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Adelaide

Abrí los ojos ante el relincho de Blaze, sobresaltada me levanté con rapidez enfocando al perro que no dejaba de ladrar.

—¡Fuera!— agité mi mano hasta que corrió a la dirección opuesta —Esta bien, Blaze— me apoyé en el caballo acariciando su cuello —Tranquilo— seguí acariciándolo hasta que dejó de removerse, adormilada tallé mis ojos con la mano libre fijándome en el atardecer —No, no, no— musité angustiada apresurándome a guardar las libretas, sobre el pasto, en el bolso marrón que colgué en mi hombro —Mierda.

Tomé impulso sosteniéndome de la silla para subir a Blaze, tomando las correas las moví suavemente indicándole que avanzara.

—Tendrás que correr, Blaze, o nos van a matar— agité esta dando un leve golpe en su estómago haciéndolo correr.

Llegamos al palacio en el menor tiempo posible, apenas entramos bajé de Blaze pidiéndole a uno de los guardias que se encargara de llevarlo al establo.

Alzando mi vestido corrí al interior entrando por la puerta de la cocina –Dios mío, princesa— Luisa dejó lo que llevaba en las manos —Llevan horas esperándola.

—Perdí la noción del tiempo, necesito cambiarme antes de...

—Las órdenes de sus padres fueron claras, debe alcanzarlos en este instante.

—No llevo nada presentable.

—Déjeme ayudarla— recogió mi cabello y arregló mi aspecto lo mejor posible —No hay tiempo, princesa...los reyes van a molestarse más.

Jadeé deshaciéndome del bolso —Llévalo a mi habitación, por favor— pedí sacudiendo la falda quitando cualquier rastro de pasto o algo que pudiera delatarme —Gracias, Lu— atravesé la cocina siguiendo con mi camino al comedor.

Los porteros bajaron la guardia al identificarme y abrieron rápidamente, la conversación cesó llevando todos los ojos a mi.

—Buenas noches— saludé apresurándome a llegar a mi asiento, hice una reverencia a los reyes que charlaban con mis padres y asentí hacia los príncipes que hacían lo mismo con mis hermanos —Siento tanto la demora, les ofrezco una disculpa— tomé asiento en cuanto recorrieron la silla.

Mis padres me recorrieron con la mirada pero optaron por no decir nada, los reyes me sonrieron con formalidad —Sus padres nos comentaban de sus vacaciones en Francia, nuestro hijo nos mencionó que la encontró en un baile— la reina tomó una fresa de aperitivo.

—Su hijo...— murmullé tratando de identificarlo o recordarlo.

—¿El príncipe John?

—¿Ese es su hijo?— fue inevitable mi expresión de disgusto, mamá soltó un manotazo en mi pierna con una mirada incrédula —Ese...príncipe tan agradable— enmendé —Si...lo encontré en un baile, fue una noche...placentera— sonreí tomando mi copa —¿Ari?— llamé al chico que sirvió vino en mi copa, pasé de la mirada de papá al tomarla —Gracias— apoyé mi brazo en la orilla de la mesa —¿Piensan visitarlo pronto?

—Pensábamos hacerlo a fin de mes— el rey me recorrió con la mirada —Y pensábamos pedirle su compañía.

—¿Mi compañía?— di un pequeño sorbo al verlo asentir —Oh...— miré a papá que asintió —Ahm...es solo que...Preston empezará a practicar equitación, se niega a que alguien más le enseñe, le prometí hacerlo por lo que restaba de las vacaciones.

𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora