Convirtiéndose en la niña buena de papá Cap. 03

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Las chicas malas reciben azotes

Cuando mi madre llevó a mi hermana gemela a visitar a mis abuelos durante tres semanas, me hizo prometer que cuidaría de papá, pero dudo mucho que su intención fuera que su hija de dieciocho años asumiera todos sus deberes de esposa.

Pero papá sí lo hizo y yo quería ser una buena chica como le prometí a mamá.

Ayer, papá me quitó la virginidad en el probador de una tienda de lencería. Estaba modelando mi nueva ropa interior sexy para él, y eso lo excitó. Su pene estaba tan duro y le dolía tanto que tuve que ser una buena chica y satisfacerlo.

Y fue increíble someterme a él. Entregué mi cuerpo a papi y él me recompensó con éxtasis. Su gruesa polla hizo estallar mi silla y me hizo gemir. Fue muy arriesgado. Podríamos habernos descubierto, pero a papi no le importó.

Se deleitaba con el riesgo. Eso hacía que el sexo fuera muy excitante.

Como estaba de vacaciones de verano, papá esperaba que limpiara la casa y que estuviera desnuda todo el tiempo. Me pregunté si obligaba a mamá a hacer eso. Ella también era muy sumisa. Siempre lo estaba esperando, amándolo, manteniendo la casa limpia, preparando comidas deliciosas y dándole sexo constantemente. Mi hermana y yo los escuchábamos todo el tiempo.

Era una ama de casa de los años cincuenta. Aprendí en la escuela que las mujeres no deben ser subordinadas a sus maridos y novios, pero mamá estaba muy contenta de hacerlo. Y ahora lo entendí.

Por eso limpié la casa desnuda. Era excitante. Me daba mucha adrenalina. Quería llamar a mamá y preguntarle si ella hacía lo mismo. ¿Estaba desnuda mientras mi hermana y yo estábamos en la escuela? ¿Su coño caliente goteaba jugos por sus muslos mientras correteaba por la casa, deleitándose con la emoción de la desnudez?

Pero no podía preguntarle. Mamá nunca podría saber cuánto la reemplacé. Le rompería el corazón. Cuando regresara, yo volvería a mi papel normal de hija y mamá cuidaría de papá como siempre lo había hecho.

Pero yo no quería que esto terminara. Anoche, en la cama, papá me había hecho el amor. Había lamido, acariciado y tocado cada parte maravillosa de mi cuerpo. Mi coño se humedeció aún más con solo recordar sus fuertes labios acariciando mi coño y lamiendo hasta el orgasmo uno tras otro. Me sacudí y jadeé en su cama, haciendo todos esos maravillosos ruidos que hacía mamá.

Lo entendí. Papá era increíble. Un semental muy guapo.

Estaba cocinando la cena en la olla de cocción lenta cuando papá llegó a casa. En el momento en que escuché que su auto entraba en la entrada, hice lo que haría mamá: corrí a la puerta para saludarlo. Me quedé desnuda, temblando, con los pezones duros sobre mis pechos redondos.

Las llaves tintinearon. Se oyeron pasos que se acercaban. Vislumbré su figura oscura a través de la ventana esmerilada. Extendí la mano y abrí la puerta, sonriéndole a mi papá. Era muy alto, su pecho musculoso estiraba la camisa que vestía. Y su cabello era oscuro. Lo hacía parecer muy poderoso y peligroso.

—¿Cómo estuvo tu día, papá? —le pregunté mientras tomaba su maletín.

—Bien, bien. —Un leve atisbo de sonrisa asomó a sus labios mientras sus ojos miraban mi cuerpo. Enderecé más la espalda, sacando mis pechos redondos hacia afuera. Estaba orgullosa de ellos. Estaban creciendo bien, más grandes que los de Alice, mi gemela fraterna. Sus tetas eran más pequeñas.

Ella era una niña malcriada y me alegré de tener algo mejor que ella.

Papá entró en la casa y cerró la puerta antes de que alguien viera que estaba desnuda. Pero la emoción me hizo sentir muy mojada. Apreté mis muslos con fuerza mientras papá se quitaba la chaqueta del traje. Se la quité junto con la corbata. Conocía la rutina de mamá. La había visto tantas veces cuando era niña. Siempre era la misma.

Convirtiéndose en la niña buena de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora