. A veces creo que ni siquiera me conoces realmente.
Alejandro sintió el calor en sus mejillas y la humillación en su pecho. No estaba listo para esto, no estaba preparado para que Alessandra lo confrontara de esta manera.
—Yo... no sabía que te sentías así —dijo finalmente, su voz temblando.
—Lo que me hace pensar en todo esto es que, mientras tú sigues construyendo tu fachada de chico perfecto con tu novia perfecta, yo me siento cada vez más aislada y menospreciada. Y eso no es algo con lo que pueda seguir. Ya no puedo soportar vivir en una mentira ni un minuto más.
La frialdad de Alessandra y la intensidad de sus palabras fueron suficientes para que Alejandro sintiera un peso aún mayor sobre sus hombros. La carta que había preparado para terminar con ella parecía insignificante frente a esta revelación. Las palabras de Alessandra eran una mezcla dolorosa de verdad y desilusión, algo que él mismo había temido enfrentar.
—Lo siento mucho, Alessandra —dijo Alejandro, con la voz rota—. No sabía que te había afectado tanto. Solo... no sé qué decir.
Alessandra miró a Alejandro con una mezcla de tristeza y determinación. —No tienes que decir nada más, Alejandro. Ya tomé mi decisión. Esta relación ha terminado porque no estoy dispuesta a ser parte de tu imagen de grandeza y egoísmo. Necesito algo más auténtico y honesto, algo que no he encontrado contigo.
Con esas últimas palabras, Alessandra se levantó de la mesa y se preparó para irse. Alejandro se quedó sentado, atónito, viendo cómo ella se alejaba. La sensación de humillación era abrumadora. La carta que había escrito con tanto cuidado ahora parecía un vestigio de un pasado que él mismo había creado y mantenido. La verdadera ruptura no estaba en el papel que había escrito, sino en la dura verdad que Alessandra había revelado.
Alejandro se quedó solo en el café, con el peso de sus decisiones y actitudes aplastando su espíritu. Era hora de enfrentarse a sí mismo, no solo a sus secretos más íntimos, sino a la realidad de su comportamiento. El camino hacia la autenticidad ahora parecía más claro, aunque dolorosamente difícil.
El verano había traído consigo una tormenta interna, pero con el final de la relación con Alessandra, Alejandro comprendía que el verdadero desafío estaba por comenzar. Tendría que enfrentarse a su verdad y aprender a vivir con ella, dejando atrás la fachada que había mantenido por tanto tiempo.
Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, Alejandro supo que tenía un largo camino por recorrer para encontrar la paz que tanto anhelaba. Pero estaba decidido a enfrentar el futuro con una nueva determinación: ser honesto consigo mismo y con los demás, y finalmente, vivir una vida auténtica.
4o mini
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Amor homosexual
Romanceadrian y alejandro se enamoran apasionadamente despues de que alejandro atropellara a adrian