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Camping

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Camping

Caminaron con dificultad ascendiendo por la ladera cubierta de neblina, entre largas filas de tiendas. La mayoría parecían casi normales. Era evidente que sus dueños habían intentado darles un aspecto lo más muggle posible, aunque habían cometido errores al añadir chimeneas, timbres para llamar a la puerta o veletas.

En medio del prado se levantaba una extravagante tienda en seda a rayas que parecía un palacio en miniatura, con varios pavos reales atados a la entrada. Un poco
más allá pasaron junto a una tienda que tenía tres pisos y varias torretas. Y, casi a continuación, había otra con jardín adosado, un jardín con pila para los pájaros, reloj de sol y una fuente.

━━Siempre es igual ━━comentó el señor Weasley, sonriendo ━━No podemos resistirnos a la ostentación cada vez que nos juntamos. Ah, ya estamos. Miren, éste es nuestro sitio. H

abían llegado al borde mismo del bosque, en el límite del prado, donde había un espacio vacío con un pequeño letrero clavado en la tierra que decía «Weezly».

━━¡No podíamos tener mejor sitio! ━━exclamó muy contento el señor Weasley ━━El estadio está justo al otro lado de ese bosque. Más cerca no podíamos estar. ━━Se desprendió la mochila de los hombros ━━Bien ━━continuó con entusiasmo ━━siendo tantos en tierra de muggles, la magia está absolutamente prohibida. Necesito que intentes que Moony este lo menos a vista posible, Grace. ━━Grace le levanto el pulgar, sacando al dormido escarbato de su bolsillo y haciendo una mueca. ━━¡Vamos a montar estas tiendas manualmente! No debe de ser demasiado difícil: los muggles lo hacen así siempre... Bueno, Harry, ¿por dónde crees que deberíamos empezar?

Harry no había acampado en su vida: los Dursley no los habían llevado nunca con ellos de vacaciones, preferían dejarlos con la señora Figg, una vecina anciana. Sin embargo, entre él, Grace y Hermione fueron averiguando la colocación de la mayoría de los hierros y de las piquetas, y, aunque el señor Weasley era más un estorbo que una ayuda, porque la emoción lo sobrepasaba cuando trataba de utilizar la maza, lograron finalmente levantar un par de tiendas raídas de dos plazas cada una.

Se alejaron un poco para contemplar el producto de su trabajo. Nadie que viera las tiendas adivinaría que pertenecían a unos magos pero el problema era que cuando llegaran Bill, Charlie y Percy serían once. También Hermione parecía haberse dado cuenta del problema: le dirigió a Grace una risita cuando el señor Weasley se puso a cuatro patas y entró en la primera de
las tiendas.

━━Estaremos un poco apretados ━━dijo—, pero cabremos. Entren a echar un vistazo.

Grace se inclinó, se metió por la abertura de la tienda y se quedó con la boca abierta. Acababa de entrar en lo que parecía un anticuado apartamento de tres habitaciones, con baño y cocina.

Curiosamente, estaba amueblado de
forma muy parecida al de la señora Figg: las sillas, que eran todas diferentes, tenían cojines de ganchillo, y olía a gato.

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