‧˚꒰🐾꒱༘⋆ 𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐦𝐚𝐮𝐥𝐥𝐢𝐝𝐨𝐬 𝐲 𝐬𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬.✨

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-"¡jóven amo!"- Sebastián gritaria alertando a Ciel. Quién en esos momentos se encontraba al otro lado de la calle, viendo cómo aquél demonio peleaba contra el shinigami de cabellos plateados. Por unos momentos aquél hombre había desaparecido y ahora se encontraba detrás de Ciel apuntó de atacarlo, Sebastián haría todo lo posible por llegar pero no lo conseguiría...

Undertaker había alcanzado a golpear al menor con su oz. Aquél mayordomo quedaría helado; todo alrededor estaba oscuro y la lluvia no ayudaba a ver mejor, pero él sabía que Ciel aún seguía vivo, solo que no podía verlo, ni siquiera sus ojos demoníacos lo percibían. Undertaker se había ido, dejando un rastro de su molesta risa al irse.

-"¡Diviértete, Sebastián!"- Es lo último que el shinigami había dicho antes de irse, dejando a un confuso Sebastián, él cuál en estos momentos se encontraba buscando a su amo. No lo veía por ningún lado y eso le preocupaba, Además de que Ciel ni siquiera emitía ningún sonido. Todo estaba en un completo silencio..

-"Miau"- Escucharía a tan solo unos pasos cerca de él.
Rápidamente se acercaría al lugar de dónde provenían los maullidos los cuáles, sonaban algo desesperados y era de entenderse, era una noche lluviosa, esta claro que a los gatos no les gusta el agua. Lo que se le hacía raro a Sebastián es que este gato se veía un tanto peculiar. Lo tomaría con cuidado y comenzaría a acariciarlo mientras lo examinaba. Era de esperarse no podía aguantar ante la majestuosidad de aquél minino. Tras examinarlo por completo se daría cuenta de que ese gato, no era tan solo un gato "peculiar" si no, que ese gato era SU JÓVEN AMO.

El gato comenzaría a maullar nuevamente, extendiendo una de sus patas al rostro del hombre. Tratando de comunicarse con él pero era envano.

-"jóven amo, no puedo entenderte. Mi capacidad para entender lenguas no es tan amplía. No puedo entender maullidos."- Vería fijamente al gato que tenía en manos, el cuál aún seguía maullando tratando de que aquél demonio le entendería algo pero era imposible, el demonio ya acababa de aclarar lo que el mínimo temía. abatido ante su lucha se callaria, bajando su cabeza de forma brusca. Ya no podía hacer nada, su única salvación nisiquiera podía entenderle, ¿Qué es lo que iba hacer ahora? tampoco había terminado la dichosa misión, todo por culpa de aquél molesto shinigami. Su cabeza era un completo caos.

Por otro lado, el demonio trataba de pensar en soluciones, algo en lo que podría hacer pero nada llegaba a su cabeza. Esta era una situación realmente difícil de todas las posiciones en las que habían estado, esta era una complicada. Ninguno de los dos sabía que hacer.

-"Bueno, pensaremos en eso más tarde. Ahora lo llevaré a casa. No me gustaría que se resfriara ahora jóven amo."- Hablaría por fin el demonio después de estar un tiempo en completó silencio. Se levantaría del suelo con el gato en manos, el cuál maullaria cómo loco al escuchar las palabras de su mayordomo, negando rotundamente con su pequeña cabeza tan fuerte cómo podía, no podía dejar que nadie lo viera así. Y sobre todo Lizzy, quién se encontraba en su mansión. Tan solo imagina el escándalo que haría al ver que solo llegaba su mayordomo junto con un gato. Además de haberle prometido que jugaría con ella cuándo llegará a la mansión.

Ciel sabía que Sebastián no podía entenderlo en esos momentos, pero haría todo lo posible para que no lo llevará de regresó a la mansión. Sebastián lo vería con curiosidad, teniendo una de sus cejas en alto, observando cómo el pequeño gato hacía una especie de ¿Berrinche?

-"Jóven amo.. ¿Usted no quiere regresar a la mansión?"- Le preguntaría al felino, el cuál comenzaría a asentir ante las palabras de su mayordomo, el cuál reflejaría curiosidad en su rostro.

-"Así que es eso.. pero, si no te llevó a la mansión, ¿Dónde podría llevarte? Todas sus mansiones están ocupadas."- Fué ahí cuándo a Sebastián se le iluminó el foco. Sabía que Ciel no quería ir a su mansión, y qué las demás estaban ocupadas, pero sabía a que mansión ir con exactitud. Dónde no le harían preguntas sobre la situación por la que pasaban en esos momentos. Solo qué, no sabía lo que su amo pensaría sobre eso.