único

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Sunghoon estaba en el ascensor, su ansiedad palpable en cada músculo de su cuerpo. Cada segundo se sentía como una eternidad mientras el ascensor ascendía. Cuando finalmente se abrieron las puertas, salió disparado hacia el área de recepción.

— ¡La sala de emergencias! ¿Dónde está? — preguntó con voz entrecortada y temblorosa, sin tomarse el tiempo para respirar. Su desesperación y prisa se notaban en cada palabra.

Las enfermeras se miraron entre sí, tratando de entender la urgencia en su tono. Una de ellas, con la voz calmada pero firme, intentó responder:

— Señor, por favor, cálm–

Sunghoon, consumido por el pánico y la ansiedad, apenas escuchó las instrucciones. — ¿Dónde está la maldita sala de emergencias? ¡Solo díganme dónde está! — su voz se alzaba en una mezcla de frustración y desesperación.

Sin esperar una respuesta clara, se lanzó hacia el pasillo, chocando con personas y atravesando la multitud con la determinación de alguien que no puede permitirse perder un segundo. Su mente estaba bloqueada por la urgencia y el miedo, y sus pasos eran erráticos mientras avanzaba.

Finalmente, al final del pasillo, vio una puerta abierta con el letrero de "Urgencias". Su corazón latía con una fuerza implacable mientras se acercaba. Entró sin golpear, el peso de su miedo y desesperación haciendo que su respiración se acelerara.

Al cruzar el umbral, vio una escena horrible. El cuerpo de una persona toda demacrada.

Se quedó allí, inmóvil, el mundo a su alrededor desvaneciéndose mientras el peso de la realidad y la desesperación lo envolvía por completo.

— ¡Despejado! ¡Despejado! — La voz de uno de los médicos resonaba en la sala, su tono imperativo cortando el aire cargado de tensión. El sonido del desfibrilador, un zumbido agudo y frenético, era lo único que rompía el pesado silencio que envolvía el lugar.

Sunghoon, temblando, miraba alrededor, sin poder comprender lo que estaba sucediendo. La escena frente a él era un caos controlado: médicos se movían rápidamente, con expresiones de concentración y ansiedad.





¿ Que está pasando ?





La fiesta estaba en su apogeo. Música estridente, risas y conversaciones llenaban el aire de la casa. Jake, con una actitud desenfadada y una sonrisa en el rostro, bailaba en medio de la pista, disfrutando cada ritmo de la música. Sunghoon lo observaba desde un rincón, su corazón latiendo con amor y admiración.

— ¡Vamos, Sunghoon, ven a bailar! — gritó Jake, tomando la mano de Sunghoon y arrastrándolo hacia la pista de baile. El alto se dejó llevar, sonriendo mientras se movía al ritmo de la música. Sin embargo, pronto se sintió abrumado por el bullicio y decidió tomar un respiro.

— Voy a salir un momento, necesito aire.— dijo, dándole un beso en su frente. Jake le lanzó una sonrisa radiante y asintió, sin imaginar lo que estaba por suceder.

Sunghoon se dirigió a la cocina, buscando un respiro del bullicio de la fiesta. Allí, encontró a un chico que le ofreció una copa de licor con una sonrisa amistosa.

— ¿Necesitas un trago para relajarte? — preguntó el chico, extendiendo la copa.

Sunghoon aceptó, agradecido por el momento de calma. — Gracias. Sí, realmente lo necesito. La fiesta está un poco abrumadora.

El hombre asintió, observando a Sunghoon con interés. — Yo solía venir mucho a estas fiestas, pero hacía tiempo que no venía. Soy Hyeon, por cierto. Nos conocimos hace tiempo.

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