Encuentros en la taberna

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El sol se escondía lentamente detrás de los muros de Orario, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras. Bell Cranel, cansado y cubierto de polvo tras un largo día en la mazmorra, caminaba hacia su lugar habitual para relajarse: la taberna de la señora de la abundancia. Con cada paso que daba, sentía el peso del entrenamiento con Aiz Wallenstein en sus músculos, pero también una emoción creciente que no lograba identificar del todo.

Al entrar en la taberna, el bullicio habitual lo recibió. Aventureros de todas las familias bebían y reían, celebrando sus éxitos o ahogando sus fracasos. Pero a Bell, lo que más le llamó la atención fue la figura de una joven sirvienta con cabello plateado y ojos brillantes, que siempre lo trataba con una amabilidad que no había experimentado en otro lugar.

—¡Bell-kun! —Syr lo saludó con su sonrisa característica cuando lo vio cruzar la puerta—. ¿Vienes solo hoy? Te guardaré tu mesa favorita.

Bell, con una ligera sensación de calor subiendo a su rostro, asintió nerviosamente. Syr siempre parecía tan cercana, tan atenta con él. Aunque, claro, era amable con todos los clientes, había algo en la forma en que lo miraba que lo hacía sentir especial, como si hubiera una conexión silenciosa entre ellos que iba más allá de las palabras.

Mientras Bell se sentaba, Syr le trajo un vaso de agua y su plato habitual. Sin embargo, hoy parecía más inclinada a charlar. Se sentó frente a él por un momento mientras la taberna no estaba tan concurrida.

—Pareces más cansado de lo normal, Bell-kun —comentó Syr mientras lo observaba con sus ojos penetrantes—. ¿Te ha ido bien en la mazmorra hoy?

—S-Sí, ha sido un día largo —respondió Bell, tratando de sonar tranquilo—. Aiz-san me ha estado entrenando duro últimamente.

Al mencionar el nombre de Aiz, Bell no pudo evitar sentir una ligera punzada en su pecho. Durante mucho tiempo, había admirado a Aiz Wallenstein, la Princesa Espada, tanto por su fuerza como por su belleza. Pero últimamente, cuando estaba en la taberna, su mente no se centraba tanto en Aiz como solía hacerlo. En cambio, sus pensamientos siempre se desviaban hacia Syr.

—Aiz-san debe ser una excelente maestra —comentó Syr con una ligera sonrisa, aunque sus ojos brillaban con una emoción indescifrable—. Aunque no necesitas compararte con ella, Bell-kun. Tienes tu propio camino a seguir.

Bell la miró sorprendido. Las palabras de Syr siempre parecían dar en el clavo. Esa inseguridad de compararse constantemente con Aiz había sido una sombra en su mente durante semanas, pero el escuchar a Syr decir esas palabras lo hizo sentir comprendido, como si ella realmente lo conociera a un nivel más profundo.

—Gracias, Syr —dijo Bell, sonriendo ligeramente—. Siempre sabes qué decir para animarme.

Syr sonrió dulcemente en respuesta, pero antes de que pudiera decir algo más, alguien la llamó desde la barra. Ella se levantó rápidamente.

—Tendré que irme, pero si necesitas algo más, ya sabes dónde encontrarme —dijo con una ligera inclinación de cabeza antes de dirigirse a atender otros clientes.

Mientras Bell comía en silencio, no podía evitar seguirla con la mirada. Había algo diferente en ella. Algo misterioso. A pesar de que Syr siempre parecía tan accesible y amigable, Bell sentía que había algo oculto en su sonrisa, algo que él no terminaba de comprender. Esa curiosidad lo hacía regresar a la taberna más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Cuando terminó su comida y se levantó para irse, Syr ya estaba ocupada con otros clientes, así que simplemente le hizo una señal rápida desde lejos. Pero mientras salía de la taberna, Bell sintió que había algo no resuelto en el aire. Como si esa conversación no hubiera terminado del todo.

Encuentros en la taberna (Bell x Syr/freya) One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora