𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 3-¿𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎?

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El aire fresco de la tarde se colaba entre los árboles cuando Nicholas llegó al límite del Bosque Prohibido

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El aire fresco de la tarde se colaba entre los árboles cuando Nicholas llegó al límite del Bosque Prohibido. Casi podía sentir la energía vibrante de las plantas mágicas bajo la tierra. Aquel lugar era su rincón secreto, un espacio que pocos estudiantes se atrevían a explorar, pero para él, cada vez que caminaba allí era como pasear por su propio jardín. El objetivo era claro: encontrar los ingredientes necesarios para preparar una poción anti-resaca. La necesitaría para la mañana siguiente, después de la fiesta que planeaba esa noche. No era que él bebiera en exceso, pero siempre le gustaba estar preparado.

Mientras recolectaba los ingredientes, se preguntaba cómo era posible que pocos supieran preparar aquella poción tan útil. "¿Cómo puede alguien ser tan inepto?" pensó. Los estantes de la enfermería deberían estar llenos de ella, y sin embargo, solo unos pocos como él sabían hacerla bien.

De regreso al castillo, con las plantas en su bolsa, se dirigió directo al salón de pociones. Mientras caminaba por los pasillos, se cruzó con Livia Longbottom, quien salía justo de allí.

—¿Te veo esta noche, Longbottom? —preguntó con su tono habitual de confianza.

—¿Alguna vez te he fallado, Nick? —contestó ella sin perder su sonrisa. Dejó un beso ligero en su mejilla y continuó su camino con los libros bajo el brazo.

Nicholas no pudo evitar sonreír mientras la veía alejarse. Livia era un alma libre, una de las pocas personas en todo Hogwarts que entendía su visión de la vida. Entró en el salón y, sin prestarle mucha atención a su alrededor, colocó el caldero sobre la mesa. Empezó a sacar los ingredientes de su bolsa y colocó su cuaderno de notas a su lado. A veces, creía que tomaba notas con demasiada precisión, pero era su manera de asegurarse de que todo saliera perfecto.

El silencio en la sala de repente se rompió con un movimiento inesperado. Algo o alguien salió de debajo de la mesa, y Nicholas, completamente desprevenido, soltó un grito.

—¡Mierda! —exclamó, retrocediendo un paso mientras maldecía al recién aparecido—. ¿Qué demonios haces? ¿Acaso te volviste loco?

El chico que había salido de debajo de la mesa se estiró con calma, como si nada fuera fuera de lo común. Nicholas lo observó, confuso. El desconocido llevaba un anillo con una inicial grabada en su dedo anular. Algo en su actitud irritó instantáneamente a Nicholas.

—Perdí algo —respondió el chico con indiferencia, deslizando el anillo en su dedo—. Así que... ¿Livia Longbottom?

Nicholas arqueó una ceja, aún más molesto. ¿Quién era este tipo, y por qué demonios le importaba?

—¿Quién diablos eres y qué te importa? —respondió Nicholas con tono frío, sin apartar la vista del intruso, que ahora se había acomodado tranquilamente frente a él.

—Solo es curiosidad —dijo el otro, como si fuera lo más natural del mundo—. No es como si fuera el tipo de chica que te imaginarías contigo.

Ese comentario le hizo hervir la sangre. Nicholas no solía preocuparse por lo que los demás pensaran, pero ese tono condescendiente lo sacaba de quicio. El chico frente a él era un Metamorfomago, lo supo al instante. Nicholas lo reconoció, aunque no lo había visto de cerca antes. La única habilidad en el mundo mágico que no poseía. En cierto modo, se sintió aliviado de no tener esa habilidad. Cambiar de forma a voluntad le parecía más una maldición que una ventaja.

𝘾𝙊𝙍𝘼𝙕𝙊𝙉𝙀𝙎 𝙃𝙀𝘾𝙃𝙄𝙕𝘼𝘿𝙊𝙎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora